Funeral Insólito

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Rigo me contó la última movida de su familia. No es por nada, pero se metían en unas historias de lo más surrealistas. Vivían en la casa grande que está en la zona del parque; los padres, los abuelos paternos y maternos y seis hijos, en total doce almas bajo el mismo techo. Rigo era el mayor de tres chicos y tres chicas y nos conocíamos de la terraza del bar "Sal si puedes", donde servían la mejor cerveza del barrio.

Pues el caso es que el padre y la madre eran grandes viajeros; todos los años se iban dos meses a los lugares más  exóticos del planeta. Les gustaba explorar culturas remotas de costumbres olvidadas.

Tenían una empresa que se dedicaba a la importación de muebles y objetos antiguos de decoración muy rentable, así que la familia gozaba de un status económico de nivel alto. Además los abuelos estaban forrados, sobre todo el abuelo paterno, decía Rigo.

Precisamente, cuando todo iba de maravilla y los padres estaban a punto de salir de viaje, el abuelo paterno apareció muerto en el sofá del salón y nadie se dió cuenta hasta diez horas después, cuando ya la posición del abuelo empezó a decaer. Fué un drama, pero poco a poco se superó.

Llegó por fin el día de la lectura del testamento. El notario fué a la casa y también algún abogado de alguien. Leyó el documento y no había nada que heredar. Simplemente un folio en blanco con la firma del viejo y la del notario.

- ¿Dónde está la fortuna del abuelo? - se preguntaron

El notario cerró su maletín y se encogió de hombros. Él ya había cumplido con la apertura del testamento, aunque no de su lectura... pues no había.

Pasaron los días y la familia no dejaba de estar en shock. Los padres se iban a Sudamérica pero al final cambiaron de idea y se fueron a Bali, una isla de Indonesia.

Allí les esperaban unos días de relax entre saunas y masajes en un resort de nombre "Call to Paradise". La masajista de pelo blanco detectó que estaban en duelo a causa de la muerte del abuelo, así que les aplicó las yerbas más apropiadas para la ocasión. Eso hizo que el matrimonio entrara en una especie de trance suave donde casi vieron al difunto abuelo.

Un poco trastornados le pidieron a la masajista otra sesión, pero más intensa. Ella no podía ir más allá, pero les dió indicaciones para ir a un pueblo de la isla Sulawesi, donde los ritos funerarios pueden ser experiencias muy profundas.

Hablaron entre sí y pensaron que si se ponían en contacto con el abuelo, quizás les indicaría dónde había dejado la fortuna.

La pareja tomó un avión y aterrizaron en Makassar al sur de la isla. Contrataron un taxi y se fueron al pueblo que les habían aconsejado en Bali. Cuando llegaron preguntaron por Amin Mahmud, el encargado de los funerales, al tiempo que se instalaron en la pensión del lugar.

Anochecía y el maestro de ceremonias Amin apareció cuando la pareja cenaba, se unió a ellos y empezaron una conversación, donde todo giraba en torno a la posible comunicación con los fallecidos. Parecía ser que para ellos es normal, que hasta le piden consejos a los muertos que habitan en la casa en cuerpo presente. También se hacen selfies y fotos en grupo, mitad de vivos, mitad de muertos.

Los padres de Rigo pidieron permiso para asistir a una reunión de muertos y vivos. Se pretendía pedir consejo al más muerto de todos, al más antiguo. Se reunieron en la enorme casa tongkonan y comenzaron la reunión comiendo y bebiendo. Algunos no comieron, solo tomaron el brebaje sagrado repartido por el maestro funerario. El matrimonio también participó y tomaron su parte.

Al cabo de una media hora ya hablaban todos; ya no había muertos, todos iban y venían charlando animadamente, hasta comían... y no poco; era como si hubiesen estado un montón de tiempo sin comer.

La pareja preguntó a los no-muertos si habían visto al abuelo, pero le dijeron que se moría demasiada gente como para conocerlos a todos.

¡¡¡Jajaja!!! Se descojonaban de risa los difuntos.
¡¡Ah!! contestó el padre mosqueado por las carcajadas de los no-vivos.

Mejor es que cuando llegues a casa, le preguntes a él directamente lo que quieras..., dijo el muerto muy vivo, sin dejar de reír.

Los padres se miraron fijamente y se les iluminó la cara. Al día siguiente hablaron con Amin y éste les cambió un libro sagrado por el reloj de oro del padre, también  le entregó algunos ritos para comunicarse con el más allá, claro está que el difunto tenía que estar presente, aunque solo quedaran los huesos. En el kit iban incluidas unas dosis de brebaje sagrado para la comunicación, eso sí, eran gratis.

Ya de vuelta en la casa familiar hablaron con todos y les pusieron al corriente de sus experiencias en Indonesia. Flipó toda la family, pero como eran unos frikis se apuntaron a lo que sea, con tal de conseguir una parte del botín que el abuelo se había llevado a la tumba. Esperaron a la Luna Nueva, tal y como había dicho el maestro funerario Amin; en torno a la media noche.
El padre y los tres hijos varones fueron al cementerio y rompieron la lápida del nicho, sacaron el ataúd, lo abrieron y...

¡¡Ostias que peste!!

El abuelo aún tenía buena pinta, un poco desfigurado, pero era él, fijo, con su traje y sus gafas redondas. Lo tomaron con cuidado y lo metieron en la parte de atrás del coche, entre los dos hermanos, Rigo iba delante y el padre conducía.

Llegaron a la casa y ya estaba todo preparado. En la mesa abundaban las viandas, el vino y el brebaje místico, pusieron al abuelo en la cabecera, donde ya de hecho se sentaba en vida y empezó la ceremonia, aunque la verdad, más bien parecía una fiesta a lo bestia. La música la puso el suegro: Cantos Gregorianos de los Monjes Benedictinos.

El olor era apestoso, pero la avaricia era más grande. Nadie rehuyó del brebaje; se lo trincaron casi todo. No había pasado ni media hora y la cosa ya empezaba a tomar cuerpo. La suegra del padre fue la primera que habló con el abuelo, aunque lo que decía no lo entendía ni dios. Luego se apuntaron a la conversación las niñas, y ya sin darse cuenta hacían cola para hablar con el difunto.

Sin embargo, éste se levantó y se fue directo al equipo de música, quitó los Gregorianos y puso los Ramones, luego agarró la botella de Licor 43 y les hizo señas para que siguieran con la fiesta.

Empezaron a bailar y lo siguiente que recuerdan es que aparecieron por allí unos hombrecillos verdes intentando parar la fiesta. La verdad nadie sabía porque querían chafarles la ceremonia del abuelo.

Resulta que el encargado del cementerio se encontró el nicho abierto y el ataúd vacío, así que llamó a la guardia civil y les informó de la situación y del nombre de la lápida. La G.C. investigó y fueron a informar a la familia. Ya en la casa, se encontraron con el fiestón y con el cuerpo del abuelo vestido con camisa a flores, short de color azafrán y sandalias a juego.

No sabían si pedir refuerzos o ambulancias, la situación era dramática cada uno iba a su bola hablando con nadie y chupando una sustancia negruzca que parecía ser el origen del colocón. Poco a poco la cosa se fué disipando y hasta aquí lo que me ha contado Rigo....

Quizás mañana cuando nos veamos de nuevo, me cuente como acabó todo y si consiguieron la pasta del abuelo.

 


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