Ratoncito Pérez

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                                                             Ratoncito Pérez

Anoche se quedaron mis nietos a dormir conmigo.  A uno se le cayó un diente y lo traía   en la mano, para ponerlo debajo de la almohada. Lo gracioso es que se le cayo anteayer, primero lo puso en su casa y después en la mía, no es tonto, no señor.. Suelen quedarse a dormir  cuando libro por las mañanas, digo por las mañanas, porque suelo tener siempre más de un trabajo jajajaja. Ahora os preguntareis como puedo escribir, trabajar en más de un sitio y tener vida familiar. No lo sé, a veces me pregunto yo también. Pero bueno ese no es el tema, Hoy quiero escribir sobre algo que descubrir hace tan solo  cinco  meses y tiene que ver con el ratoncito Pérez.

 Cuando yo era pequeña, no me acuerdo que años exactamente. Pues como cualquier niño se me cayó un diente. Mi madre siempre me a dicho que yo era muy traviesa de niña, pues me crie con  cuatro niños y sus amigos, hacia todo lo que hacían ellos y eso que yo soy la segunda de cinco. Nos llevamos muy poco entre nosotros, pero la verdad es que yo era la peor. Cuando tuve el diente en la mano planee como pillar al ratoncito Pérez. Estaba dispuesta a cogerlo sea como sea. No se me ocurrió otra cosa que atrancar la puerta del dormitorio, poner una silla delante, prepararme un vaso de agua y algo de comida por si me entraba hambre y me senté a esperarlo. Bueno no sé como ocurrió, como paso o sencillamente subió por la pared de la calle. La cuestión es que encontré un regalo debajo de la almohada de mi cama. Os prometo que yo no deje pasar a nadie, no me quite de la silla, ni me dormir. Todo  este tiempo cuando salía el tema yo preguntaba a todos, mi madre, mis hermanos y nadie sabía nada. Hace casi un año, exactamente  nueve  meses uno de mis hermanos más pequeño me llamo por un problema de mi madre, pues nos dimos cuenta que estaba perdiendo memoria. Tuve que pedir días libres e ir a ver en qué condiciones estaba. Bueno este es otro tema que os contare como la estafaron, volvamos al diente. Estando con sentadas las dos en el comedor, volví a preguntarle y me dijo; me tienes harta tanto preguntar. Tú no te acuerdas porque eras muy pequeña, pero cogí a tus hermanos, delante de ti y me puse a jugar con ellos al juego; anto pirulero. Metías la cabeza entre las piernas y claro esta no veías nada. Me costó mucho trabajo convencerte, pues eres muy testaruda, cuando lo conseguir tu padre entro y al salir puso todo como tú lo tenias. Como la memoria de un niño olvida según que recuerdos. En mi mente nunca tenía ninguna imagen de eso, ni del juego, ni de mi padre. Sabía que no existía, pero me gustaba pensar e imaginar cómo pudo entrar un estuche en mi almohada y sobre todo era el que a mí me gustaba, pues lo vi en un escaparate de una librería de donde yo vivía en Grana, Zaidin. Bueno quería compartí este bonito recuerdo con vosotros, pues aunque uno sabe que es un mito, a mi me gustaba, cuando nos reuníamos en mi casa contarlo como anécdota,  y lo curioso, nunca mi madre dijo ni mu.


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