ME GUSTA TOCARME MIENTRAS MIRO DORMIR A MI MUJER.

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ME GUSTA TOCARME MIENTRAS MIRO DORMIR A MI MUJER.

Abro los ojos en la oscuridad de la pieza, no puedo dormir. Me siento en el borde de la cama, apoyando las manos en el colchón. Percibo entonces, como la oscuridad me atraviesa por todos lados, por todos los rincones de mi cuerpo.

Me siento en la silla de ruedas y voy hasta la computadora para revisar unos mails.

La luz que proviene del monitor deja ver, a penas, la ropa interior de mi mujer cómodamente tirada en el piso.

Giro la cabeza, ella duerme boca bajo, plácidamente desnuda. A ella siempre le gusta dormir desprovista de todo indumento. Las sábanas blancas cubren a penas, sus glúteos bien formados y firmes.

Me gusta mirarla dormir así. Suelo hacer esto muchas veces, como una especie de ritual nocturno.

Mirar a una mujer dormir desnuda, es una de las cosas más bellas del mundo.

Me acerco a la cama y recorro lentamente con mis ojos su espalda. La contemplo por varios minutos, como si estuviese viendo una réplica de algún cuadro en un museo.

En ese momento, me invade unas terribles ganas de cogerla otra vez, pero me contengo. Me gusta verla, así toda desnuda, con esa cola perfecta, en este mundo imperfecto.

Percibo que a fuera llueve. Las gotas golpean levemente en la chapa del alero de casa y mi cuerpo, poco a poco empieza a erizarse. Mi pene comienza a crecer, a medida que observo ese culo redondo y duro. Ese culo que, todos los hombres miran cada vez que ella sale a comprar al supermercado, con ese vestido rojo ajustado que le marca bien sus curvas.

Comienzo a tocarme sin dejar de verla acelerando el ritmo del movimiento de mis manos a medida que aumenta la intensidad de mis pensamientos.

Ella se mueve buscando otra posición en la cama. Parece dormida, pero no lo está. En realidad, está mirándome de reojo.

Luego de unos minutos, saca un pie fuera de las sábanas y empieza a tocarme la pierna. Yo sigo masturbándome muy excitado.

Ahora, con uno de sus pies toca mi pene sobándolo muy lentamente. A ella le gusta tocarme provocando las mas exquisitas sensaciones de placer.

Mira mis ojos dibujando una tibia sonrisa que se percibe a penas con la poca luz que derrama el monitor de la compu.

Ahora, ella se da vuelta en la cama y con ambos pies empieza a flotar mi miembro como si fuera una lampara mágica, esperando quizás, que salga algún mago que la posea, que la coja toda la noche, que la deposite en otro mundo.

La delicadeza del movimiento de sus pies, me provoca mas excitación y ella lo sabe.

Luego de frotar mi miembro por unos cuantos minutos, tras un momento de muchísima excitación, empiezo a derramar mi líquido seminal en sus pies. Ella me mira colmada de satisfacción.

Sus pies humedecidos de placer.


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