Negociando...

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
8430 visitas

Marcar como relato favorito

—¿Estás casado? Yo estoy casada, pero no tengo suficiente sexo. ¡Necesito más! No es mi estilo ponerle los cuernos a mi marido. Por eso he pensado que podría ser buena opción hacer de puta sin que se entere. Si hay dinero de por medio es como un negocio ¿no? No una infidelidad. Es por placer. Busco un hombre agradable, educado y atractivo que comparta mi pensamiento. Edad mía 40 años.

Ese era el texto del anuncio que leí. Y escribí, respondí:

"Ejecutivo maduro, dispuesto. Tenemos tiempo para concretar todos los detalles. Un negocio es un negocio. Se paga por lo que se ofrece y se da. Seriedad y discreción".

Ella respondió. Y empezamos el trato.

—Me excita tu penúltima frase. Da a pensar que entiendes y que te da morbo la situación, además de que tienes imaginación.

“Acertaste en tu pensamiento. Tengo muy claro que es lo que quiero, y estoy dispuesto a pagar por ello. Como tú dices, se trata de hacer un negocio. Te vendes a cambio de algo. Y yo compro tu tiempo y tu cuerpo.

¿Morbo? Mucho, es la base de mi deseo. Y la discreción. Por eso te escribí, porque una casada seguro que quiere la misma discreción.

Y si quieres, puedes... Yo estoy dispuesto.”

Bien. Sinceramente me dan "calentones". No sé hasta dónde sí quiero, puedo. Pero me excita sobremanera la situación de ser "comprada".

¿Qué es lo que tienes tan claro concretamente?

“Tenerte, que te des a mí por dinero. Que te pague para que te muestres amable, atenta, y que me guíes a través de tu cuerpo para llevarte al orgasmo. Es un contrato... por un tiempo definido, y yo pago la cantidad que tu pides, por un servicio que incluya miradas, caricias, tocamientos, que me permita sacarte la ropa que considere, sin llegar al desnudo íntegro, porque me gusta sentir que es una situación que explota pasionalmente, y que no deja tiempo a la desnudez total. Que pueda amasar, lamer tus pechos. Y que mis dedos jueguen con tu clítoris hasta que me pidas que te penetre. También sexo oral, delicado y potente. Como mujer que se vende, has de ser muy estricta con tu conducta, y saber hacer el papel de que no quieres... pero que te gusta, porque te interesa sentirte así, comprada por un espacio de tiempo. Y como puntualización, no practicaremos sexo anal.”

Quiero que me lleves a una habitación de hotel y cruzando la puerta me dé cuenta de que ya no me puedo echar atrás porque he hecho un trato. Que te sientes frente a mí, aunque me mate la vergüenza, y hagas que me desabroche la camisa y baje las copas del sujetador, porque quieres ver lo que has comprado. Después que me gire y me quite las bragas por debajo de la falda y te las dé. Entonces, te levantas y me subes la falda, me metes la mano, me sientes mojada y dices que crees que has hecho una buena compra. Y cuando me la metas la primera vez me hagas mirar como empieza a entrar y me hagas saber que vas a tomar lo que quieras porque es tuyo.

“Exacto, porque me perteneces por el tiempo comprado. Te giraré de espaldas a mí, y te ordenaré que te apoyes en el tabique, con tus manos a la altura de tu cara, y tu mejilla apoyada en la pared. Entonces será cuando te levantaré la falda y manosearé tus nalgas, y te pediré que no rechistes, que te has vendido y que tienes que hacerlo. Colocaré un pie entre los tuyos y te obligaré a separar más las piernas, para poder hundir mis dedos entre tus muslos, y sentirte mojada. Y te lo haré saber. “Te gusta nena, porque estás empapada. No te resistas. Cuando aceptas un dinero por dejarte tocar, debes ser condescendiente. Así que ahora, calla, y siente...” Sé que es tu primera vez como puta, como mujer que se da por dinero. Y eso te excita, y no puedes negarte a los caprichos que te ordene. Con respeto y educación. Y vas a hacer y dejarte hacer todo lo que te diga. Está en el acuerdo. Y eres una mujer de palabra. Tienes ahora el objetivo cumplido, y has de disfrutarlo. No te resistas. Entrégate y pide...”.

