EL VERDADERO GÉNESIS 4 (FINAL)

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- Sí. Ya nos vamos ya. Pero sepa usted que es un jefe tan incongruente como arbitrario, porque ¿cómo pretende que yo sea un hombre racional y al mismo tiempo que sea un muñeco sumiso a la fábula autoritaria de que usted es el representante de un Dios egocéntrico y cruel en la Tierra que sólo busca dominar al prójimo? - le dijo envalentonado Adán al indoeuropeo-. Con esta excusa se hace la guerra a los pueblos que no son como nosotros; o se fastidian los unos a los otros dentro de una misma tribu; y todo para que uno siga teniendo la falsa y perversa creencia de que es un elegido de la Providencia; de que es alguien especial, cuando esto es una gran falsedad.

- ¡Fuera, fuera de aquí! - se exaltó Iván dado que le habían tocado el punto flaco.

Adán y Eva se establecieron en un fertil terreno que estaba situado en las afueras de la aldea donde allí tuvieron a dos hijos muy dispares entre sí llamados Caín y Abel. En el entretanto el matrimonio trabajaba de sol a sol la tierra; aunque Adán que era más sentimental que su compañera no cesaba de sentir nostalgia de su esplendoroso y plácido pasado; o al menos eso se imaginaba. Curiosamente aquel mismo sentimiento se transmitió a la memoria colectiva de otras razas y culturas del planeta, y mucha gente añoraba, idealizaba la Época Dorada de cualquier Paraíso Terrenal, puesto que media humandad había desobeddecido a sus dioses por la culpa de otras serpientes e incluso de dragones.

Al cabo de los años cuando los hijos de aquella pareja fueron adultos Caín que era un sujeto que sufría un complejo de inferioridad respecto a los demás, empezó a sentir envidia de su hermano Abel porque éste gozaba de la simpatía de sus congéneres y sobre todo de Iván, a pesar de que era un ser muy anodino que se aferraba como una lapa a una ancestral vida bucólica de pastor con su rebaño de ovejas, y se mostraba reacio a cualquier evolución en la cultura rural en la que se había criado. Por ello Caín llevó un día a su hermano menor Abel de excursión al campo, y  éste  tomó la quijada de un asno y le partió la cabeza de un solo golpe.

Por fin  las reformas tanto agrarias como sociales podrían salir a flote en el río de la vida. Es decir, que esta historia es el símbolo de la lucha de lo nuevo contra lo viejo; del progreso contra el inmovilismo existencial.

Así cuando Iván que ahora era un alto funcionario del templo tropezó con el huraño Caín y le preguntó por su hermano Abel, éste le respondió haciéndose el loco:

- No tengo ni idea por dónde anda este marmota.-

-Tú has asesinado a tu hermano. No lo niegues - le acusó Iván que conocía el odio de Caín a su hermano

- Pues sí. Cuando una planta por bonita que sea ahoga, obstaculiza el desarrollo de la producción de un árbol se la arranca sin conemplaciones. ¿Me vas a eliminar por éso?

- No. Puedes seguir tu camino.

El caso era que si bien Caín al igual que mucha gente tenía su lado oscuro, que era capaz de saltarse las normas establecidas, al mismo tiempo él era el símbolo que representaba el principio de la Civilización en la Historia de la Humanidad.

                                                      FRANCESC MIRALLES


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