100 DOLARES. PARTE 1

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100 DOLARES.  Parte 1

 Robby es una joven madre soltera de un pequeño de 7 años de edad, tiene 28 años, es de estatura media, normo peso, de piel trigueña, pelo largo y negro, de porte atlético y un poco particular, con las características físicas de tantas mujeres latinoamericanas. Vive en una casa en la capital de un hermoso país del Caribe, pero como tantos de estos países del tercer mundo, la vida es muy difícil, las economías son fallidas, la estructura de la sociedad no funciona y mejor no comentar la forma de gobierno, lo que hace aún más cruda la realidad de las madres solteras. Esta joven madre vive en la vivienda donde nació, compartiéndola con sus padres, no es una casa pequeña pero tampoco grande, pero se puede decir que tiene un buen estado constructivo y las condiciones indispensables para vivir con cierto confort. Sus padres son dos ancianos sobre los 65 años, ninguno de ellos trabaja ni reciben algún ingreso económico, por lo tanto nuestra chica es la única que inyecta un poco de dinero a este núcleo familiar; trabaja en una oficina como secretaria y al unísono cumple con todas sus funciones de madre, tratándole de proporcionar a su hijo todas las condiciones y necesidades tanto materiales como espirituales para un buen desarrollo. Cada día de lunes a viernes se despierta a la 6 de la mañana, se dirige a la cocina donde prepara el desayuno para ella y el niño, así como las meriendas y almuerzo que llevara el pequeño a la escuela, luego se visten ambos y a toda prisa, madre e hijo, se dirigen caminando primero hacia la escuela y luego ella continuara sola hasta llegar a su trabajo. Esta pequeña travesía que ambos realizan 5 días a la semana para ellos es un momento hermoso, aprovechando el tiempo que dura la caminata para repasar una tarea, comentar hechos ocurridos en la escuela o el trabajo o planificar que harán al término de esta nueva jornada. A las 5 de la tarde Robby sala a toda velocidad de su trabajo y se dirige a la escuela a la recoger su hijo que la espera impacientemente, un niño de piel muy blanca, pelo negro y rizo, un poco gordito y enormes ojos negros, por el camino compra un dulce o cualquier chuchería para llevar de regalo a su pequeño que la espera con la boca abierta como un pichón espera a sus padres para que lo alimenten. Luego se dirigen a casa, donde la madre empezara sus labores domésticos, harán juntos los deberes, cenaran, y luego de que el niño duerma la madre, adelantara trabajo que porta a casa, para así ganar un poco más. Loa fines de semana irán al parque, al acuario y si ese mes la economía de la madre lo permiten podrán ir a comer alguna cafetería o restaurante barato, done están estos caballitos y juegos que con una momeada entran en movimiento y que tanto aman los niños.

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