Callo, siento y consiento. Noto como nada mí me pertenece. Que sólo puedo asentir y dejarme llevar. Me queda suspirar y gemir. Con tus manos sobándome a tu antojo, andando a sus anchas por cualquier rincón de mi cuerpo, acariciando, apretando, deslizándose, amasando. Sabes que sólo estoy aquí por dinero y, sin embargo, mis pezones están duros y mi sexo mojado. Gimo, tiemblo, me arqueo de ganas de que me tomes por completo. Te tomas tu tiempo, vas a hacer lo que quieras y te vas a deleitar a tu ritmo con lo que has comprado. Me excita, sí. He hecho un trato y ya no hay retorno. Soy tuya según lo acordado. Y quiero verte abriendo mis piernas, metiendo tu mano y tus dedos en mi sexo, mirándome a la cara y que me hagas ver como manoseas lo que es tuyo y como me lo separas con los dedos. Me sonrojo. Me miras. Me dices que siga mirando y me preguntas si me excita saber que vas a hacer lo que te apetezca.

“Voy a conseguir que, a pesar de tu vergüenza, de lo nuevo de la situación, acabes suplicando que te penetre, que te folle, que te la meta hasta el fondo. Y que no pare hasta que los dos nos corramos. Voy a jugar contigo hasta el límite donde ya no puedas más, y ese deseo se vuelva obsesivo. Que se borre de tu mente el miedo inicial. Que toda tu cabeza solo sienta esa sensación de haberte vendido a un hombre, de ser suya, y de no haber paso atrás. Y que... una vocecita pequeña en tu interior, te repita constantemente que te gusta, que es lo que buscabas, y que así lo quieres. Entonces, entre tus gemidos, me lo vas a decir con esas palabras. Te colocaré a cuatro sobre la cama empezaré a bombear tus adentros, suave... lento, para que me pidas enloquecida que acelere... Pero aún me queda mucho para hacerte sufrir... de placer”.

Sí. Es lo que busco. Que me hagas ponerme a cuatro patas y saber que eres tú el que mandas. Que pases tu mano y tu polla por mi sexo, que sientas mi ansiedad por tenerte dentro, me penetres y, cuando crea que tengo lo que deseo, la vuelvas a sacar y me digas que sabes de esa vocecita que me grita que lo estoy deseando pero que es cosa tuya decidir cómo, cuándo y cuánto vas a follarme. Que para eso estoy vendida y precisamente por eso vas a disfrutar de mi cuerpo y de mi deseo lo que a ti te plazca. A cuatro patas, cuando crea que por fin voy a conseguir que no dejes de follarme, me dirás que me dé la vuelta gateando sobre la cama, que quieres meterme la polla en la boca. Tendré el sexo abierto y mojado, el culo levantado, deseando tener una polla entre mis piernas, mientras me pongo a lamerte con toda la profesionalidad de una mujer a la que un hombre le ha pagado por su sexo, y tiene el deber de hacerle disfrutar comiéndole la polla con sus labios y su lengua.

“Me agarraré la polla con la mano y la pasearé por los labios de tu coño. Frotaré con la punta y la piel bajada, tu clítoris. Carne con carne. Y te diré que disfrutes, porque te la meteré toda, cuando yo quiera. He pagado por ello, y como buena puta, tú estás para obedecerme. Entonces te obligaré a que te gires, que abras la boca, y te la meteré entera. Y te diré que chupes, sin tocarla con las manos. Y que ni se te ocurra tragar saliva, que babees por la comisura de lis labios. Te cogeré del cabello, y te follaré la boca.”

Y yo haré lo que me digas...si es sin manos, es sin manos, y debo hacer bien mi trabajo. Te la lameré de arriba a abajo, pasando la lengua y los labios para luego empezar a chupar el capullo y que acabe toda en mi boca. Bien lamida, que te oiga gemir de placer y que estoy siendo una buena puta. Toda llena de saliva, dentro de mi boca caliente, y hasta que la saliva me caiga por la comisura de los labios.

“Has de aprender a ser bien puta. Sé que es lo que quieres, y yo te enseñaré. Y cuando te la meta a cuatro patas, te cachearé las nalgas, por ser mala... En cada momento de tus días y tus noches, quiero que recuerdes que has aceptado un compromiso. Mujer de palabra, has dado la tuya. Y yo he comprado tu cuerpo. Me pertenece. Ya no hay marcha atrás, salida de emergencia ni retroceso. Acepté la oferta. Me vendiste tu voluntad. Y cuando termine el confinamiento, serás mi puta. Lo que tú pedías. Puta, sin poner los cuernos a nadie, porque se trata de una mera transacción comercial. Tú vendiste y yo he comprado. Y tendré, sin pasar del límite, tu cuerpo y tu mente para mí. Tu solo obedece...”.

Ahora la suerte ya está echada, y el contrato en firme. Solo queda esperar que levanten la veda. Ya os contaré cómo sucede todo.

Y, una oferta, aprovechando la coyuntura. Si eres mujer, y te apetece… solo tienes que escribirme y lo hablamos…


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed