EvoluZion 2

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Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
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Un animal de grandes alas planea sobre las copas de los árboles circundantes. No puedo determinar de que especie se trata, ya que el espeso follaje se interpone. La sombra de aleja pero da la vuelta y regresa directa hacia donde me encuentro. ¡Joder, es enorme! 

Los torbellinos que crea al tomar tierra zimbrea las ramas de los árboles que hay delante de mi.

 

No puedo creer lo que estoy viendo. ¡Un dragón alado! O tal vez se trate de una especie de ave extinguida hace millones de años.

 

Resopla y recoge sus oscuras velas. Me ha localizado. Respira afanoso. Abre sus fauces de afilados dientes y emite un chillido agudo. Consigue ensordecerme y hacerme caer de espaldas. Lo más seguro es que si no me almuerza, acabe devorado por los zetas que se encuentren a un kilómetro a la redonda.

 

Sin perderlo de vista, gateo de espaldas hasta aportarme en la base de un árbol próximo.

 

No voy a sacar mis diminutas armas, no servirían de mucho. El espectacular animal místico me acecha y repentinamente cae de bruces a pocos metros de m?, levantando una nube de polvo y paja a su alrededor.

 

Es una mezcla de pájaro y lagarto. Respira con dolor. Su abdomen sube y baja con pesadez. Logro darme cuenta de su extraña actitud al ver la cola de una flecha sobresaliendo de uno de los costados de su cuello. Está herido. Su sangre se vierte lentamente.

 

Entonces ocurre algo insólito. Se comunica conmigo. Oigo una voz dentro de mí cabeza, una voz femenina que me pide que la ayude. No gano para sorpresas. Aún con el corazón a mil me atrevo a contestar.

 

- ¿Quién eres? - pregunto a punto de salir corriendo - ¿Qué quieres de mí? 

 

Aquellos ojos saurios de un jade intenso se clavan en mis retinas. Sus ovaladas, negras y profundas retinas me hechizan inconscientemente, recordándo la leyenda de las pupilas del dragón.

 

"No hacer daño" - me intenta calmar en un rudimentario lenguaje de claro acento asiático y sin mover su boca - "Tú quitar esto de cuello"

 

Eleva su larga cola con el final en punta de lanza y señala su herida.

 

Todo aquello me paraliza y dudo. Quisiera entender que se trata de un sueño, de un extraño sueño.

 

La hembra vuelve a lanzar un escandaloso chillido que me sobresalta y espabila, haciendo que levante el trasero y me acerque despacio.

 

- ¿Cómo sé que no me matarás? 

 

"Mayl Lin no come a ti" - quiere convencerme.

 

- ¿Te llamas... Mayl Lin? - le pregunto tocando con respeto su piel inquieta, cambiante, semejante a la de un camaleón. Es cálida y suave aunque resistente.

 

Observo la hendidura que atrapa media flecha en su interior y sin avisar tiro de ella y la saco de entre sus carnes. Me aparto de un salto tratando de esquivar un giro de su cabeza que me alcanza en el aire y me hace recorrer unos cuantos metros marcha atrás. 

 

Es rápida la condenada. Aturdido en el suelo, la telépata multicolor se alza espléndida sobre sus cuatro patas de lagarto y con su semblante siempre amenazador, se me acerca mientras me apoyo en los antebrazos. ¿Cumplirá su promesa? Agacha la testa y aprieto los párpados muy fuerte, temiendo ser un cazador cazado.

 

Huele fatal. Necesita un baño.

 

"Xiexie ni" - suena un susurro dentro de mí cabeza que me hace abrir los ojos.

 

- De nada princesa - contesto al intuir agradecimiento al tiempo que me expluso el polvo de las mangas. 

 

Se queda unos segundos en esa posición y me percato de que su herida cauteriza lentamente. La magia mora en su interior.

 

- Dime encanto, ¿de dónde coño has salido? - la miro con descaro y curioso.

 

Sus diminutos orificios auriculares deben captar algo, lo noto en su actitud alerta. Recula y sin despedirse da media vuelta y tras algunos pasos y un chillido agudo de despedida, desplega sus enormes alas de murciélago y sale a cielo abierto. Su silueta desaparece tras unas altas copas verdes, dejándome a solas de nuevo, y por los reconocibles sonidos guturales que se escuchan, ya no tan a solas.

 

Gracias a mi nueva amiga que los ha atraído hasta mí, ahora tendré que continuar causando bajas entre los zetas.

 

Cargo la ballesta y saco a relucir la afilada hoja de mi machete. Tiene sed de su negra sangre.


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