Pablo 2

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Pablo quería haberla dicho que no parara, estaba deseoso de seguir sintiéndolo de cualquier forma, durara lo que durará, las veces que hicieran falta para que él se quedara saciado de ella. Estando sentado en el asiento del coche sintió un pezón rozar sus labios al que respondió tomando en su boca el pecho entero, chupándolo, jugando con la lengua alrededor de su pezón, mordiéndolo suavemente y tirando con los dientes de el de vez en cuando. Mientras disfrutaba de ese delicioso pecho volvió a notar como le toman de la mano y la dirigió, esa vez, hacia su coño, estaba empapado, latiendo de deseo, así que Pablo metió dos dedos dejando los otros dos hacia el ano y el último para el clítoris, y mientras masajeaba el clítoris fue sacando y metiendo los dedos en su coño, movimiento que aprovecho para introducir los otros dos dedos en su ano. Si no hubiera sido por que tenía que guardar el anonimato habría gritado de placer, sin embargo, guardó silencio dejando salir de vez en cuando un gemido débil y ahogado. Él notó su disfrute en cada movimiento incontrolable de su cuerpo, por eso aumento el ritmo con la mano, la apretó más a su cuerpo, le succiono los pezones, le mordió las costillas debajo de los pechos, la tripa, los labios de su coño, sabía a deseo salvaje, desenfrenado, sabía a aquí y ahora, así que con una mano jugando con sus pezones, la boca comiéndola el coño y la otra introduciéndola dos dedos por el ano la hizo correrse, se quedó ahí probándolo entera. Al intentar levantarse y cogerla para así poder follársela contra el coche notó en su muñeca unas esposas cerrarse, se quedó perdido por un instante al no entender qué pasaba, pero mientras pensaba todo esto ella le tumbó en el asiento y le esposó las dos manos al pomo interior de la otra puerta. Se sintió abandonado por un momento, hasta que al instante la volvió a sentir, está vez encima de él, como se agachó para besarle dejando una mata de pelo cubrirle casi la cara entera, mordiéndole el pecho según iba bajando abriendo botón tras botón de su camisa, le jadeo en el pecho, en la tripa mientras le masturbo con sus pechos, para acabar volviendo a chuparle el miembro con las mismas ganas salvajes, hasta lo más profundo de su garganta. Pablo se olvidó del mundo entero, se olvidó de que ya no había arma que le amenazara, ya no se preguntó quién podía ser, solo deseó poder poseer a aquella mujer, quería haberla hecho suya. Y una vez más pensando que se iba a correr, ella, una vez más, paró, esta vez se le subió encima y con delicadeza metió el miembro dentro de su coño, estaba ardiendo, estaban ardiendo los dos, después de disfrutar un momento de aquella sensación de plenitud, empezó a mover las caderas, era un movimiento lento de delante hacia atrás y al mismo tiempo de derecha hacia la izquierda, resultando un movimiento circular que fue aumentando de ritmo, de velocidad dejando paso libre a un ser salvaje que le empezó a cabalgar frenéticamente. Ella se movía, el se movía, el sin ver y sin tocar y ella viéndolo todo, sudorosos y con los corazones a mil acabaron los dos él jadeando intentando llegar con las manos para quitarse la venda, y ella encima de su pecho cubriéndolo entero con su abundante pelo rizado y sujetándole la venda para que no la viera.

- ¡¿Quién eres?!! - dijo él casi sin aliento y suplicando por una respuesta.

- ¡Te las regalo! - dijo ella después de pasarle con un beso la llave que le daría la libertad. Sacándoselo de dentro se levantó y se fue sin decir ni una palabra más.

Pablo con toda rapidez se quitó las esposas, se quitó la venda y con los pantalones a medio subir intentó salir lo más rápido posible del coche para poder llegar a ver quién era esa mujer. Solo logro ver una sombra doblando la esquina, vestido corto, pelo largo. Pablo se sentó en el asiento para poder calmar su respiración, se acabó de vestir y al fijarse en el asiento encontró una botella de cerveza, que sin darle muchas vueltas se dio cuenta de que aquella botella de cerveza era el arma con el que le amenazaron. No entendía por qué pasó lo que acababa de pasar, ni lograba darse cuenta de quién era, el perfume no le resultaba conocido, el pelo de su mujer era corto, y su mujer no folla así, su mujer no besa así, su mujer estaba en casa, le había escrito y llamado, cosa que pudo ver al comprobar su teléfono. Mientras conducía de vuelta a casa, intentaba encontrar una buena excusa para esa ausencia de respuestas de 2 horas, ¿qué le iba a decir? Al llegar a casa seguía sin tener respuesta.

- Alex, cariño, siento el retraso, simplemente se me fue la hora en... - intentó explicarse.

- Ya me imagino, los chicos no te dejaron ir sin tomar la última, no te preocupes. ¿Te lo has pasado bien?

- ¡Si! Me lo he pasado bien - le respondió.

- Pues entonces a la cama. Yo enseguida voy - y le guio con la mano hacia el dormitorio.

Alex se quedó mirándose al espejo, repasando mentalmente uno por uno todos los besos que él le dio, recordando el sabor de su boca, el sabor de su miembro. Repasando mentalmente de si guardó bien la ropa, zapatos y peluca, espera poder usarlos algún que otro día.


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