Lengua francesa (IV) - El que piensa pierde

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
5438 visitas

Marcar como relato favorito

Continuación...

El instante del elevador revitalizó el deseo de Sarah más no hizo lo mismo con el mío, cuyo temple se bañaba en miedo y ansiedad bajo una capa teatral de calma; pensamientos de lo más absurdos me invadieron de golpe al entrar a la alcoba con la maldita charla previa «¿Y si hago mal a su camino? Ella esta pronta a casarse» mi mente divagaba en dudas cuando ingresamos a mi alcoba, los besos se tornaban pesados.

-¿Estas bien? Preguntó ella advirtiendo mi turbación.

«Piensa rápido» cavilé como quien quiere dormir y no puede porque su cabeza se obsesiona con ilusiones. La mente; que a lo largo de la historia ha sido capaz de llevar a la humanidad a volar por los cielos o a desafiar las leyes de dioses y hombres cual Ícaro batallando a la gravedad, puede tornarse traicionera ante los impulsos más viscerales e instintivos; que de alguna forma también encierran vestigios de astucia, nobleza y voluntad. O eso fue lo que entendí de una cortesana entrada en años con la que solía platicar hace ya mucho tiempo, ella se paseaba de jueves a domingo en horas avanzadas de la noche por la plaza principal buscando pichones para subsistir. "Yo finjo orgasmos porque puedo y me toca bebe; los manes son incapaces, ustedes ni siquiera pueden fingir que se les pone dura aún si su vida dependiese de ello" fueron las sabias palabras que me transmitió en ese entonces durante una noche de tertulia y bebida. Al parecer, aún con las atenciones, artes y encantos con los que contaba la forajida sus clientes más recientes se tornaban ansiosos y dispersos, ya sea por problemas personales o simplemente el ritmo de la vida contemporánea; un fenómeno que al parecer es más común de lo que se piensa y que afecta en demasía la calidad de la erección y como no, del coito si es que llega a consumarse en esos estados. Retomando.

«¡Ni mierda! No lo voy a permitir» Pensaba yo al haber recordado la charla de esa época mientras trataba de armar una barrera entre mi cuerpo y espíritu para hacer frente a la mente desbordada, tomé una bocanada de aire y exhalé profundo.

-Solo un detalle. Respondí algo más serio. Le indiqué que se sentase en mi cama, mientras sacaba del nochero varios caramelos de menta y tomaba un sorbo de vino.

«Bueno papi, a la de Dios, sin presión, pero parado a la batalla» me dije a mi mismo mientras me sentaba nuevamente a su lado observándola fijamente. Sarah vestía de negro rockero en su totalidad, su pantalón de lycra contrastaba con su chaqueta de jean de apariencia más formal la cual mantenía abierta, dejando a la vista el hecho de que solo llevaba brasier bajo esta. Podía distinguir que ocultaba otro tatuaje al costado izquierdo de su torso, parecía un colibrí. Sus ojos; con algo más de maquillaje que cuando la vi por vez primera, lucían más despiertos gracias a las sombras. Era linda a la vista de cualquiera, pero algo faltaba.

- Mira la peli que me han recomendado. dijo ella sacando su móvil - Creo que no he visto película más excéntrica. Su mirada y su sonrisa frágil me daba indicios de preocupación, sin duda quería distencionar el ambiente.

- Haber que tienes para mostrarme, dije solícito ante su iniciativa, ella estaba poniendo de su parte.

Sarah reprodujo la escena de una película que; a juzgar por la calidad, estaba entrada en años. Se podía apreciar el ambiente de un salón a oscuras donde cuatro hombres acompañados por otros dos; que iban armados, paseaban con linternas las cuales al iluminar el piso delataban a varios jóvenes de ambos sexos dispuestos en grupos y con el trasero al aire; era el concurso de culos de Saló o 120 días de Sodoma de Pier Paolo Pasollini. Ella no paraba de reír y burlarse del acto, mientras tanto yo la contemplaba absorto en sus expresiones que; sumadas a los tragos de vino que yo muy discretamente tomaba mientras el móvil reproducía la secuencia, me calentaban el motor. Tomé su carita risueña entre mis manos y le di un pequeño beso en la boca.

- ¿Que pasa? ¿Te calentaron los culos de los chicos del video más que yo o qué? Dijo entre risas desafiante y seductora, esa expresión de la que he hablado antes había regresado, no solo calmó mi ansiedad, sino que me puso a mil sobre la línea de ese tranvía llamado deseo.

- Que ricos culos ja ja. Respondí siguiéndole el juego mientras deslizaba una de mis manos desde su rostro a su cuello al que apreté ligeramente. Le dí una pequeña cachetada; sus ojos se abrieron como platos ante la sorpresa.

- ¡No vuelvas a hacer eso! Exclamó aún sorprendida, pero conservando su sonrisa pícara.

- Mi casa, mis reglas. Dije sonriendo y abalanzándome a su cara que quería comer.

- Me estabas asustando, creí que te había incomodado; dijo discretamente mientras yo mordía sus mejillas.

- ¡Pff! Puras mamadas; dije, ya estaba listo y con el pecho quemándome. Quedamos en la cama, yo encima de Sarah, sus manos se metieron rápidamente bajo mi camisilla, sus uñas y yemas recorrían mi espalda de arriba a abajo y viceversa - ¡Que pedazo de hembra! susurraba en su oído, esto le gustaba porque sacaba la lengua de su boca ahogada como una perra cada vez que lo decía. Víctima del calor absurdo y con mi verga tan dura como piedra para partir panela me saqué la ropa de un chasquido y me senté sobre sus pechos; aunque ella seguía vestida ahora la tenía sometida.

- Solo puedes tocarme de una forma. Le dije agarrando mi verga y asegurándome de poner mis piernas sobre sus brazos.

Sarah abrió sus labios y sacó su lengua, imploraba polla y ¿Cómo negarme?

Apenas cabía en su boca, sentía su lengua bajo mi glande que se chocaba contra su paladar, su saliva me mojaba la herramienta que luego sacaba para darle suaves golpes en la cara; mientras lo hacía me chupaba las bolas.

- Ja ja no te gustaron las cachetadas con la mano y ahora en cambio me lames los cojones mientras te doy en la cara con la verga. Dije con doble intención.

- Es grande y gruesa. Respondió recorriendo el falo con besos y volviéndolo a meter en su boca.

No he tenido muchas referencias de mi cipote más que el porno, algo que me acomplejó en sobremanera durante mucho tiempo debido a la pronunciada curvatura que poseo en dirección izquierda, sin embargo tal defecto; si es que se le puede llamar así, ahora se convertía en fuente de placer al momento de contemplar el como mi verga deformaba su mejilla derecha cuando se metía en su boca, esto sumado a la comisura en la parte izquierda de la misma que me encantaba en su expresión, hacía lucir a Sarah como una chica mala, toda una femme fatale conquistada y doblegada, la dama más perra de la jauría puesta a mamar.

Yo agarraba mi picha con fuerza, mi cadera marcaba el ritmo de la mamada, la mano que me quedaba libre se metía en su lycra; ella estaba muy mojada. Nuestras miradas se conectaron y sin necesidad de palabra me hice a un lado para quitarle sus botas, pantalón y tanga mientras ella se quitaba su chaqueta, la detuve antes de que se quitase el sostén pues quería hacerlo yo mismo durante la faena; entonces ella posó su cuerpo encima mío cual domadora, apenas había sentido superficialmente su coño con mi mano; ahora a mi vista lucía pulcro y depilado, era el momento de tantearlo con el garrote de carne; gotas comenzaban a derramarse por mi falo mientras ella abría su vulva, era más estrecha de lo que había imaginado, estaba muy lubricada pero me costaba entrar, ella estaba tomando sus precauciones y eso me estaba cabreando. Al borde de un estallido de furia rodeé su cadera con un brazo, mi otra mano apretaba su culo, ella no podía retroceder y no quedaba de otra.

«¡Pa adentro!» dijo mi voluntad y los gemidos de Sarah inundaron la habitación, su movimiento no era el más consistente, pero eso no era problema, su coño estrecho y caliente me daba el aliento para azotarla desde abajo como a coneja en otoño.

- !Oh si que rico, amor! decía mientras gemía con cada envestida y nuestros cuerpos se bañaban en sudor. Mis manos apretaban sus nalgas, mis dedos estimulaban su culito; las gotas de su flujo me recorrían las bolas las cuales estrellaba contra ella; entonces la tomé del torso, sus tetas aún estaban contenidas en el brasier que era la única prenda que le quedaba.

- Date la vuelta nena; le indiqué, quería penetrarla y sentir sus pechos, prominentes para su contextura pero justos en su medida para ser apretados por mis manos, mamados por mi boca y mordidos por mis dientes. Aún tumbado en la cama Sarah se volteó y recostó su espalda sobre mi pecho, quedando de piernas abiertas, entonces comencé nuevamente el bombeo desde abajo - ¡ Ay si papi! aullaba mientras estimulaba su sexo y la jaloneaban del brasier, su rostro variaba entre una sonrisa placentera y una boquita de puta que quiere que le den más duro, sus tetas brincaban muy rico con cada azote; de golpe sentí los huevos y el pubis bañados por sus jugos, Sarah se contorsionaba en espamos. Se había venido.

«No me vas a dejar con las bolas llenas» pensé al sentir el cambio de ritmo. La volteé entonces y la puse en cuatro para rematar. Ella volteó ligeramente su cara para verme.

- Dame como perra. Susurró nasalmente, malparida, ya sabe como ponerme; que rico.

La penetré entonces a un ritmo ligero agarrándola de su cabello y mordiendo su cuello cada tanto, de pronto comencé a sentir un choque entre mi glande y la pared de su coño que tambien se hacía más estrecho, el recorrido que hacía mi verga dentro de Sarah no era muy profundo, sin embargo estaba pegando en el punto indicado. Comenzó a gritar más fuerte - ¡No puedo más! dijo empujándome con sus nalgas y sentandosé en mi garrote muy fuerte, su vagina ahora me succionaba el miembro, sentía que se lo metía con todo y bolas.

 

- ¡Aaargh¡, exclamó ella de exitación y yo entre gruñidos; nos vinimos. Que mujer...

 

Sarah y yo quedamos con mucha frecuencia después de aquello. Con el curso a punto de acabar y la idea de que ella viajará para casarse he podido sobrellevar esa conciencia que se disfraza de razón y que a fín de cuentas no es más que una parte de la ansiedad colectiva de una época que ha olvidado que errar suele ser de humanos, igual que pecar; que presume de ser más libre pero que impone visiones falsas de la realidad de forma descarada y juzga la pureza del deseo instintivo más noble y transparente; una época en la que para muchas experiencias de la vida y los placeres el que piensa pierde.

 

 


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed