EvoluZion 14

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Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
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Los colores en constante movimiento crean formas de palmeras aquí y allá, ensordeciendo los oídos de los zetas en un radio de un kilómetro a la redonda, y justo en el centro de las explosiones coincide el fuerte de La Hermandad.

 

Lo admiro con una sonrisa, pues hace mucho, pero mucho que no recordaba un espectáculo nocturno semejante.

 

Con los prismáticos diviso las inmediaciones del edificio alambrado y compruebo que hacen su aparición las primeras avanzadillas de infantería, atraídas por el incesante bombardeo luminoso. Al cabo de diez minutos, una horda de cuerpos que caminan grotescamente a cámara lenta pugnan por derribar la primera empalizada de alambre punzante. No sienten dolor, no sienten temor ni pudor, tan solo un primitivo instinto de supervivencia acompañado de unas desmedidas ganas de devorar carne humana. 

 

Los integrantes de la comunidad parecen estar nerviosos, veo siluetas de personas que van de un lado para otro, aunque tengan las luces interiores apagadas.

Antes de que el último cohete explosione, disparo varios cartuchos de bengala de localización que se desmayan sobre los huertos, tiñendo la tierra de carmín.

 

Escucho a la caballería que se aproxima galopando por la calle que lleva al gentío. Son la nueva generación de zetas que usan las cuatro extremidades para desplazarse. Parecen una generación evolucionada, fortalecida, y quizá más inteligente.

La masa se amontona y con la presión zeta, derriba la alambrada espoleada por las intensas luces rojizas. 

 

- Primera barrera salvada - murmuro impasible para informar a Mai Lyn. 

 

- "Bien" - responde calmada desde abajo.

 

Se van sumando más individuos al abordaje del edificio y entonces los centauros zetas saltan sobre las cabezas de la infantería, evitando el muro de madera y accediendo a los terrenos de las plantaciones. Los defensores disparan su armamento, flechas, armas de fuego, alcanzando a las primeras bestias que pisan aquella tierra fértil. Pero su número aumenta y pronto se aglutinan en los bajos e inesperadamente consiguen abrir una de las puertas, permitiendo entrar a la infantería. Joder, sí que son listos los centauros. Ahora sacarán a las ratas de su escondite.

 

Bajo apresurado la escalera y me armo con mi ballesta y mis flechas.

 

- Vamos compañera, nos toca jugar - la prevengo levantando las puertas plegables de la fábrica.

 

Vuelo con destino azotea de La Hermandad, sin licencia para surcan el cielo, se dispone al rescate de una chica muy especial. En un abrir y cerrar de ojos nos plantamos en el suelo pavimentado de la terraza superior, aunque sin apenas espacio para aterrizar por culpa de las placas solares.

 

Al tomar tierra, un grupo de hombres y mujeres quedan asombrados y paralizados frente a nosotros. No veo que porten armas. Debe tratarse de civiles sin formación militar. Nos acercamos a ellos y dan unos pasos atrás, hasta la pared, junto a la puerta de salida a la terraza, enmudecidos por el temible monstruo que me acompaña.

 

Me detengo. Se hace un silencio, roto por los odiosos cánticos de las gargantas zetas que asedian los pisos de las plantas bajas.

 

- Sólo lo preguntaré una vez - hablo en tono intimidante - ¿Dónde está la chica?

 

Mai Lyn me ayuda arrimando su rostro al grupo y resoplando. No puedo disimular una leve sonrisa. Aún así me responde una mujer rubia con bata blanca, visiblemente asustada.

 

- En el piso de primeros auxilios... planta tercera - declara con voz temerosa.

 

- De acuerdo - levanto mi machete apuntando a su cuello - lléveme hasta ella. 

 

- No hace falta... - responde rogando por su vida.

 

- ¿Qué? - no acabo de comprenderla.

 

- La están subiendo aquí - intenta acabar de explicarse.

 

La maneta de la puerta metálica gira hacía abajo. Alguien la está abriendo por dentro.

 


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