Seduciendo a 2 compañeras traviesas #1 La llamada

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A Sara la conocí en una comunidad gamer, donde afortunadamente cada vez hay más chicas, pero donde también quedan aún algunos machitos a los que les molesta que una chica les gané una partida. Y ahí estaba yo, mirando el chat general y leyendo algunas cosas que no me estaban gustando nada.

- ¡Serás imbécil, ganando de pura chorra! ¡Tú lo que eres es una niñata! – bramó el machito

- ¡Los humos conmigo los bajas, eh grandullón! – se defendió Sara

- Vete a fregar. - dijo despectivamente

Y ahí salté yo, aspirando a ser algún día moderador de la comunidad, a intervenir y evitar que la cosa fuera a mayores.

- ¡Eh, un respeto! Las tonterías esas te las dejas en la puerta. – le solté

- ¿Algún problema?

- Sí, que respetes a los demás. – insistí yo

- ¡Bah, que os den! –

El tipo se fue por donde había venido, lo cual no me sorprendió en absoluto ya que no era la primera vez que causaba problemas. Lo que sí me sorprendió fue ver cómo empezaba a parpadear el botón de Amigos, indicando que tenía una solicitud pendiente… la de Sara.

- ¡Oye, que me sé defender yo solita! Te lo digo por aquí para no armar más bronca. – pareció decirlo más con humor que con verdadero enojo

- Ya lo sé… es sólo que me dan mucha rabia este tipo de cosas. – me disculpé

-  Está bien, si en el fondo me ha encantado que salieras a defenderme. Ha sido muy lindo de tu parte…

- Es que no puedo evitar que me salga el lado protector. – le puse un emoji de sonrisa.

- Ya veo… ¿y qué más no puedes evitar? – ella puso uno guiñando el ojo.

Así nació mi amistad (y mucho más) con una de las chicas más populares de la comunidad.

¿Que cómo es Sara? Yo no estoy nada mal para mis 30 añazos… soy moreno con el pelo ligeramente largo y desordenado, ojos castaños claro y una pequeña barba corta y bien cuidada, voy al gimnasio y me mantengo en forma, pero tampoco marco demasiado. Pero Sara… lo de Sara era de otra liga, al poco de conocerla me mandó fotos y vaya si me dejó sin aliento.

 

A sus 19 añitos recién cumplidos tiene una cara muy expresiva enmarcada por una larga melena negra azabache y penetrantes ojos verdes. Su naricilla es pequeña y respingona, adornada con algunas pecas que le dan un airecillo travieso y juguetón. Sus labios carnosos desprenden sensualidad y esa delantera… lleva escotes para lucir siempre esos pechos generosos que desafían la gravedad y atraen a todas las miradas. Es un poquito ancha de caderas, pero gracias precisamente a eso tiene un trasero muy sensual que muchos querrían agarrar.

Desde el primer día se notaba que había química entre nosotros, se nos pasaron las horas volando y a la hora de despedirnos ninguno quería marcharse. El día siguiente fue un calco del anterior, ella me contó muchísimas cosas de su vida y yo de la mía, e inevitablemente surgieron los primeros comentarios juguetones y con doble sentido. El tercer día ya se la notaba mucho más lanzada y con ganas de guerra, así que no la hice esperar y empecé a mostrarle mi lado más travieso. Yo soy de Madrid mientras que ella es de Valencia, así que todo quedó en algo virtual, por el momento…

- Qué ganitas de estar allí para darte un beso o dos o tres… - deseé yo

- ¡Oyeee, eso no vale! Seguro que me harías cosquillas.

- Las cosquillas y más cosas te las haría al comerte.

- ¿Al comerme el qué? – respondió juguetona

- Pues todo lo que me dejes… - le insinué yo

- Y… ¿por dónde te gustaría empezar?

- Pues me encantan tus labios… pero me perdería antes en tus tetas.

- Ufff, estoy deseando que me las comas.

