Lo que cuentan los sueños

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En un pasaje gris y oscuro solo se escuchan mis pisadas que suenan como gotas de agua en una tormenta. Frente a mí, una tienda, entro, la gente anda con sus carros y su compra para llevarla de nuevo a la oscuridad, pienso, delante de mí, un hombre, viejo, con vestido de mujer mayor, nos miramos, sonríe repugnantemente, me insulta cuestionando mi inocencia y mi forma de ser humano, no deberías tener esos fetiches, se ríe. Salgo de la tienda con dolor en el estómago cuando siento que me siguen, volteo mi vista y ahí está, ese viejo me persigue en la oscuridad carcomiéndome y como si no pudiera moverme llega ante mí, su mano, gorda y llena de venas toca mi cuerpo y siento tanto asco que podría vomitar todos mis órganos, aun así no puedo moverme hasta que su mano está en mi cuello y su áspera y odiosa voz me susurran ``Porque no me muestras todas tus asquerosas fantasías´´ de repente todos mis sentidos se desvanecen dejándome en un silencio emocional vacío, aprieto su entrepierna haciéndole caer, continuaba riéndose, no podía oírlo, pero sabía que lo hacía, en el suelo, a mi lado un gran clavo esperaba a ser recogido, ``Esta no es la primera vez, sabes lo que tienes que hacer´´ una voz que parecía ser mía. Me acerco al viejo y comienzo a clavar el largo clavo en su cabeza, como si fuese mantequilla y sin ninguna risa, emoción u otro sonido. Vuelvo y me encuentro en un baño, mi baño, mi madre está lavando mi cabeza bruscamente. El agua moja mis bragas y me doy cuenta de que estoy desnuda excepto por estas, empujo a mi madre, no quiero que me toque.  Mi madre me da la espalda y la miro, ella se vuelve hacia mí, sus ojos están rojos y con lágrimas caen como fuego por sus mejillas, desvía su mirada con la mía y vuelve a echarme agua en la cabeza quitándome todo el jabón. Mi cuerpo se refleja en el agua y de mis ojos ven la atrocidad de mi cuerpo. Mis costillas parecen querer salirse de mi cuerpo, puedo notar todos mis huesos, mi cuerpo entero con cicatrices. Miro a mi madre intentando formular una palabra, pero la toalla que me puso intentando taparme acallaron las palabras que sabía que aun así no iban a salir. Ella mira mi brazo o el desagradable hueso cubierto de piel que sostenía en su mano, las cicatrices, blancas, rosas y en superficie, le hicieron volver a llorar. ``Te has cortado de nuevo´´``Lo has hecho´´ yo gritaba una y otra vez que no lo había hecho, al menos no esas cortadas, pero mis gritos no eran escuchados en absoluto, solo obtenía más gritos y esquivas de sus miradas a mi cuerpo. Mi abuela ahí presente coge su móvil y llama a alguien a quien intento evitar que llame o al menos poder escuchar lo que dicen. La furgoneta blanca para justo en frente de mi casa, ya nadie me hace caso, ni me miran. Y de pronto corro a mi habitación,   todo, no todo, tengo que quitarlo. Palabrotas escritas por las paredes para acallar mi ira, el cuaderno donde escribía todo tipo de barbaridades, solo por el riesgo a que alguien lo encontrase, las cartas de despedida para los soldados del trabajo de historia, mi móvil, mierda, mi móvil, conversaciones con extraños de origen sexual para calmar mi necesidad de sentirme deseada, libros sobre violencia... todo estaba en mi contra, todo puesto y colocado casi como si fuera a propósito y esperara ese momento para salir a la luz, todo por porque, ni siquiera lo sé. Porque hacemos lo que hacemos. Arrastran lo que queda de mi cuerpo a la furgoneta blanca, me llevara a la oscuridad de nuevo, lo sé. ``No es la primera vez, ya sabes lo que hacer´´ mi cuerpo se vuelve tan ligero como el aire, la poca capa de piel se había evaporado y solo quedaban mis huesos. Solo queda eso de mí otra vez.  No los necesito, quizás es más fácil no tener a nadie para joderte o a lo mejor es porque los tienes a ellos por lo que deseas joderte. Que define a cada ser, tengo una naturaleza malvada, estoy rota o quizás simplemente soy. Lo único que se es que siempre estará la oscuridad y nunca será la primera vez, quizá me guste. 
Dicen que todos necesitamos a los demás para sobrevivir, pero yo pienso que lo dicen porque seriamos muchísimo más peligrosos sin nadie que nos importe herir o decepcionar. La mente es jodidamente aterradora.


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