La increible historia de Faustino 2

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Capítulo 2-La cucaracha de oro.

Hacía un día espectacular y el sol iluminaba las verdes praderas de la comarca. Faustino, despertó en el interior de la cueva y al salir de la misma, vestido con pijama de piel de cocodrilo muerto, contempló horrorizado, lo que parecía ser, el cadáver del oso. Estaba completamente podrido y con los huesos al descubierto. Unas hormigas asesinas, devoraban sus restos putrefactos. Aquel suceso, ya fue vaticinado por los primos de los Mayas, doscientos siglos atrás. Completamente podrido y putrefacto, sacó del bolsillo una pequeña figura de oro, en forma de cucaracha y se la ofreció a Faustino.

-¡Protégela con tu vida!-dijo el oso.

-¡Así lo haré!-respondió Faustino.

El oso, dio media vuelta y emprendió rumbo hacia el valle de la muerte para morirse allí. Caminaba tambaleándose de un lado hacia otro. Dejaba tras de sí, grandes regueros de sangre, restos de huesos de pollo y trozos de hígado de ternera. De repente, su cuerpo se descompuso y explotó. Faustino, recogió sus restos con una pala imaginaria, mientras se preguntaba una y otra vez, qué utilidad tendría aquella cucaracha de oro, que el oso le había regalado antes de explotar. De repente, todo el cielo se oscureció y un murciélago comenzó a revolotear en el horizonte nublado. El murciélago, parecía estar borracho y sus patas, sujetaban una botella de coñac casi vacía, mientras volaba dando tumbos y sin rumbo fijo. Pocos segundos después, estampó su frente, contra una valla publicitaria. Fue tal el impacto, que el color rojo de la sangre, salió despedido, junto con los huesos de las rodillas y orejas. Faustino le hizo el boca a boca, pero no consiguió reanimarlo. De repente, sintió la necesidad de golpear fuertemente la cabeza del murciélago, con la cucaracha de oro que le entregó el oso.

Justo cuando incrustó la figura de oro en su frente, de un golpe seco, el murciélago quedó sanado de sus heridas. Faustino acababa de adquirir el poder de la cucaracha dorada. El murciélago, agradecido, se ofreció a guiar a Faustino hacia su nuevo destino: la cúpula del rey tuerto. Allí, debía averiguar, qué magníficos retos y aventuras, le tenía reservado el destino. Como se acercaba una tormenta de frio, granizo, rayos y truenos negros, tuvieron que posponer el viaje y refugiarse en las cloacas, durante dos años.


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