VIDAS PASADAS---PIRATAS (Año 1130 a 1220)  Parte 1-4

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                                              PIRATAS (Año 1130 a 1220)  Parte 1-4

Poco a poco lo fui introduciéndolo  en la nave, hasta que dejo de ser mi juguete  para convertirse en miembro de mi tripulación. Un día, mi gran amigo y compañero desde que empecé  la vida de piratería, se enfermo, el que navegaba el barco, se llamaba Oeslay al  que yo tanto admiraba y quería, pues me había estando cuidado desde que puse un pie en el navío, lo recuerdo como si fuera ayer, al subir  Awilda lo mando llamar, cuando vino le dijo; esta es mi hija Soliar, a partí de este momento tu serás sus manos, sus pies, su vista, ¿Qué quiero decir con esto? Que lo que le ocurra a ella, después te lo haré yo a ti personalmente. A partí de este preciso momento te la dejo a tus  cuidados, espero que la protejas y la cuides como si lo estuvieras haciendo a mi propia persona. Dicho esto me cogió la mano y me dijo; ahora te presentare a la tripulación.  Si Awilda la consideraba mi madre, Oeslay para mí era mi padre y verlo tan enfermo  me dolía un mundo no poder hacer nada por él. Por aquellos entonces tener 50 años era ser un anciano y con ello todos los achaques de una persona envejecida. Suee que sabía de mi devoción por él, estuvo cuidándolo como si fuera algo suyo. Un día Oeslay me dijo, Soliar ¿por qué no dejas que Suee aprenda a manejar el timón  y a pelear? Yo no estaré mucho tiempo más a tu lado y me gustaría que tuvieras un hombre que te ayude, hija esta vida es dura, en un futuro prométeme que la dejaras. A sin fui dejando poco a poco que fuera cogiendo obligaciones en el Escaléis. Aprendió a defenderse, a luchar, a manejar el barco, cocinar y porque no, aprendió a ser astuto sobre todo conmigo y así poder manejarme que para ser sincera y tengo que reconocerlo, me había convertido de piedra en todo este tiempo. Por aquel tiempo  Awilda estaba saqueando el Mediterráneo, pues había oído que España mandaría unos barcos llenos de tesoros, para ella era un reto, pues nunca antes había luchado en estos mares, pues había escuchado de boca de otros piratas  que quien saqueaban por él, eran bucaneros mandados de Inglaterra y Francia. Al enterarse por boca de otros que Oeslay se encontraba bastante enfermo puso rumbo a la tortuga, que  en aquel momento me encontraba buscando  un medico  de  confianza. Estando en la isla, acompañándome  Suee tuve oportunidad de poder hablar con el   más detalladamente, preguntándole como se le ocurrió ponerse nuestras iniciales  junto con los dibujos. Sonriendo me dijo; mi amor, en aquel tiempo era el único modo que encontré de que estuvieras unida a mi, día  y noche. Se veía feliz, su cara brillaba, desprendía un gran amor, me ponía nerviosa sentir todo aquello con solo mirarlo, estar cerca del, mi cuerpo ardía, no sabía porque,  pues todos estos sentimientos eran nuevos para mí. Lo que yo conocía se iba derrumbando, lo que yo sentía de todo estos años, iba cambiando, lo que yo había querido siempre, se iba desvaneciendo, mi corazón y todo mi ser,  iba volviendo a lo que era cuando tenía 10 años y me fui llorando, todo esto me empezaba a dar mucho miedo, pues no sabía qué rumbo tomaría. Estando andando por la isla me pregunto si era necesario bajar, así vestida, pues me dijo, mi amor me pones nervioso llevar tantas armas encima. Yo solía vestir, un pañuelo rojo en la cabeza, blusa blanca, pantalón ajustado rojo, botas negras por encima de la rodilla con grandes hebillas, un cinturón donde ponía un pistolón,  en la espalda solía llevar dos espadas cruzadas, en la bota un cuchillo. Aparte el cinturón eran unas cadenas de púas, muy buenas para luchar y coger al contrincante por el cuello si me encontraba en apuros. Le esplique en pocas palabras que la isla, bueno diría que no era muy segura,  aunque me conocieran y me respetaban, más vale cuidarse las espaldas.  Al encontrar al médico y estando ocupado decidimos esperar en la habitación de una taberna, pues nos había avisado que tardaría como dos horas  en acabar la cura que estaba haciendo, tenía que cortar una pierna, coserlo y hacerle  un remiendo.  Estando esperando y bebiendo terminamos haciendo el amor. Era tan tierno, tan detalloso, en poco tiempo supo averiguar lo que a mi cuerpo le gustaba,  la verdad, estando con él me gustaba que el llevara el timón, era, joo tan especial, que no deseaba que acabara, le dije tenemos dos horas, ves despacio y lo bese.

 

 

                                                          


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