ALGUNAS CONFESIONES RELATIVAS A MI AUTOEROTISMO (MASTURBACIÓN)

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Resumen: les describo algunas técnicas, pensamientos, sensaciones y sentimientos al respecto.

 

 

     Hola a toda la gente que me lee. Como ya saben, mi nombre es Carelia y tengo 35 años al momento de escribir este texto. Probablemente mis primeros serios intentos de llevar a cabo este hermoso acto íntimo comenzaron durante los inicios de mi desarrollo sexual. Entonces era realmente una novicia y estoy muy contenta de que mis primeros avergonzados intentos hayan crecido y evolucionado como yo. Me gusta pensar que la masturbación es un momento especial que reservo para mí misma. Puede ser un momento para experimentar y puede ser también un precioso espacio en el cual revivo algunos momentos maravillosos.

     Antes de continuar, quiero decir que siento que he sido bendecida por haber tenido dos personas muy especiales en mi vida. La primera es un hombre, que conocí al principio de mis veintes. Su nombre es Julio. Él es y siempre ha sido muy sensual, un hombre muy preocupado que me enseñó a cómo relajarme, a tomarme mi tiempo y dejar que el sexo se convierta en una gran y maravillosa aventura que puede abrir las puertas a esos lugares secretos en los que soñamos pero que rara vez pueden descubrirse. Es interesante ver que hace muchos años me dijo que él pensaba que mi característica física más hermosa era mi vulva. Él la llamaba una flor preciosa y puedo acordarme que pensaba: "Oh, Dios, ¡amo a este hombre desde siempre!". Puesto que sus flores favoritas son las orquídeas, mi vulva se convirtió primeramente en su orquídea, luego en su orquídea salvaje y finalmente, en una orquídea salvaje y muy mojada. Circunstancias de la vida impidieron que nuestra relación fuera permanente en el sentido de ser única, pero de todos modos continuamos compartiendo un maravilloso vínculo que nos ha mantenido juntos por casi tres quinquenios.

     Mi segunda bendición llegó más o menos simultáneamente, creo que un poco antes, pero ha sido igualmente tan satisfactoria de muchas, muchas maneras. Nadia Nozhatú es una mujer que conozco hace casi veinte años. Ella es una mujer encantadora y adorable de 37 años que siempre ha mantenido una juvenil pasión por la vida. Su orientación sexual parece cambiar tan frecuentemente como el tiempo, pero esto es algo con lo que ella parece que siempre ha estado muy cómoda. A lo largo de los años siempre me ha dicho diciendo que le encantaría pasar una noche mimándome. Esto no hacía más que avergonzarme, pero por alguna razón, cuando me hizo la propuesta nuevamente hace unos dos meses, me sorprendí incluso a mí misma diciéndole que sí. Sus mimos me han mandado literalmente a la luna y me da rabia no haberle aceptado esto mucho antes. Aún estoy aprendiendo, pero me he enamorado rápidamente de los placeres que dos mujeres pueden compartir. Espero muchas, muchas más lecciones y tantos mimos como Nadia quiera otorgarme. Hasta ese momento, tan solo habíamos compartido juntas unos cuantos buenos ratos; sólo eso: ratos, alguna hora, y nada más.

     De esta manera, es así como llego a estar donde estoy ahora. Y afortunadamente, para mí, estas dos personas muy especiales en mi vida me han enseñado que hay una tercera persona muy especial. ¡Yo! Entonces, cuando llega el momento de atenderme, trato de hacerlo memorable y significativo. Masturbarse puede ser rápido, ruin y sucio o tan prolongado como cuidemos hacerlo. Sin embargo, es un hecho que, si no estás mentalmente en ello, no va a ocurrir. Entonces, cuando hago una cita conmigo misma, me tomo el tiempo para prepararme y estar lista para una noche maravillosa.

