EL LEGADO HUMANO

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Cuando mi amigo Manuel Dominguez llegó a la edad de seseinta y tantos años, un día en la Universidad en la que trabaja de profesor de Comunicación Social le anunciaron que ya era hora de jubilarse. Sin embargo él que se notaba que estaba  en plena forma tanto física como mentalmente, se sintió herido en lo más profundo de su amor propio; pues tuvo la sensación de que le trataban como a un objeto inservible, por lo que Manuel se negó rotundamente a retirarse de la vida docente y en la actualidad sigue con su tarea habitual.

 Esta misma rebeldía le ha inducido a investigar sobre la longevidad de las personas mayores en colaboración con neurocientíficos ya que Manuel está muy vinulado al mundo de la Medicina, y a escribir un libro sobre dicho tema.

Lo cierto es que él ha podido constatar que la sociedad actual aunque no se diga abiertamente está inmersa en un concepto llamado el EDADISMO, que es una forma de discriminación social que afecta a muchos sujetos mayores de.edad. Se trata de un término erróneno surgido más de un prejuicio hacia estas personas que de una realidad objetiva.

Este EDADISMO empezó en el siglo XVlll a partir de la Revolución Industrial en Norteamérica y se extendió a medio mundo hasta hoy en dia. Pues todos hemos visto y sufrido que en el ámbito laboral, a partir de los cincuenta años es muy difícil que te admitan en cualquer empresa. "¡El mundo es de los jóvenes!" - se dice alegremente-. En consecuencia Manuel se ha percatado que a pesar de que la experiencia es la madre de la Ciencia como siempre se ha dicho,, a los mayores se les tiene casi por un cero a la izquierda y apenas se les hace caso.  Yo ya he dicho en muchas ocasiones que en cualquier sociedad es nefasto, fatal magnificar; subir en un pedestal una ideología, una creencia religiosa,  a un colectivo, o a un politico porque esta idealización de este algo o alguien se enquista en la vida común y se convierte en un manido tópico o en un tirano que no dejan avanzar, cuando en realidad la vida en si misma es un devenir; un movimiento contínuo.

Según mi amigo Manuel gran culpa de este estancamiento discriminatorio de los mayores se debe a los Sindicatos y por ende al mundo de la política. Y por lo que respecta a esta cuestión estoy completamente de acuerdo con él. Pues somos muchos los que nos hemos dado cuenta de que el espíritu de la política todavía se apoya en los viejos parámetros del siglo XVlll. Son como un anticuado vestido pasado de moda lleno de parches, cuyas ideologías apenas convencen a nadie; aunque es evidente que este viejo estilo político está sustentado por unos intereses económicos, por lo que no va a ser fácil cambiarlos o renovarlos. De manera que en unas Elecciones la gente va a votar al paritdo político que le parece que es el menos malo.y por mantener un vago principio democrático.

Mas no sólo la culpa de este edadismo depende de las instituciones públicas, sino que asimismo se ejerce a nivel doméstico. En efecto, hay muchas familias que los padres claudican ante sus jóvenes hijos y les adjudican a estos una  sabiduría existencial que ellos no tienen en razón de que les falta un tiempo material para aprender y asimilar las exigencias de la vida. Dichos padres actúan como si lo que ellos han aprendido a lo largo de los años ya no tuviera ninguna validez, con lo cual se entra en una peligrosa permisividad y ligereza de ánimo que conlleva graves conseccuencias; así como estos idolatrados hijos se convierten en nos déspotas en sus hogares.

Por lo que se ve mi amigo Manuel junto con los neurocientificos han analizado el cerebro de las personas mayores y de varios jóvenes y han llegado a la conclusión que éstos están en las mismas óptimas condiciones; es decir, que pueden ser tan creativos los de los unos como los de los otros; aunque los cerebros de las personas mayores discurren de un modo algo más lento que los de los jóvenes. Así que mi amigo insta a la sociedad mayor de edad, la cual en poco tiempo aún crecerá más y habrán menos jóvenes, a una revolución social. Que una persona se pueda jubilar cuando ella quiera, y no cuando lo diga el Estado.

Confieso que en cierto modo tuve la impresión de que mi amigo era un tanto utópico. Las cosas no se producen en una semana. Más que hablar de una revolución social hay que centrarse en una gradual evolución de la misma. Resulta que hay infinidad de personas que creen que el trabajo es una carga pesada; pues no hay más que ver el disgusto que tienen muchos sujetos cuando llega el domingo por la noche, porque saben que les epera una laaarga semana en la que tendrán que hacer "aquello" tan pesado, tan inócuo para ganar unas perras, y encima aguantar la mala cara del jefe; y no pocos creen que el laborar es un castigo divino, por lo que una mayoría ansía jubilarse lo antes posible. No hay que perder de vista los grandes altercados que suceden en Francia a causa del decreto oficial que retrasa la edad de la jubilación dos años más..

Mi amigo Manuel, se ha olvidado de la auténtica revolución que se va a producir en el mundo, como es la de la Inteligencia Artificial.que está a la vuelta de la esquina y que supone un cambio radical en las costumbres de la Humanidad. Pero yo veo que si en un futuro habrá más gente de mayor edad y muchos menos jóvenes, los cuales constituyen una memoria histórica y por tanto son un legado humano con unos posibles principios éticos de convivencia, será necesario dejar de lado el consabido edadismo y empezar a dialogar unas generaciones con otras.

Mas tampoco hay que magnificar al autocomplaciente señor mayor; al abuelo como se hacía en el pasado, que muchos de ellos se estancaban en hábitos, en interminables discursos más antiguos que el ir a pie y el concepto de evolución les sonaba a cuento chino. Ahora que el sentido tradicional de antaño ha dejadode existir, este señor mayor tendrá que estar a la altura de las circunstancias. Esto significa que para no caer en una esclorosis anímica, la Medicina recomienda encarecidamente hacer ejercicio físico y sobre todo intelectual dentro de las posibilidades de cada cual. 

Mientras tanto habrá que esperar a que venga una mejor forma de vivir social en la que prevalezca el diálogo y el respeto hacia los demás porque está visto que la actual ha perdido los papeles; o lo que es lo mismo, la dignidad.

                                                                   FRANCESC MIRALLES


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