EL SUPERHOMBRE Y LA NADA

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Hace unas cuántas semanas que tuve que ir a la Bibloteca muncipal de la localidad en la que vivo para ir a buscar una novela determinada para leerla y posteriormente comentarla en una tertulia literaria, y tras haberla obtenido me dirigí hacia la estantería resevada a los pensadores de todas las épocas. Pero lo que más me llamó la atención fue que allí a diferencia de muchos otros célebres autores había una serie de obras entre biografías, estudios y tratados de un mismo filósofo alemán llamado Friedrich Nietzsche que vivió a mediados de 1850..

"¡Oh, ha llovido mucho desde aquel lejano ayer! ¿Quién se acuerda ahora de este hombre y de sus descabellas teorías?" - me reconvendría una mayoría de personas de todas las edades.

La verdad es que muchos de nosotros tenemos la simple idea de que un libro de filosofía es algo muy enrevesado, muy pesado de leer y sobre todo de compender. Esta hostilidad hacia el sesudo pensamiento racional también se debe en parte a que todo el mundo considera que España es un país extrovertido calentado por el sol, de buena comida, siestas y de fiestas populares, mientras que el Método filosófico es propio de gente aburrida, sosa que vive en paìses muy frios y que se dedican a especular; a buscar tres pies al gato al calor de la lumbre del hogar. Sin embargo esto no siempre es así. Aparte del discurso que se pueda ver en un libro es sabido que existe lo que se llama una filosofía de la vida como pueda ser el Estoicismo, el Hedonismo bien llevado, el Pragmatismo o el Existencialismo.

La cuestión es: ¿por qué en la Biblioteca pública había tantas obras de aquel pensador alemán? ¿qué tenía él que no tuvieran los demás? Y si yo iba a visitar otras casas particulares, asimismo vería en sus bibliotecas algún que otro librito de dicho personaje, aunque lo más probable fuese que sus dueños ignoraran sus teorías, pero que algo habrían oído. Esto me da que pensar que éste señor alemán desde hace  mucho tiempo está en el Altar Mayor del pensamiento occidental.

Según este filósofo todo acto humano está motivado por una voluntad de poder; pero él no se refería a un poder poítico sino animico.sobre uno mismo que emanaría de su más profunda autonomía individual, partiendo del convencimiento de una nada trascedental, divina, ya que según él no hay ningún Dios al que rendir cuentas el día de mañana. Pues Nietzsche estaba convencido que esta aurora de un nuevo mundo al margen de cualquier deidad daría paso al superhombre; es decir a una clase de humanidad con un alto nivel de creatividad en todos los órdenes, ya que para este pensador  el cristianismo era la doctrina de los sujetos pusilánimes y carentes de voluntad surgido de un decadente platonismo, así como también consideraba que el periodo histórico de la Ilustración y el Romanticismo que eran ramas del mismo viejo árbol cristiano estaba obsoleto y por esta razón él habló de la muerte de Dios que venía a significar el fin de una era; de un estilo de vida que había perdurado durante muchos siglos y que había perjudicado a la verdadera naturaleza del ser humano, y por tanto ahora se hacía necesario una nueva savia en la conciencia de la Humanidad.

 Este personaje que era muy consciente de que en la sociedad se extendía un estado de ánimo nihilista; un pasotismo que niega la existencia del alma humana y por tanto de cualquier valor trascedental porque en realidad todo es biologismo - vil materia- propiciando que en la mente de la gente se instalase el pensamiento del "todo da igual", él apostó por reinvindicar al dios olímpico de la antigua Grecia llamado Dionisio, que era la deidad de la agricultura y del vino; dicho en otras palabras el dios de la vitalidad. Si el ser humano se había convertido en un pasota insusbtancial, éste tenía que saber remontarse fijándose en las ganas de vivir y de crear al calor del dios simbólico Dioniso.

La postura crítica de este pensador alemán es muy comprensible. Su madre que era una mujer santurrona de armas tomar; muy tiránica, al igual que su hermana, ellas lo martirizaron en su infancia con la religión. Y es sabido que si al hijo de una familia su padre o su madre tratan de inculcarle con severidad, con rigidez cualquier doctrina o ideología, éste llegará un día en que se hartará, se rebelará y se decantará por el camino contrario, dado que lo que influye más en la conciencia de un sujeto es la forma cordial o antipática con la que se le imparte dicha enseñanza.

Sí Ha llovido mucho desde la época que vivió este filósofo llamado Nietzsche que casi nadie lee. Pero su manera de pensar todavía perdura en la actualidad en la que nadie cree en nada; ni por ende en sí mismo, aunque sí que ha triunfado el espíritu de un modo extremo del dios ludico Dionisio. Y es en este vacio exisencial donde han proliferado los oportunistas y los listillos de medio pelo que dicen saber de todo pero que no se han informado de nada.

Yo recuerdo que en mi país el mito religioso empezó a declinar hacia el final del Estado confesional a mediados de los años 60. Pues hasta entonces muchísimos hijos e  hijas de las familias de cualquier rincón de la península se hacían religiosos y se creían estar llamados por Dios. Mas cuando el poder eclesiastico se desinfló como un globo al ser pinchado con una aguja los conventos casi quedaron vacios de personal y no faltaron quiènes renegaron de toda creencia. Así que en aquellos tiempos, la gente salía de las iglesias, y muchos desmontábamos con pasión los inconsistentes sermones del sacerdote en los que se nos trataba de inculcar un sentimiento de culpa moral; cosa que en el fondo a nadie le gustaba, por lo que ahora se ha caído en la desvalorización de los valores humanos dando entrada a este alicaído del "todo da igual".

He aquí el éxito de la filosofía de este pensador alemán. Aunque a pesar de que muchos no tengan ninguna creencia metafísica - de un Dios trascedental- por lo menos yo todavía estoy esperando el milagro del hombre renacentista y creativo que profetizaba Nietzsche. Pero creo que haya muy pocas personas que lo consigan, porque lo más fácil es dejarse llevar por la desidia moral y renunciar al esfuerzo vital.

                                                            FRANCESC MIRALLES


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