Complices.Conociendo el mundo swinger 1º

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Hola soy José, es la primera vez que me atrevo a escribir en estas páginas y contar unos hechos que ocurrieron hace varios años.

Siempre hemos sido una pareja donde no han existido secretos de ninguna índole entre nosotros, conocíamos nuestras vidas intimas de nuestras relaciones anteriores, cuando ella me relataba sus aventuras sexuales yo disfrutaba escuchándola, mi excitación aumentaba al punto de tener que desahogarnos echando un buen polvo.

Poco a poco en mi mente fue entrando la idea de que el sexo era una diversión y un disfrute, independiente de los sentimientos hacia mi esposa y que con complicidad entre ambos podríamos disfrutar también de forma conjunta o independientemente; así que poco a poco la fui convenciendo para que apartara los moralismos inculcados durante épocas pasadas y probar a sumergirnos con prudencia en el mundo swinger.

 Lo hablábamos en muchas ocasiones, pero sin atrevernos a nada.

Un día, en un viaje conocimos a Carlos y Lola, hicimos amistad y al ser de nuestro mismo lugar de residencia, nos llamábamos para salir juntos los fines de semana. Por las conversaciones que manteníamos supimos que conocían el mundo liberal y que les gustaban las playas nudistas. El tema nos puso en guardia, Luisa y yo nos miramos y comprendimos que eran las personas ideales para llevar a cabo nuestros deseos ocultos y les confesamos que teníamos curiosidades en el campo liberal.

Cierto día, después de una cena, tal vez nos pasáramos con alguna copa, nos animaron y propusieron ir a conocer un club de parejas que hay en una localidad cercana.

Comentando lo que allí se hacía, probar nuestros comentados límites, y vivir una primera experiencia de complicidad mutua, la excitación subió al máximo y entre bromas decidimos pasar por un sex-shop y comprar unos vestiditos apropiados para el lugar y protección por si las cosas se nos escapaban de las manos

Cerca de las doce de la noche, estábamos a la puerta del club swinger, llamamos y con cierto ocultismo, una chica elegantemente vestida y sexi salió a la puerta a recibirnos.

El local estaba decorado elegantemente y eso nos tranquilizó, una música agradable, suave y una luminosidad justa sin penumbra, pero sin mucha luz, nos situó en una dimensión donde el ambiente era propicio para crear cualquier situación morbosa. No nos enseñaron las instalaciones, Carlos y Lola ya lo conocían y prometieron ser ellos los anfitriones. Nos dieron unas llaves para que depositáramos nuestras pertenencias en una taquilla, empezaba el juego, había que desnudarse o cambiarse, acorde con el lugar. Luisa se resistía a ello y Lola la animó diciendo que era lo normal. Lola se desnudó mostrando su cuerpo y se puso aquel tipo de pareo que había comprado en el sex-shop.

Lola era una mujer potente, grande y fuerte, no era una mujer de curvas sinuosas, sí de grandes pechos y gran culo, sin ser gruesa tenía una anatomía grande y mucho que disfrutar.

Fue el momento de Luisa, con cierta timidez, pero con mucha sexualidad desabrochó su vestido largo y la prenda resbaló por su cuerpo acariciándolo suavemente hasta sus pies, con un movimiento decidido pero nerviosa dejo que sus bragas llevaran el mismo camino mostrando su sexo ya desnudo.

Mi esposa, se puso la miniprenda que había comprado, nos sorprendimos al verla, más que cubrir su cuerpo, resaltaba sus pecados. El espectáculo era excitante por lo deseado e inesperado, Carlos intentaba esconder su erección, se había empalmado al verla, y yo tampoco pude evitarlo, me empalmé también. Aquel mini vestido negro; se ceñía a su cuerpo como una segunda piel, sus pechos se marcaban al máximo y por el escote, su canal, se perdía entre aquellas preciosas tetas que pugnaban por salir de esa prisión; su cintura, marcada con el contraste de sus caderas hacían de su cuerpo una guitara melódica a punto para soltar sus mejores melodías, sus piernas, cubiertas muy escasamente, dejaban entrever entre transparencias un coño dulce, depilado y excitado a la vez.

Luisa era diferente a Lola, un cuerpo sinuoso, dotado con una cintura donde se columpiaban unas bonitas caderas que le daban forma de guitarra, piernas fuertes con unos muslos muy bien proporcionados y unas tetas erectas de un tamaño medio, donde los pezones cortaban el aire; su altura media de 1.64 la hacían una mujer muy elegante, muy apetecible a los hombres 

En contra de lo que yo me había imaginado mi chica estaba mucho más buena que Lola, eso me hizo dudar aumentando mi deseo de disfrutarla yo. Otra cosa es lo que ella pensara respecto a Carlos, que por los gestos y miradas los veía en muy buena sintonía.   

Con el atuendo acorde salimos de aquella sala y pasamos a un amplio salón con muchos sofás donde las parejas tomaban unas copas y se acariciaban, ocupamos uno vació en un rincón y nos sentamos, pedimos unas copas y nos pusimos a comentar el lugar, pero muy pronto Andrés cogió a Luisa de la mano y nos dijo, ¡venga que os voy a enseñar el lugar!

 Luisa se cogió a él y yo a Lola y salimos a ver aquello donde se presumía que había morbo en cada rincón.

Para no hacerlo muy largo os contaré el desarrollo de la noche en un próximo escrito…

Un saludo Siemprejuntos.


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