     Me hago las uñas, me ducho, arreglo mi cabello y, en síntesis, hago todo lo que pueda hacer para hacerme ver y sentir atractiva. Bajo la cama, enciendo las velas y, dependiendo de mi estado de ánimo, puedo agregar un poco de música de fondo. Pongo una toalla de baño suave y mullida sobre la cama. Lleno una taza pequeña con lubricante en gel y selecciono algunos juguetes que pienso voy a usar. Tengo una chaqueta de cama de seda de encaje blanca que guardo para esta ocasión, y cuando veo que todo lo demás está en orden, me la pongo, salto sobre la cama y allá voy.

     Mi lugar favorito adonde voy es, mentalmente: “Aquí está lo que yo quisiera que me hicieran”. Me imagino que cualquiera, Julio o Nadia, está en el cuarto mirando. Mi papel es mostrarles exactamente lo que me gustaría que ellos me hicieran. Comienzo poniéndome de rodillas sobre la toalla sentada derecha. Me aseguro de estar generosamente lubricada y esto normalmente me lleva a un juego de toques. Estar en esta cita no es distinto a estar en cualquier otra. Sé que la cama es donde quiero terminar, pero lo que ocurre cuando llego depende de cómo me siento y cómo respondo cuando comienza la acción real. Siempre me sorprende que puedo terminar en lugares que no pensaba que podría.

     Levanto apenas mi cuerpo para que ambas manos tengan libre acceso a mi preciosa orquídea. Un masaje lento comienza el viaje y mi mente está enfocada en lo que él hace. A veces quiero permanecer como la perfecta señora dejando que el sexo sea lento y cariñoso. A veces me siento un poco prostituta y quiero ser penetrada con energías y rápidamente. A veces me gusta un poco de estimulación anal; a veces quiero cada centímetro de ese pene maravilloso introducido en mi ano. A veces deseo tener el control y permaneciendo arrodillada y encima; a veces sólo quiero apretar mi cabeza en una almohada y, en esta posición perrito, decir: “Haz lo que quieras, pero por favor hazlo rápido”.

     Una recomendación. Si van a usar juguetes, dildos y vibradores, experimenten, pero lo que funciona mejor es la mercadería de calidad. Después de todo, ustedes se merecen lo mejor.

Me gusta pensar en ese primer orgasmo como el comienzo. Usualmente me mojo mucho lo que justifica por qué uso la toalla. Desde ese lento masaje inicial, generalmente comienzo estimulándome con los dedos. Mi clítoris es muy sensible y responde rápidamente a cualquier estimulación. Mientras que no encuentro que tocarme los senos realmente mejore la experiencia, me gusta sentir la suavidad de la seda deslizándose por mis pezones. Tocarme la vulva me lleva a insertarme un dedo, a veces dos. Tengo un vibrador anal, que es largo, pero no demasiado grueso, y con un poco de insistencia y mucho lubricante, suministra una atención maravillosa a esta área a menudo no tenida en cuenta. Enciendo el vibrador en intensidad baja y normalmente comienzo por terminar “a baldes”. Todo proviene de la estimulación del clítoris, pero simultáneamente me gusta la sensación de algo adentro de mí. Esta señora usa un suave vibrador gelatinoso, llamado “Dedos Mágicos” que excita, retuerce y descubre cada área de mi vagina mientras los "dedos mágicos" hacen su trabajo sobre mi clítoris. A esa metafórica prostituta que hay en mí le gusta un llamado a la gran diversión.

     Es ensoñador. Es apasionado. Puede ser tierno y amante. Puede ser rudo. Lo único que siempre ocurre, es que miro, observo, y esto es lo que deseo. Si realmente quieres poseerme y quieres hacerlo bien, entonces presta atención. Y cuando llegue tu turno, sabrás exactamente qué hacer y qué hará a esta señora muy feliz y la hará estar muy agradecida.

     Tampoco he compartido esto con ninguna de esas personas especiales de mi vida. Me gusta guardar esta tarde para mí misma y cuando esté con cualquiera de ellos, los dejaré explorar y descubrir lo que me hace “tictac”.

     Entonces, señoras, el tiempo pasa. Planeen y hagan esa cita especial. Hay una persona maravillosa que espera una cita y no se sorprendan de lo fácil que es portarse mal.


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