Shay disfruta mirar conmigo, la TV.

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Eran pasadas las 10 al llegar. Escucho la tv en mi habitación, lo que me extrañó. Entro al dormitorio, y es Shay mi sobrina quien ve la tv en mi cama. "Termino esta película y me voy, ¿está bien? En mi cuarto y en la sala este canal no funciona" dijo. Mi respuesta fue tomar mi pijama, e ir al baño a cambiarme, aunque estuve muy tentado a hacerlo ahí mismo.

Hace poco tiempo que ella vive en mi casa. Shay tiene 19 años. Recién inicia un nuevo trabajo, y vive aquí mientras encuentra un apartamento. Al principio me opuse, pero su madre, mi hermana, me hizo cambiar de parecer. Es mi sobrina, y aunque no debería pensarlo es verdad: es bella, hermosa, más bien deliciosa.

Sus piernas, cintura, trasero, pechos y cabello, son acordes con su linda cara. Todo en un "delicioso paquete" muy deseable, aunque con la "fea costumbre" de circular por la casa con poca ropa, en número y tamaño, pero si para ella eso no es problema por qué lo iba a ser para mí.

De regreso a la habitación, imposible no oír los gemidos que salían de la TV por el sexo salvaje que se protagonizaba. E imposible tampoco, notar que Shay absorta en la peli, solo vestía una camiseta corta que dejaba ver la redondez inferior de sus pechos, así como sus puntiagudos pezones queriendo romper la tela, y un short tan estrecho que parecía estrangularle sus partes íntimas y seguramente también las nalgas. Su plano abdomen descubierto, muestra un perfecto ombligo. Todas mis hormonas se movieron con tal cuadro.

Terminada la agitada escena de sexo en la tv, Shay dijo: "uufff, que intenso". Solo atiné a decir: "cuando termines apaga y deja la puerta cerrada. Estoy cansado, trataré de dormir. Acomódate". A pesar de lo amplio de la cama, esperé ella se moviera hacia un lado, pero no captó el mensaje, o no quiso, por lo que debí acostarme en el espacio más afuera de la cama.

Mi ligero sueño se vio interrumpido de repente. En la tv más "gemidos", otra escena intensa pero lo más curioso de esto, es que la cabeza de Shay reposaba sobre mi brazo, como almohada. Gemidos y murmullos en la TV seguían. Al despertar, mi mano involuntariamente roza su larga cabellera, pero ella no se inmuta, ni se quita de sobre mi brazo, ni le molesta que, ahora sí adrede, acaricie su pelo.

Los gemidos en la TV se intensifican, y de tocar su cabello paso a acariciar, al ritmo de la acción televisiva, su oreja y cuello. Shay no rechaza tal acercamiento, parece más bien disfrutarlo, a tal punto que restriega contra mi mano su mejilla. Mientras los gemidos bajan de tono en la TV, Shay sin quitar su vista de la película, atrapa con sus labios uno de mis dedos, y lo chupa, despacio al inicio, y con más ganas cada vez.

Ahora son dos los que ávidamente chupa, tanto que su respiración se acelera. La luz de la tv ambienta lo que está por suceder. Retiro mis dedos húmedos de su boca, y acaricio su cuello. Ella se escalofría, ahora más que respirar, está jadeando. Shay se ha acomodado sobre mi hombro.

Mi mano se ha deslizado bajo su miniseta, y acaricio sus pechos, cuya redondez contrastan con los puntiagudos pezones totalmente duros. Ella jadea más fuerte, babea y chupa mis dedos mientras siento bajar su mano hacia su entrepierna, eleva la cadera al acariciar su Monte de Venus. Recorre con sus dedos sus labios vaginales para finalmente rozar repetidamente su clítoris.

Súbitamente, se voltea, me mira y me exige "hazme oral". Sin ninguna demora ni reparo, me incorporo, la tomo de sus tobillos, la halo al borde de la cama. Tomo su short, la despojo de él deslizándolo a lo largo de sus piernas, dejando su pubis descubierto y luciendo finamente depilado. Me hinco, coloco sus muslos en mis hombros y hundo mi cabeza en su entrepierna.

Mi lengua recorre de abajo a arriba su vulva, varias, bastantes veces, para luego dedicar mi esfuerzo exclusivamente a su sensible y prominente clítoris, que junto a mi juego manual sobre sus pezones, pronto la lleva hasta el orgasmo. "Otra vez, por favor" es lo que se escucha. De fondo la tv y Shay gimiendo. Repetimos.

Me pongo de pie, Shay desnuda, de piernas abiertas, sobre la cama, alumbrada por la tv. Me inclino hacia ella, la voy penetrando despacio al inicio. Luego ella misma dicta el ritmo con sus caderas. Mas rápido, más y más, más fuerte y más, hasta minutos después logra que eyacule, valga decirlo, copiosamente. Luego de unos minutos, se vira, se coloca estilo "doggy", e invitaba a repetirlo. Lo hacemos, a lo largo de toda la noche.

De más está decirles que, ese fue el preámbulo de una larga historia, con mi sobrina. Esa noche, esa semana todos los días, los meses siguientes que vivió conmigo, que continua aun ahora que ya ella se trasladó a su apartamento, Shay y yo seguimos mirando la tv frecuentemente.


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