El concierto

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Vaya con mi madre,  pantalones de seda o casi que me regaló por mi cumple, «tengo la sensación de que llevo el paquete al aire»,  bueno es lo que hay,  mira tú por donde voy a ir de estreno al concierto del sábado en la provincia cercana,  nada menos que Berta un icono sexual para mi,  que incluso me gustaba alguno de sus temas.

Mi mejor amigo me ha fallado y no me queda otra que ir solo,  «que para eso tengo pagada la entrada leñe!.»

Vaya ambientazo que había en el evento, no cabía media persona más, que listos los organizadores, a optimizar, ganar dinerito y aquí los de a pie a sobarse unos con otros, «mecachis diez!».

«A sobarse...», pensé, comenzó el concierto con una animación total, la gente ensimismada desde el primer tema. Una vez mediado el concierto, la cosa se relajó, con música más suave y romántica.

Mis pensamientos volvieron de nuevo y de pensar pasé a la acción, delante de mí había una piba de vicio, tenía una faldita por la rodilla de color amarillo, bastante ceñida,  que dejaba entrever una braguita que la marcaba su trasero.

Estaba a unos treinta centímetros de lo más avanzado de mi pantalón,  «había que ir reduciendo la distancia poco a poco», pensé, a medida que avanzaba un pasito mi cuerpo y sobre todo su parte central se calentaba y abultaba, cuando estaba a la distancia adecuada, con un golpe suave de cadera me aproximé a la chica y la roce sus nalgas con mi miembro, así dos o tres veces, me estaba poniendo con un puntito muy agradable, hasta me estaba gustando la música, me parecía celestial.

Cuál fue mi sorpresa que la chica dió un paso atrás y ya no era necesario doblarme con el riesgo de tirón lumbar, que hay que tener el «core» a punto por si toca darlo todo. Ya estábamos pegaditos y la chica morena comenzó a dibujar círculos perfectos con su culo sobre mí pene ya erecto, era una experta, «seguro por su precisión era estudiante de bellas artes», pensé.

Me baje la cremallera y en un instante la chica estaba ya montada sobre mi pene que se había deslizado bajo la falda, le apretaba entre  sus piernas, incluso las cruzó para ejercer más presión y abrazarle hábilmente,  ya mi chorra abultada movía su falda por la parte de delante, cual suave brisa. 

Metió una mano por el lateral abierto de su falda y me tocó el glande, que ya empezaba a escupir algo de sémen, lo cogió con un dedo y se lo llevó a la boca relamiéndose. Un poco de saliva en su dedo lo transportó hasta la punta, masajeando suavemente mi sensible prepucio, acción que en segundos  hizo que me corriese y mojase su mano y bragas. Se llevó la mano a la boca una vez recogió lo que pudo y  lo comió todo.

Cuando más calientes estábamos un brazo, «con mano incluida, de inocente nada», la cogió por detrás del hombro y sin querer o queriendo la alejó lo suficiente, para que aunque mi pene en elongación máxima, no llegaba a tocarla por un palmo, luego no arriesgué y pasé a la fase de desempalmo.

Vi que dos chicas que estaban a mi derecha, entre risas, se estaban tocando, pasando después a besarse con pasión, no era para menos después de ver toda la escena y apreciar las gotas de semen que caían cada poco de las bragas de la chica que procuraba recoger al vuelo y comer para no dejar rastro, lo cual era misión imposible pues chorreaba mucho.

Menos mal que la cosa no se hizo viral lo cual habria convertido el evento en un sextival.

Acabó la música del concierto y cabizbajo de cuerpo y polla, me dirijo al bar del festival a ver si se me levantaba el ánimo, pues me sentí muy mal al no haber podido satisfacer a mi chica y hacerla sentir lo que yo había sentido, «quizás no era el momento», pensé.

Que rica mi cerveza, cuando la estaba saboreando vi en la otra parte de la barra a mi chica morena con una amiga y su novio fanfarroneando con sus amigotes, quité una mano de la jarra de cerveza y la posé sobre mi pantalón de casi seda, haciendo como una señal, al tiempo que con la cabeza la marque la dirección a seguir, hacia los servicios, como nos compenetrábamos, me entendió de inmediato, dejó a su amiga y delante de mí nos dirigimos hacia los baños, al llegar vimos una larga cola, como había estado la mía hace pocos minutos.

Se me encendió la luz y vislumbre que estaba libre el acceso al camerino de la artista, que aún no habia llegado, entretenida con la gente vip y periodistas  que a ella se acercaron, «además si nos pilla no habría problema» pensé, ya que me consideraba uno de sus fans más entregado y lo hubise entendido, sin duda.

—Vaya camerino, —exclamamos, casi a la par, que lujo con camita incluida, «si estos artistas no escatiman en detalles, siempre con todas las comodidades, así canta cualquiera», pensé.

Sin más tiempo que perder, nos quitamos la ropa, la situación requería un polvo rápido, no vaya a ser que mi idolo musical nos pillase infraganti, «lo cual me daba un punto de morbo adicional.«

A modo de cabecero había una enorme foto de mi diosa, coloqué a la chica a cuatro patas frente al sensual póster, lamí a la chica morena todo su coño hasta mojarme mi boca, me parecía aún oir mi tema favorito de Berta, acompañada del coro perfecto de los crujidos del suave colchón, el olor a perfume me embriagaba.

—Métemela ya, —gritaba mi chica morena, desperté y  vi que estaba suficientemente lubricada, pasé a meter mi polla que ya llevaba unos minutos a punto de explotar, no había tiempo que perder la agarre por los hombros y una vez apunté y con el objetivo a tiro, con una fuerte sacudida se la metí hasta el higadillo y ya no paré de chocar una y otra vez.  

—Berta, Berta, —exclamaba, hasta que nos corrimos al unísono, sintiendo que habiamos disfrutado de un «trío perfecto», con un placer digno de revivir durante muchos meses, quizás años, al menos en nuestra mente.

Nos dimos un beso, nos vestimos y salimos sigilosos para no ser descubiertos, el novio de la chica ya estaba en su búsqueda, nos vió juntos a escasos metros de los servicios y cuando se nos acercó la dije, en voz alta ...

—Es aquí donde están los servicios, te habías equivocado chica, te fuiste por el lado contrario.  

—Ahhhh,  —exclamó ella. Su chico que nos escuchó me dió las gracias por mi amabilidad y buena disposición,  yo mirando a su chica  la dije...

—Ha sido un placer.

 

 


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