Y a partir de ahí nos dejamos de juegos o tal vez justo al revés, empezamos a jugar…

- ¿Las quieres acariciar para mí, directamente?

- ¿Y quién te dice que no lo estoy haciendo ya…?

- Qué traviesa… ¿y qué llevas puesto?

- Una camiseta holgada y el tanga negro.

- ¿Estás acariciándolas bajo la camiseta?

- Oye, ¿estás espiándome por la webcam? – bromeó ella

- Claro que no, qué más quisiera…

- Bueno… todo se andará. – y me puso un emoji sacando la lengua

- Sácate la camiseta y amásalas, cúbrelas con tus manos mientras pasas las yemas de los dedos en círculos.

- No hace falta que me la saque, ya puedo así. ¿Cómo sabías que me encanta tocarlas?

- Me lo imaginé, te gusta lucirlas y sería un delito no aprovecharlas. – admití yo

- ¡Ojalá tuviera tu lengua aquí para darme mimos!

- Me encantaría… ¿los alcanzas con la lengua, tus pezones? ¿te los comerías para mí?

- Me estás leyendo la mente o qué… y claro que los alcanzo. ¿Quieres que me los lleve a la boca?

- Sí, acércatelos y pasa la lengua en círculos una y otra vez. No dejes de comértelas, un círculo tras otro por las aureolas. Empápalas de saliva.

- Ufff, te siento comérmelas, siento tu lengua chupándomelas. No dejes de mimar mis pezones.

A partir de ese momento ella empezó a escribir menos por motivos obvios, tenía las manos ocupadas… así que fui yo quien llevó el peso de la conversación y le dije todo lo que le haría, las ganas que tenía de besarla, tocarla y comérmela, de ponerle mi polla entre las tetas y que asomara la punta entre ellas para que sacara la lengua y me chupara todo el glande.

Debía de estar bien concentrada, disfrutando, porque casi no escribía… y aunque por un lado me daba morbo pensar en cómo lo estaría haciendo, por el otro lado me daba un poco de bajona y se me hacía insuficiente, necesitaba más. Así que de forma inconsciente escribí: “Ojalá poder verte y escucharte…”.

No pensé que habría reacción alguna por su parte, pero unos segundos después me apareció en mitad de la pantalla una notificación. Primero me dio un subidón brutal al pensar que se trataba de una videollamada, pero enseguida comprobé que se trataba únicamente de llamada de voz.

Traté de calmarme ya que no quería parecer decepcionado, en realidad no tenía motivos para ello ya que tenía muchas ganas de escucharla, y en cuanto pulsé el botón de Aceptar… empecé a escuchar un sonido débil pero muy característico: el ruido de las lengüetadas y de la saliva de su lengua al chupar y lamer sus pezones cerca del micrófono. Mi polla se puso durísima al instante…

- Cómetelos para mí, Sara. Siente mi lengua, siente que soy yo…

- Hmmmmm.

Se notaba que Sara estaba un poco cortada y le daba vergüenza hablar, pero el hecho de que me complaciera dejando que escuchara lo que hacía ya era más que suficiente para mí. Mientras Sara gemía bajito y seguía lamiendo para mí, yo me magreaba el paquete cada vez con más ganas, así que pensé en darle una marcha más al morbo y subir las revoluciones para provocarla más.

- Qué rico sería perderme entre tus muslos y comértelo mientras tú sigues jugando con tus tetas…

- Ufff, hazlo… - ella empezó a soltarse

- Desliza una de tus manos sobre el tanga, aprieta con la punta de los dedos y siente que soy yo, que es mi boca apunto de comerte.

- Te sientooo… - gimió sensualmente a la vez que yo me la sacaba

- Mueve los dedos arriba y abajo, ¿me lo darás de comer sólo a mí?

- Siii, es tuyo – prometió ella

- Mete la mano adentro y desliza los deditos directamente, piensa en mi lengua hundirse en ti…

- Cómeme, soy tuyaaa. Mmmm.

