E-mail entrante (III).

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
3017 visitas

Marcar como relato favorito

Tu mano cambia de rumbo posándose en mi muslo derecho mientras asciendes lentamente hacia mi culo por debajo del vestido. Aprietas una de mis nalgas mientras acallo un gemido e incremento la velocidad de nuestros besos, tu lengua juega con la mía sin descanso y me permito pasar ambas manos por tu cuello hasta acabar en tu cabeza. Tienes el pelo mojado y frío, un contraste perfecto para todo el calor que llevamos acumulando desde hace rato. La mano que mantenías ahora en mi nuca, se cuela por debajo del vuelo de mi vestido y tus dedos acarician todo mi contorno hasta posarse en mi cintura. Quiero decirte que quiero más, mucho más, que tu simple tacto me tiene a tu absoluta merced, aunque creo que eso ya lo sabes.

Voy desabrochando los botones de tu camisa mientras tus manos se acercan peligrosamente hasta mi sujetador. Separas tu boca de la mía lentamente, como si te costase despegarte de mis labios y resistir la tentación de seguir comiéndome. Agarras el final de mi vestido mientras me miras fijamente a los ojos y comienzas a deslizarlo hacia arriba, dejando mi cuerpo cubierto únicamente por el conjunto lencero que he escogido. Una vez te has deshecho del vestido, lo lanzas a alguna parte de la habitación que no me atrevo a mirar. Retrocedes unos cuantos pasos y te quedas mirándome un buen rato. Me repasas con la mirada de arriba abajo, constantemente, mientras yo no puedo evitar morderme el labio inferior. Tu mirada se para en mi sexo, después en mis pechos, y finalmente en mi boca.

Te sonrío, nerviosa. No me gusta no saber qué es lo que estás pensando. Me desespero por la impaciencia de que vuelvas a tocarme. De que te deshagas de todas mis prendas. De que me cubras de ti y únicamente de ti. Jadeo. Me sonríes mientras vuelves a pegarte a mí y diriges tu boca hacia mi oído.

- Me alegro de que hayas venido. Eres preciosa.

Tus manos vuelven a recorrer todo mi cuerpo, centímetro a centímetro, mientras me besas el cuello y lo recorres con tu lengua. Consigo deshacerme de tu camisa y, tras acariciar tu pecho, redirijo mis manos a tu pantalón. La sensación me abruma mientras una de tus manos repasa el contorno de mi tanga, y la mía lucha por ganarle la batalla a unos botones que no parecen estar por la labor. Me basta desabrochar dos de ellos para comprobar, satisfecha, que estás igual de caliente que yo.

De repente, me coges en vilo y me apoyas contra la pared. Muevo disimuladamente el culo para intentar sentir tu erección a través de mi tanga. Tu pecho se pega al mío, provocando el endurecimiento de mis pezones, que estoy segura de que sientes a pesar de la tela que separa por completo el piel con piel.

- No quiero que esto acabe nunca. -acaricias mi lóbulo con tus labios mientras comienzas a moverte hacia la cama. Mis talones se clavan en tu coxis, manteniéndome en mi postura ahora que siento parte de ti.

- Bésame. -te imploro sin saber cómo ni por qué.

Devoras mi boca con impaciencia, como si alguien fuese a entrar por la puerta y me fuese a robar. Te sientas al borde de la cama, mi culo apoyado sobre tus piernas mientras tus manos acarician mi espalda y juguetean con el broche de mi sujetador. Sujeto tus manos, apartándolas de mi cuerpo, y me separo lentamente de tus labios con un mordisco. Me miras, expectante. No puedes evitar redirigir tu mirada nuevamente a mis pechos, para volver a mis ojos con la mirada completamente teñida de lujuria.

Me levanto situándome frente a ti para asegurarme de que me ves por completo. Acaricio mi vientre subiendo hacia mis pechos, para parar en el broche de mi sujetador. Lo desabrocho cuidadosamente y lo dejo caer al suelo mientras te observo tragar saliva. Acaricio mis pechos con mis dedos, dibujando pequeños círculos alrededor de mis pezones sin quitar la mirada de la tuya. Deslizo mis manos nuevamente por mi tripa y mi vientre hasta llegar a la tela de mi tanga. Jugueteo con la goma y voy deslizando uno de los bordes hacia abajo lentamente. Primero te muestro el inicio de mi monte de venus para acabar dejando visibles mis labios mayores. Dejo que el tanga baje por mis piernas y doy un paso al lado con el pie izquierdo para liberarlo de la tela. Para liberar mi pierna derecha, me agacho sensualmente para agarrar el tanga, levantar el pie y coger la prenda. Vuelvo a levantarme y, sin dejar de mirarte, separo los dedos que sujetan el tanga, haciendo que éste caiga al suelo.

Terminas de deshacerte de tus pantalones mientras vuelvo a acercarme a ti. Me fijo en la erección ya poco disimulada que se muestra a través de tu bóxers. En el momento en el que vuelvo a morderme los labios, extasiada, me coges de los brazos y me haces girar quedando de espaldas a ti.

- Siéntate sobre mis rodillas. -de ti emana una voz ronca que me vuelve loca.

Obedezco sin apenas cuestionar lo que estoy haciendo. Tus manos se posan sobre mi cuello, acariciándolo con movimientos suaves y demasiado sugerentes. Van bajando por mi clavícula hasta llegar a mis pechos. Dejo caer mi peso sobre tu cuerpo para facilitarte el trabajo mientras tus manos cubren mis senos. Resoplo al mismo tiempo que los masajeas y juegas con mis pezones antes de pellizcarlos suavemente. Siento palpitar tu erección sobre mis glúteos. Tus manos continúan el recorrido que te has propuesto, acariciando ahora mi ombligo para después ir descendiendo por mi vientre. Separo mis piernas dejándome totalmente a tu merced, no me siento con fuerzas ni claridad mental para negarte nada, y tampoco quiero. Mi espalda se arquea en el momento en el que tus manos suben desde la cara interna de mis muslos hasta mis labios mayores. Comienzas a mordisquearme el cuello a la vez que una de tus palmas recorre mi intimidad. Suspiras.

- Estás muy mojada.

Asiento mientras apoyo mi cabeza en tu hombro y busco desesperadamente tu boca para perderme jugando con tu lengua. Separas mis labios mayores para acceder a la humedad que emano desde que empezamos a intercambiar mensajes, hoy más que nunca. Repartes mi lubricación por toda mi vagina, haciendo una visita turística de apenas unos segundos por toda ella. Tu dedo índice encuentra mi clítoris, hinchado por la excitación y las tremendas ganas que tengo de que te fundas ya dentro de mí. La mano que tienes libre comienza a juguetear nuevamente con mis pezones mientras comienzas a masajear mi clítoris en círculos, con una suavidad que me provoca un hormigueo por toda la columna. Respiro entrecortadamente cuando tu dedo corazón se introduce en mí, provocando que exagere aún más el arqueo de mi espalda. Combinas la estimulación constante de mi clítoris con la penetración del corazón y el anular por mi vagina, insistentemente, progresando en la velocidad de ambas estimulaciones. Gimo en tu boca mientras me masturbas sin cesar, notando cómo mis fluidos ahora se deslizan por tus piernas, y sintiendo que voy a explotar de placer en cualquier momento.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed