MI AMADA SONDA URINARIA (2/2)

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Nuestro juego sexual habitualmente da comienzo desnudándonos y besándonos intensamente en la boca, con mucho manoseo mutuo. Luego es común que yo baje a su pene y le brinde bastante sexo oral, algo que siempre le ha complacido mucho, máxime luego que lo circuncidé, pero ese es tema para otro relato. El juego prosigue cambiando a que yo me siento en la cama y me levanto la pollera, que puede ser maxifalda o minifalda, dependiendo de la ocasión, y él me brinda una larga sesión de sexo oral, lamiendo cariñosamente desde la zona del perineo hacia arriba, subiendo gradualmente y centrándose en mis labios mayores y menores, la entrada de la vagina, donde suele introducir y sacar la lengua repetidamente y por bastante rato, ascendiendo a continuación hasta la sonda, que le fascina por la longitud que asoma de mi uretra hacia adelante, y concentrándose en la válvula de la misma, que saborea con delectación sin igual. Siempre me dice que le apasiona el suave aroma a orina que ésta tiene, mezclado con la fragancia sexual de mis secreciones vaginales.

Una etapa intermedia, como pausa para su descanso, la constituye su gusto por oler y besar mis bombachitas de encaje, de las que elogia su grato sabor y fragancia. Después, prosigue su estimulación lingual aplicando cálidas succiones y lametones a mi gran clítoris que, sobra decirlo, está muy agrandado en esas ocasiones y formando un encantador “pinocho” por encima de la sonda, y alcanzando los seis centímetros de longitud. A él le encanta retraerme el prepucio o capuchón, dejando mi glande al descubierto y estimulándomelo directamente. Por lo general, así es como alcanzo un orgasmo, el más intenso.

Sigue luego la penetración, en la que acostumbro ponerme encima de él en lo que se llama “posición del sometido”. Otras veces nos acomodamos en la “posición del perrito”, y entonces él, con una de sus manos, me masajea el clítoris y manosea mi sonda como si fuese a quitármela; pero no sale porque está bien colocada y sostenida. Me encanta que haga eso y juegue de ese modo erótico con mi clítoris y mi sonda.

Como a mí me gusta muchísimo establecer intimidad sexual con algo de ropa puesta, usualmente alguna minifalda, o también maxifalda, y que es otra de mis parafilias más usuales, entonces Julio a veces intercala sus penetraciones en mí con retirar su pene y masturbarse por un momento con mi pollera, lo que curiosamente le causa un singular placer y redobla su excitación. De hecho, muchas veces suele tener su orgasmo mientras se masturba con el pene envuelto en mi falda, eyaculando en la pollera y limpiándose todo el semen con la misma. A mí me encanta que haga eso, lo veo como un acto muy varonil de su parte.

Como opción alternativa, lo que a veces hago a fin de darle más excitación a Julio, es detenernos un momento y yo, semi sentada en la cama, levanto mi maxifalda, retiro mi sonda y me pongo otra nueva; o voy al baño a orinar, sentándome en el inodoro mientras mantengo la falda levantada y separo ampliamente mis muslos a fin de ofrecerle a él una vista maravillosa de mi anatomía al tiempo que abro la válvula y expulso la orina. Como entonces no es necesario lavarme, me levanto y dejo que la falda se extienda desde mi cintura hasta la mitad de mis pantorrillas. Enseguida es cuando se realiza la penetración y él alcanza su subsiguiente orgasmo. Creo que como Julio no hay otro.

Mención y párrafo especial merece el período en que estuve embarazada, a mis 25 años, hace precisamente un decenio. Hasta los seis meses de gestación, pude cambiarme yo misma la sonda; pero luego, en el último trimestre, ya se me volvía una actividad más dificultosa, dado el tamaño creciente del abdomen, por lo que tuve que contar con la asistencia de mi amiga enfermera que me atendía en ello, algo que de todos modos se me dificultaba por tener que adoptar una posición decúbito dorsal, es decir, acostada bocarriba, con lo que mi gran embarazo me fatigaba bastante en esos momentos. Tuve un embarazo que creció y se desarrolló mucho, así que generalmente tenía que estar acostada de lado cuando me iba a dormir; esto mismo me llevó a necesitar el uso de sonda permanente, aunque no lo hubiese querido, dado que el bebé me oprimía bastante la vejiga y sentía muy frecuentemente la apremiante necesidad de acudir a orinar, aunque luego solamente salía un escaso volumen de orina. Entonces, usar sonda de modo continuado se volvió en mi caso la única opción.

Todo lo que ocurrió en materia de vivencias relacionadas con la práctica del sexo durante mi embarazo, será materia para otra composición, porque debo decir que nunca dejé de establecer intimidad ni con Julio ni con Nadia, para deleite de uno y de otra, tanto como para mi propia complacencia. Pero ese es otro tema, así que no voy a desviarme del asunto principal de esta exposición.

Sólo una cosa más: como la sonda me asoma diez centímetros, e incluso algunas sobresalen aún más, acostumbro enrollarla un poco sobre sí misma, realizando una especie de bucle, para que resulte más cómoda de tener cuando me levanto la bombacha; o también la inclino hacia abajo, apuntando hacia el perineo, como si fuese un pequeño pene. Me encanta ese símil. Pero, así y todo, una vez levantada y ajustada la tanga, y precisamente por ello, es que de todos modos resalta un tanto por debajo del tejido y la lencería queda como “gordita”. Otro tema es mi gran clítoris, principalmente cuando estoy excitada y éste aumenta notoriamente, creciendo hacia abajo y adelante; en esos momentos, la prominencia puede ser notoria a cierta distancia, pero siempre cuido que esto sea tan solo en la intimidad de mi hogar. Si se tiene en cuenta y consideramos simultáneamente lo uno con lo otro, es decir mi clítoris excitado y mi sonda conjuntamente, mi tanga termina mostrando lo que aparenta ser un sugerente contenido que puede confundir, pero suele generar enorme excitación en quien contempla conociendo ambas causas. Es maravilloso que así sea, y honestamente me parece espléndido el poder compartir todo esto con ustedes. Espero sepan entenderlo en su justa medida. Creo que he sido bendecida por Madre Natura, y por nada del mundo renunciaría a lo que tengo en mi vulva ni a lo que hago desde mis 20 años. Es parte de mi ser, y son mis circunstancias que me definen como persona individual, distinta de las demás. Resumiendo, sencillamente y en pocas palabras, puedo decir que “Yo soy todo esto”.

Vaya, me estoy excitando, así que tendré que masturbarme. ¡¡Qué apuro!! Antes de terminar con este texto, les recuerdo que pueden comunicarse conmigo a mi correo electrónico; no olviden que pueden expresarse libremente y sin prejuicios, ya que prometo absoluta reserva. Mi mail es careliaarcadievna@hotmail.com

Desde ya, besos y ¡¡feliz orgasmo!!


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