Los gemidos de Sara aumentaron en volumen y cantidad mientras yo la jalaba suavemente, pasando la yema del dedo, mojado en saliva, por la punta del glande dibujando un círculo tras otro.

- Eso hago, amor. Me tienes entre tus muslos comiéndote.

- Más, dame más. Bésame mientras me la metes.

- ¿Me quieres adentro tuyo? Clava los dedos hasta el fondo y siente que soy yo. – le dije mientras la jalaba más rápido

- Ufff, quise esto desde el momento en que me defendiste en el chat.

- Si lo hubiera sabido lo habría hecho antes, amor. No pares de mover los deditos adentro, siénteme follarte.

- Dios, me vas a hacer adictaaa. ¡Aaaaaaaah! – gimió muy fuerte

De repente se escuchó un ruido fuerte en la llamada del lado de Sara. Ella se quedó muda de repente y se me pasó por la mente la idea de que se hubiera caído de la silla gamer. El mero hecho de imaginármelo me dibujó una sonrisa mientras aún acariciaba mi polla suavemente, pero al pasar los segundos y al no decir nada ella ya empecé a preocuparme un poco.

 

- ¿Sara, estás ahí?

- ¡Shhh! – susurró nerviosa

- ¿Estás bien, ha pasado algo? – susurré muy bajito

- Mi compañera Judith… ¡justo acaba de llegar! ¿No escuchaste la puerta de la calle?

- Pues menos mal que dio un portazo, sino te pilla en plena faena… Jejeje. – dije yo medio en broma y medio en serio

- Calla, qué corte daría eso, ¿no? ¡Espera que viene!

- ¿Y está buena? – bromeé yo, pero Sara no pudo escucharme porque ya se había quitado los cascos, según deduje por el ruido que hizo

Escuché algunos ruidos más de fondo, lo que parecía ser una puerta abriéndose (ésta mucho más cercana que la anterior) y una conversación entre susurros, puesto que ya era bastante tarde. Sara me había dicho que vivía en un piso de estudiantes, pero en ningún momento llegó a mencionar que compartía piso con una tal Judith.

La conversación se alargó unos minutos y finalmente Sara regresó a la llamada, aunque para mi desgracia fue sólo para despedirse.

- Lo siento mucho, Javi. Te juro que repetimos mañana.

- No te preocupes, lo entiendo. – dije yo comprensivo - Oye… no te habrá pillado tu compañera, ¿no? – añadí sonriendo

- ¡Espero que no, me moriría del corte! – susurró ella

- Anda que si yo fuera ella…

- Si tú fueras ella… ¿qué? – me retó ella

- Que te daría una comida de coñito antes de dormir que descansarías como los ángeles. – le dije aceptando el reto

- Me encantaría… pero no estás aquí y en cambio mi compañera sí.

- Pues pídeselo a ella… - le dejé caer

- Sí, claro… y luego te unes a nosotras. – ironizó ella con sorna

- Pues si las dos queréis y a ti no te pone celosa…

- Anda, anda… hablamos mañana. Cuídate mucho, te quiero.

- Descansa princesa, que tengas dulces sueños.

- Chao, besitos ricos.

 

Y Sara colgó la llamada para irse a dormir. La interrupción de su compañera Judith nos había fastidiado los planes, así que no me quedaba más remedio que terminar de machacármela yo solo para encontrar el tan necesario alivio antes de dormir.

Recordé lo último que había dicho Sara y me masturbé deseando que lo repitiéramos… pero en el último momento fantaseé con la idea de que Judith sí se hubiera enterado de lo que hacía mi traviesa Sara, que hubiera llegado antes y sin hacer ruido, se hubiera acercado a la puerta entreabierta y hubiera espiado a Sara mientras ésta se comía las tetas y se dedeaba el coñito, el morbo de ver a su compañera tan caliente justo a unos pocos metros… y la tentación de entrar a la habitación y ayudarla a terminar en su boca. Me corrí a chorros…

¿Sería posible que eso llegara a ocurrir? Os lo contaré en un próximo episodio.

 


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