EL HUMANOIDE, PAREJA PERFECTA 2

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Al llegar aquel verano del año 2.045, como todos los años a Susana le tocó hacer un alto en el camino en su vida profesional, y la empresa le concedió tres semanas de vacaciones. De modo que la neuróloga le propuso a su especial compañero ir a pasar  unos días a Olot, que es un hermoso pueblo de la provincia de Gerona,

- Me parece bien. Seguro que es un lugar estupendo - le respondió Robin a la mujer.

En pocos días hicieron los preparativos, y se dirigieron a dicho lugar donde visitaron los mágicos parajes naturales por los que discurrían sinuosos ríos de agua cristalina, algunos de ellos cruzados por pintorescos y rústicos puentes; como asimismo se adentraron en un parque natural que es zona volcánica; y posteriormene estuvieron en algunos museos. 

En una ocasión se detuvieron en un restaurante a almorzar, aunque Robin  que no dejaba de ser una máquina y se alimentaba por otros medios no probó bocado. Entonces él se dedicó a mirar fijamene  a la dama mientras comía.

- Oye, Robin. Haz el favor de no mirarme así que me pone nerviosa. Es como si para ti yo fuese un bicho raro - se incomodó Susana.

- Perdona. No quería molestarte.

- Y otra cosa. No me trates siempre con tanta cortesía, que al fin y al cabo somos pareja.

- De acuerdo. No lo haré. Te trataré con más naturalidad.

- Bueno.

Tras una pausa Susana le dijo al tiempo que cortaba un pedazo de carne de cordero que se lo habían hecho a la brasa.

- Me gustaría proponerte una cosa.

El humanoide se puso a la expectativa.

- Tú dirás.

- ¿Qué tal si adoptásemos un hijo? - le expuso ella como lanzándole un reto-. Piensa que el deseo de una mayoría de mujeres es ser madres y yo no soy ninguna excepción.

- Lo comprendo perfectamente. Adoptaremos a un niño si esto te hace feliz.

- Sí. Pero cuidar  y educar a un niño no es cosa fácil, porque ellos son imprevisibles. ¿Sabrías tú educarle como un buen padre?

- Lo intentaré. Tengo mis recursos.

Susana no quedó convencida. A pesar de que su relación con el humanoide no presentaba altibajos; era como si se deslizarse en un lago de aguas tranquilas ella empezó a sentir un incipiente hastío. La realidad era que había un insondable abismo entre los dos, que estaba sintetizado por la diferente naturaleza física y mental de ambos. Por ejemplo en aquel magnífico almuerzo no podían compartir los sabores de los típicos alimentos de la región. Por juntos que estuviesen, no dejaban de estar solos consigo mismos, en su mundo tan particular como incompatible.

- ¡Robín, ¿Es que todo lo que yo te diga me piensas dar la razón como a los locos?! - le espetó Susana-. A veces soy una mujer lunática ¿me oyes? Hay días que me siento muy optimista, pero hay otros que me pongo histérica y lo echaría todo a rodar. Y me equivoco un montón de veces. ¡No soy tan perfecta como te imaginas!

- Eso ya lo sé. Pero tengo entendido que estos cambios de humor les pasa a mucha gente. No tiene ninguna importancia. Lo que en definitiva cuenta es que se vuelva a recuperar el equilibrio emocional, y eso tú lo llevas muy bien - repuso Robin con parsimonia, dado que él fiel a la primera ley de que no podía perjudicar en ningún sentido al género  humano no estaba capacitado tampoco para llevar la contraria a su compañera.

- ¡Oooohhh! - exclamó ella irritada-. Contigo no se puede discutir. Pareces un hombre "calzonazos" que se somete a la voluntad de la mujer como si ella fuese su mamá.

- Siento que me veas así. Pero yo no puedo evitar de ser quien soy.

- Ya,  ya...

Susana como un ser humano que era estaba sujeta a una viva e inestable emotividad, que necesitaba equivocarse en las cosas grandes o pequeñas de la vida; sobre todo en las relaciones personales, para que luego a ser posible poder rectificar y empezar de nuevo una nueva andadura. Necesitaba tener la referencia del conflicto, para ir hacia la armonía. Ella como todo el mundo partía de la infelicidad para poder valorar lo que era la felicidad que en esencia era tan imperfecta como ella misma. 

En su caso particular, hubiese querido discutir con Robin sobre cualquier asunto doméstico o laboral  pero por lo visto aquello era imposible. Ahora Susana veía claro que su tio Amadeo tenía razón al cuestionar su unión con un humanoide.

¿Entonces el amor inicial que había sentido por él había sido un simple sueño romántico que era fruto más de una necesidad afectiva pero carente de riesgos debido al temor de ser decepcionada como con su anterior marido, que de un sincero sentimiento en sí ? ¿Se había engañado asimisma como muchas otras personas hacen con su compañero sentimental? Esto parecía ser.

Una vez que se terminaron las vacaciones, la pareja regresó de nuevo a Barcelona, pero ella tomó un amante de carne y hueso que conoció en el laboratorio y que la hacía reír, pero que también la haría llorar, por lo que rompió su relación con el humanoide pensando que aquello no le afectaría demasiado.

No obstane se equivocó, porque Robin a pesar de ser tan racional y tan plano uno de sus cables similares a una neurona de su cerebro psicotónico se obstruyó y dejó de ser tan eficaz en su profesión como antes.

A lo mejor el humanoide sí que tenía un atisbo de sensibilidad.

                                                            FRANCESC MIRALLES

 

Era cierto que Susana vivía una relación sin altibajos; era como si ella nadese en un mar de aguas tranquilas en el que nunca sucedía ningún percance., pero tanta estabilidad 

 


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