LA CONSULTA
El reloj marca las tres de la tarde con 15 minutos, suspiro aburrida por la espera veo mí teléfono por enésima vez.
Porque no vine mejor ayer- pienso.
¡Lia Ikene!- gritan a lo lejos.
Me levanto con torpeza y camino hacia la puerta del consultorio, al abrirlo veo de pie a un hombre alto, moreno, con unos ojos negros chispeantes que me ven fijamente a través de sus anteojos.
Por favor siéntate Lia, dime; Que te trae por aquí hoy?- Dice con una voz gruesa e hipnótica.
Me siento enfrente de él, dejando mi bolso en la otra silla me siento algo perturbada por su voz, su mirada y ese aroma que invade el consultorio, es un perfume que reconozco, pero no sé cuál es su nombre.
He tenido mucho dolor en mi hombro izquierdo creo que el medicamento ya no está funcionando habrá que cambiar algo más fuerte o tal vez necesito una placa para ver que está pasando con mi vieja fractura para usar un inmovilizador- Le digo casi sin respirar para que no se me olvide a que venía en primer lugar.
Bueno señora Lia si ya tiene todo resuelto en relación a su padecimiento no entiendo que hace aquí, mande hacer una placa o suba su dosis de medicamento y santas pascuas no?- Dice con arrogancia y desdén.
Eso me irrita y saca del estupor en el que me encuentro, demonios este arrogante me atrae mucho y a la vez quiero patearle el rostro.
Doctor Arturo, no soy “señora” soy señorita aunque le cueste, y no vengo con intención de hacer su trabajo puesto que espere 45 minutos en esa sala de espera llena de pacientes para una consulta con su eminencia, así que lo que quiero es que me revise y determine que tengo y como solucionarlo si no le causa mucha molestia. –Le digo irritada, ¿qué se cree este maldito medico arrogante?
Sonríe ligeramente y me manda a la sala de auscultación para ver mi hombro, me descubro los hombros mientras el entra a la habitación, algo llama mi atención, un ligero ¡chic! Al cerrar la puerta.
Toca mi hombro con delicadeza, sus manos están tibias, está más cerca y su perfume regresa a mi nariz haciendo que busque en mi memoria el nombre de esa fragancia es hipnótico.
Creo que tu hombro está un poco caído, no los has ejercitado lo suficiente, es más; ¿cómo vas con el ejercicio?
Suspiro profundo enojada mientras tuerzo la boca.
Dígame por favor que no hizo una mueca de niña molesta- me dice divertido
No sabe preguntar otra cosa Doctor, que tontería con lo de los hombros caídos...
Quítate la blusa y el sostén, necesito verte sin nada para verificar el problema del hombro- Dice mientras escribe en sus notas
Me pongo helada, no pensé en que tendría que desnudarme frente a él, me quito la blusa y luego el sostén mientras escribe, Dios quiero que esto termine rápido.
Me mira sobre los hombros y me comienza a medir, levanto los brazos, pongo recta mi espalda y el solo ve eso, mis pechos desnudos se tensan al sentir su proximidad. Pasa sus manos por mi cuello y lentamente las desliza hasta mis senos cubriendo con sus palmas mis pezones endurecidos, una ráfaga de electricidad viaja por todo mi cuerpo, me besa con pasión, su lengua está hundiéndose en mi boca y yo me amarro a su cuerpo, Dios bajo esa bata esta un cuerpo tallado a mano, esta duro, del pecho al abdomen y ese olor me embriaga, ya no puedo más.
¿Ojos de niña enojada?, veras lo que hago con las niñas enojonas y contestonas- Me dice quitándome los pantalones
Le quito la bata blanca, los lentes salen volando junto con su camisa color azul cielo y sus pantalones quedan postrados en el suelo junto a mi ropa interior.
Besa mis pechos mientras me toma por el culo me levanta para ponerme en la mesa de diagnóstico, se mete entre mis muslos sin preguntar y su lengua me hace estremecer un pequeño quejido sale de mi boca, es imposible no gemir con las caricias de su boca.
Se asoma poniendo un dedo sobre sus labios en señal de silencio, a 2 metros esta una multitud de pacientes esperando.
Me baja de la mesa y me pone contra ella, siento como acaricia mi espalda hasta llegar a mis nalgas…¡¡ahhhh!! Siento como entra en mi fuerte, duro y como ahora él aguanta su gemido, me comienza a embestir mientras besa mi cuello. Toma mi cintura con fuerza apagando su grito ahogado. Sus piernas tiemblan el corazón le late rápido.
Safari, el perfume es Safari y me lo diste en navidad, sabes que esto pasa cuando pones esa cara…
Claro, Safari se lo di en navidad después de follar en la cocina de su madre.
Se viste sonriendo con esos ojos negros chispeantes me dice cuando estés lista te veo en el consultorio para darte la receta y usa el anillo pronto serás MI señora…
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales