EL VERDADERO GÉNESIS 1

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Allá en la noche de los tiempos, en una aldea perdida entre los ríos Tigris y Eúfrates iba un joven y atlético cazador de renos llamado Adán en una solemne procesión acompañando a la diosa de la fecundidad con unos enormes senos que era una emanación de la Madre Tierra, la cual era fecundada mediante la lluvia por el dios-cielo y posteriormente paría al hijo-árbol que daba unos frutos que alimentaban a aquella población. Claro que a veces el árbol moría a causa de alguna epidemia o por un rayo pero miagrosamente éste se convertía en semilla y renacía de nuevo, por lo que para aquella gente el tiempo había adquirido una dimensión circular. Lo que Adán no sabía era que al cabo de muchos siglos dicha diosa de la fecundidad sería asumida por el Cristianismo que la convertiría en la Virgen María.

El caso era que Adán hacía unos meses que se había fijado en una atractiva mujer de cabello castaño y ojos del mismo color llamada Eva y la quería tomar tomar por esposa; mas ella que era una chica un tanto altiva apenas había reparado en él porque a su juicio lo consideraba un pobre diablo que vivía a salto de mata con la caza y no le ofrecía demasiada seguridad. Pues a decir verdad en aquella época a tenor de la veneración que aquella población sentía por la diosa de la fecundidad que era una subliminación del sexo femenino, la costumbre era que en una tribu predominara el matriarcado; así que tanto la educación como los derechos de la herencia de los hijos de la misma dependían únicamente de la madre, o de su familia en detrimeto del padre. Pues a éste se le ordenaba ir a cazar, a procrear y poca cosa más.

De súbito aquella celebración se vio bruscamente sacudida por grandes migraciones extranjeras que no se sabía de que lugar procedían; quizás del sur de Rusia, que a diferencia de los montaraces hombres de aquella zona que eran de piel oscura y de mediana estatura, ellos eran altos, rubios y  de piel blanca los cuales eran unos agricultures sedentarios y venían con sus familias. A estos que instituyeron la Edad del Bronce se les llamaría más tarde indoeuropeos, cuya lengua era el ario que sería la raíz del latín y de otras lenguas, quienes se extenderían por medio mundo, infltrándose en la Administración Central de aquella aldea.

Adán consciente de que necesitaba mejorar su nivel de vida para fundar su propia tribu se fue a  buscar trabajo en la  hacienda de un terrateniente indoeuropeo llamado Iván que tenía por nombre EL JARDIN DEL EDÉN en la que había toda suerte de árboles frutales y también una serie de animales.

- ¿Y por qué quieres cuidar de mi finca cuando tú eres un cazador? - le preguntó Iván con prepotencia al solicitante.

- Es que señor, la caza está en crisis, y con lo poco que gano con las pieles de los renos no puedo fundar una familia 

- respondió Adán.

- Entiendo, entiendo. Las mujeres de este territorio no te quieren.Y es que vosotros los hombres de este lugar no os sabéis imponer. Con esto de que las féminas son un reflejo de la Madre Tierra ellas son las que mandan. Pero te aseguro que este dominio femenino muy pronto se va a acabar - anunció Iván-. Si la diosa de la fecundidad tiene hijos ¿quién los engendra? El varón. ¿Y quién pasa los mayores peligros para poder alimentar a la familia? El varón también. El hombre es el falo fecundador; el centro de todo. Y si no fuera por él no habría vida.

No obstante el terrateniente sintió una rara conmiseración de aquel sujeto y decidió contratarlo de guarda forestal en  el JADIN DEL EDÉN.

Adán bien pronto pudo comprobar el drástico cambio que se operó en las costumbres de sus congéneres, ya que cuando fue al templo a orar a la diosa de la fecundidad, ésta había sido sustituida por el idólo del dios señor con una luenga barba y con una severa expresión que intimidaba a las feligresas que solían ir a merendar en los alededores de aquella institución; pues el temor reverencial que ellas sentían hacia la divinidad masculina se confundía con el respeto puesto que él era el responsable de provocar los desastres naturales si estaba colérico con su pueblo por no haberle rendido la suficiente pleitesía

Por otro lado Eva también advirtió aquel cambio y presa de indignación se fue a ver a la sacerdotisa de la comunidad llamada Inshart que era una mujer de mediana edad con una psicología excepcional para ver si con un ritual mágico podía cambiar aquella mala situación.

- ¡Ay hija mía! Hay que aceptar lo inevitable. Si no puedes vencer al enemigo únete a él - le dijo la sacerdotisa acomdada en su rústico sillón-.He tenido un desagradable sueño en el que se me ha revelado que esta situación patriacal,  machista durará muchos miles de años

-¡Pero esto es una injusticia! Las mujeres debemos de luchar para que los hombres nos vuelvan a tener en cuenta - protestó Eva con razón.

- Ahora nosotras no podemos directamente no podemos hacer nada. Estos extranjeros lo dominan todo. Pero  tampoco hay que desesperar, porque los hombres que son como unos niños grandes, por mucho que griten y hablen siguen dependiendo de nosotras. De nuestra sensibildad y de nuestra sexualidad. Así que nosotras indrectamente podemos seguir influyendo en sus mentes... pero en la cama. Los machos podrán mover al mundo,pero nosotras los moveremos a ellos.

Y en efecto. En la mayoría de las tribus el patriarca que era quien se comuncaba con el dios-padre de sus antepasados,tenía las concubinas que quería y ordenaba lo que se tenía que hacer...siempre con el beneplácito de su señora.

Mientras tanto Adán que se hallaba empleado en aquella inmensa finca rural en la que apenas daba golpe empezaba a sentir en su ánimo una negra melancolía. ¿De qué le servía aquel renumerado trabajo si estaba más solo que la una?

De manera que Iván que se percató de la triste situación de su empleado y con el propósito de qe este recuperase las ganas de vivir y rndiera mejor en su quehacer, decidió buscarle una pareja femenina. 

                                                          CONTINÚA


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