¡AY DIOS!

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Como es eso de levantarse bien temprano, se podría decir que de madrugada y pensar "a quien madruga Dios le ayuda", no solo lo piensas, lo crees, crees que te ayudará, y lo crees de verdad, a pies juntillas, hasta que te das cuenta de que ya ha ayudado a alguien, alguien que madrugó más que ¡tú!, y te preguntas que a qué hora hay que levantarse para para ser el primero a quien ayuda, ¿es que nadie sabe la hora?, ¿no lo publíca el BOE?, ¿cuándo tiene que levantarse uno para que le ayude?, ¿o es que no te puedes acostar?, ¿alguien te garantiza que me va a ayudar?.   

Luego, en la calle, te encuentras a dos señoras o tres que van diciendo "que sea lo que Dios quiera", ¡ah!, ¿tiene que ser lo que él quiera? como él quiera y cuando él quiera, tu no digas ná, calla y deja que opine él, porque esa es otra, siempre te vas a encontrar a aquél que dice "Dios dirá", osea que dice y decide, no es tu vida, ni pinchas ni cortas, él piensa y habla por ti, en tu nombre, ¡que bonito!.   

Y el colmo de los colmos, la traca final, estar con tu chica dale que te pego, ya me entiendes, lo que viene siendo la consumación lasciva de dos cuerpos pecaminosos, enlazados entre sí, y ella diciendo ¡ay Dios!, ¿cómo que Dios?, y piensas, ¡si te lo estoy haciendo yo!, ¡no me quites el mérito!. y si me vas a poner los cuernos con él, al menos sé más discreta, ¿no te parece?, que esto es descarado. ¿Qué tal si en el momento culmen, nosotros decimos ¡ay la virgen!?. Pues eso.

Todo lo hace él, todo lo decide él, y el jodido eres tú.  


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