TEMPRANO EN CONCHA

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Esa madrugada estaba muy sobresaltada, tenía miedo seguir dormida, no sabía qué hacer ya que tenía demasiadas cosas en la mente. Me levanté y fui a la cocina a preparar alguna infusión que me tranquilizara los nervios, me la tomé, respiré hondo y caminé hacia el cuarto. Estaba bastante relajada como para dormir un poco antes de que amaneciera excepto porque un ruido espantoso muy cerca de la verja me hizo acercarme acompañada de ladridos y aullidos. Un camión había chocado contra un jobo con tal fuerza que el gigantesco árbol cayó a tierra cerrando el paso por la carretera. Un carajo deambulaba alrededor del vehículo accidentado con un teléfono en la mano que, por la falta de cobertura en el área, no podía enviar llamadas o mensajes. No soy tan jodida como para dejarlo que se quede a la intemperie hasta que amanezca.

La vaina es que lo que el carajo hacía con el teléfono era ver videos que ya tenía guardados en la memoria, cuando lo hice pasar a un toldo entabló un diálogo bastante directo conmigo y por cada cosa que me decía ponía esa mano sucia en mis muslos. Un equipo iba a venir en unas horas con una grúa a apartar el árbol y revisar el camión para que pudiera seguir y entregar la carga, pero antes tenía que descargar su güevo por lo que gentilmente me dijo que era necesario cogerme. Me dijo, "me llamo Nepis Tudol, lo que hay en ese camión es ilegal pero ya eso está arreglado con la policía y el ejército, qué bueno que estás sola para cogerte con privacidad". Eso no me lo esperaba, metí a un contrabandista en mi parcela y ahora va a violarme.

Le contesté, "Yo me llamo Broya Zueni, no estoy sola ni te voy a dar la pepita gran marica, si es tan urgente descargar tu leche mejor te haces la paja". Con el pie le di un golpe a la puerta de una bodega, se activó la alarma, los perros ladraron fuertemente y aumentaron los aullidos. Hubo mucho agite porque algunos coches estaban llegando y no había paso, algunos de los conductores notaron que yo estaba en apuros y dos de ellos saltaron del lado adentro de la verja. El gran carajo me apretó el cuello con un brazo mientras la mano libre me frotaba la pepita, yo estaba que ni siquiera me atrevía a gritar. Le dijo a los carajos que habían venido a ayudarme que se marcharan o me estrangularía frente a ellos. El momento era muy delicado, parecía que yo perdería.

Uno de mis benefactores sonrió y dijo, "la verdad Broya es que saliste desnuda a meter a este violador en tu parcela, hasta a mi se me ha parado el pipe viendo esto". Eso hizo que el carajo Nepis se riera y dijera, "aquí como que más de uno quiere violarte carajita". Algo atravesó el aire y aterrizó en el occipital del gran carajo, dejó de reírse, aflojó los brazos y poco después quedó tendido en el pedregoso suelo de la granja. Alguien entró por otro lado de la verja sin ser visto y lanzó un objeto con mucho tino, pero la zozobra aun no terminaba para mí. Es que además de asustada, también se me había activado el coño. Asumiendo que ya yo estaba fuera de peligro, los peones en sus faenas y el día había aclarado, decidieron que debían abordar sus coches.

El carajo que me llamo por ni nombre se quiso despedir de mí con un beso pero yo lo aguanté y le bajé la cremallera, le dije, "tú no te puedes ir tan rápido porque me dijiste que tenías el pipe parado". Me contestó, "no sé qué tienes en esa mano pero cuando me tocas el güevo me parece que me va a dar un vahído, carajita". Por algo soy hija de un miniaturista, hay un diminuto punto en mi clítoris con el que juego a mi antojo con algún carajo que me guste. Llegaron los del equipo de mantenimiento de vías y despejaron la carretera, el coche de mi amigo estaba a un lado, el carajo que me quiso violar no pasó la revisión por lo que tampoco podía seguir todavía. Apartando todas esas mariqueras tenía que hacer algo distinto en esa mañana.

–– Broya nojoda que esa pepita me quita la fuerza, en vez de parárseme el güevo más bien se me cae.
–– No seas tan marica, gran carajo, que tu verga es bien arrecha y la necesito en mi coño así que dame pipe... dame... ¡¡¡aaaiiissshhh, aaaiiisshhh, aaahhhjjj, dame pipe, dame tu bello pipeee...!!!
–– Tu pepita me maltrata el güevo, aaahhhjjj... ese coño hace que me duela la verga... por favor controla tu pepita que...
–– No vayas a llorar gran pendejo, que las que lloramos somos las carajitas, sé un hombre no una puta...
–– Dime lo que sea pero es que tu pepita es muy...
–– ¡¡¡Cógeme bien nojoda...!!! que cuando yo quiero pepita busco una carajita, me busqué un carajo para que me dé pipe.
–– Ssshhhiiijj, grítame que eso me hace sentir mejor, así me da más fuerza en la verga. Ha sido lindo poder cogerte.

Después que el carajo me cogió, le froté por un rato el güevo, cada vez que le pasaba la mano por esa verga sentía una presión en la pepita. Se lo lamí y sentí como palpitaciones en el culo. Todavía un rato más tarde me dio besos en la cuca, esa lengua y esos labios en mi coño hacían que se me trancara la respiración. En algún momento me dijo, "cuando te estaba cogiendo me dijiste que querías un pipe porque para una pepita mejor te buscabas una carajita, ahora dime si de verdad piensas que es mejor una pepita que mi pipe". Le contesté, lo dije de jodedera, estaba y todavía estoy tan arrecha que dije eso para ponerte la verga más a tono". El gran carajo me dijo, "si es así entonces tengo que pasar por aquí más a menudo para cogerte".

Algo que hicimos antes que abordara su coche fue que pegamos los culos, y yo le pasé la pepita por el culo con bastantes ganas a ver si es verdad eso de que con mi pepita le da un vaído. Lo que sí pasó es que ese día lo pasé tan efusiva que hasta mi papá cudndo llegó en la tarde me dijo le parecía como que yo había hecho una puteada. Incluso papi me tocó la pepita para diagnosticarme y me dijo, "carajo Broya, el güevo que te cogió fue bien grande porque todavía tienes la pepita abierta". Le pedí a papi que me acariciara la pepita durante un rato para que se me cerrara. De curiosidad le pregunté, "papi, ¿a ti no se te para el pipe cuando me tocas la pepita verdad?" Me contestó, "claro que no, tú eres mi hija".

Nunca más otro camión ha vuelto a accidentarse por aquí, pero sí me he seguido viendo con ese carajo y mi papá de vez en cuando me toca la pepita para saber quién me cogió en su ausencia.


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