Complices.Conociendo el mundo swinger 2º

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Como os relataba en mi anterior escrito, nuestros amigos nos llevaron a un club de parejas y ya instalados tomando una copa, Carlos nos sirvió de anfitrión para conocer el lugar.

Carlos dejó su copa cogiendo a mi mujer Luisa y dijo, ¡vamos, os voy a enseñar el local! Viendo que Luisa se dejaba llevar sin mirarme tan siquiera, cogí a Lola y salimos tras ellos, yo observaba que Carlos conducía a mi mujer con cierto respeto, pero aprovechando cada ocasión para rozarle bien su buen culo o su pecho, aquello me ponía mucho y siguiendo su ejemplo apliqué la misma técnica con Lola que más que rehuir se afanaba en arrimarse a mí.

Subimos unas escaleras donde estaba la zona de los chicos; había habitaciones con camas grandes y pequeñas, reservados cerrados y una sala que llamó la del francés, donde había unos taladros en la pared por donde los chicos desde la parte de atrás pasaban sus pollas, por si alguien quería entretenerse en darles una chupada.

Bajamos a la parte baja que era la zona de parejas, donde los chicos salvo que fueran invitados por alguna no tenían acceso. Una cama enorme en un recinto albergaba varias parejas que hacían sexo sin miramientos ni cortedad. Lola se pegaba a mí de tal forma que su desnudez y la mía se entrelazaban, aunque sin mucha confianza en ese campo con Lola, fui acariciando en cada parada que hacíamos su buen culo con mucha cautela y tocando sus pechos para ver como respondía a aquellas caricias ya más elevadas de tono, ella no se oponía, al contrario, notaba como sus pezones se ponían firmes y duros, así que, notando sus deseos, perdí toda cortedad y mis manos bajaron a su vulva ya húmeda por su excitación.

Miré hacia Luisa y vi a Carlos con una gran erección poniéndole a mi mujer la polla entre sus cachetes.

Creí que íbamos a terminar los cuatro en aquella gran cama con las otras parejas, pero Carlos agarrado a Luisa continúo el recorrido.

Pasamos por una sala de masajes donde unos chicos masajeaban a dos chicas, comiéndoles sus pechos y sexo entre sonidos guturales de ellas.

En otra sala, un gran Jacuzzi albergaba seis personas que se despachaban a gusto entre risas y gritos.

Varios reservados cerrados con parejas en su interior, y al fondo del pasillo, una puerta forrada con un paño negro.

Carlos entró agarrando a Luisa ya casi en un abrazo, yo detrás con Lola también cogiendo todo lo que podía.

Al pasar aquella puerta la oscuridad era casi total pero fue total cuando pasamos una segunda cortina muy pesada, No se veía nada, nada en absoluto. Sabía que era Lola quien estaba a mi lado porque no la había soltado.

Varias manos cayeron sobre mi cuerpo, manos suaves de chica y más rudas de chicos, unas se posaron en la cabeza como intentando averiguar si de aquellos visitantes nuevos quien era el hombre y quien la mujer.

Noté como cogían mi polla y noté como otras manos se interponían entre la mía y el sexo de Lola que ya acariciaba yo sin cortedad alguna.

A punto de explotar por la excitación me abracé a Lola empujándola a una imaginada pared.

Jugando con la oscuridad la besaba en la boca, me comía sus pechos y sus pezones jugaban con mi lengua; así que empujándola en aquel magreo frenético llegamos a la pared esperada, pero cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que aquello no era plano, había un poyete de unos cuarenta centímetros donde a una altura ideal una persona se podía sentar justamente con su culo.

Allí le comí todo su cuerpo y cogiéndola en un esfuerzo casi inhumano logré izarla y sentarla en aquel poyete.

Lola jadeaba agarrando mi polla totalmente erecta, y mordiéndome el cuello me dijo. ¡! Fóllame ya que ya no aguanto más ¡¡. Sorprendido por la petición encontré el camino abierto y cogiendo mi polla se la apunté en aquel dilatado coño y muy despacio para hacerla desear, la fui metiendo hasta el fondo en aquel dilatado y mojado coño.

¡Ahhhgg, que bueno!, gritaba de placer.

En un mete saca largo y duradero noté convulsiones de su vagina y una fuerte tensión en sus muslos que me indicaban que se corría, y cogiendo mi culo me pidió que la apretara con todas mis fuerzas.

Explotamos en un fuerte orgasmo y durante un rato mi polla latía en su coño también palpitante.

Ya más serenos le pregunté. ¿Y ahora qué hacemos?, ¿nos vamos a un reservado?,¿por qué no sé si querrás que follemos otra vez?

¡¡ Hasta que no te queden fuerzas me vas a estar follando !!, ¡¡si es que eres capaz ¡¡, ¡¡me respondió!!

De pronto me acordé de mi mujer, ¿se habría salido al ver el maremágnum que había en aquel cuarto oscuro?? ¿Qué habría hecho? Yo sé que a ella le gusta la oscuridad, pero de ahí a lo otro….

En el próximo relato os contará ella lo que vivió con Carlos.

Un saludo de Siemprejuntos.


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