Dos hombres para mi

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Era la única mujer en una oficina de hombres, siempre me trataron con respeto, incluso hablábamos de sexo abiertamente. En casa me masturbaba imaginando una orgía con todos ellos, pero en realidad nunca se pasaron de la raya conmigo. 

Recibí una oferta laboral fuera del país por lo que tuve que renunciar a ese empleo. Antes de irme llamé a uno de mis compañeros, el más guapo, le confesé mi fantasía y le pedí que al menos él me diera una buena despedida.

Él ganaba muy bien y a los minutos de finalizar la llamada ya había reservado una habitación, para ésa misma tarde, en un lujoso hotel. Me dijo que llevara traje de baño y al llegar noté porqué, era una habitación grande, con terraza e incluso un jacuzzi al aire libre.

Le avisé que ya estaba ahí y me respondió "vamos llegando". ¿Vamos? ¿Qué quiso decir con eso? A los minutos lo descubrí. No llegó sólo, venía con otro de nuestros compañeros, su mejor amigo.

Nos saludamos y entramos al jacuzzi, tomamos unas copas de champagne y las cosas se comenzaron a calentar. "Vamos a la cama" dijo uno de ellos y salimos a secarnos. Ahí pude notar que ambos tenían una erección y estaban listos para hacerme suya.

Besé a uno, luego al otro, me volteaba saboreando ambas bocas mientras ellos me manoseaban toda y nos íbamos desnudando. Les dije que se sentaran en la cama. Tomé sus penes y los masturbé al mismo tiempo.

Ambos tenían vergas deliciosas, uno era más grueso, el otro era más largo. Los pajeaba con ganas, mirándolos a los ojos mientras me decían cosas sucias. En ese momento se acabó el respeto de la oficina, ahora era la puta de estos dos vergones.

Se pusieron de pie nuevamente y me ordenaron quedarme en el piso y abrir la boca. Obedecí inmediatamente; con la lengua afuera restregaron sus penes por toda mi cara. Chupaba uno y luego el otro, usaron mi boca para su placer, me la metían hasta el fondo de mi garganta para hacerme tener arcadas.

Luego me tiraron a la cama, uno de ellos no esperó nada y de una vez me enterró su verga. Comenzó a perforar lentamente y me decía "que rica estás", "la tienes apretadita", ni siquiera pude responder porque el otro ya me la estaba metiendo en la boca. Algo que sólo había vivido en mis fantasías, dos penes para mi sola.

El que me estaba cogiendo comenzó a acariciar mis nalgas, de repente las separó y sentí su pulgar en la entrada de mi culito y luego lo metió, solté un gemido con la verga del otro aún en mi boca. Abrí más mis piernas y él, al ver que no puse ninguna resistencia, me metió su pene en el culo.

AHHH! SIIII! QUE RICO! Grité sintiendo su gran verga en mis entrañas, ellos lucían maravillados, sorprendidos, tanto tiempo compartiendo conmigo y no sabían la tremenda puta que era. Él seguía dándome duro y el otro aprovechó para tocar mi vagina. Con una verga en el culo y unos dedos masturbándome llegué rápidamente al orgasmo.

Entre espasmos y temblores me cambiaron de posición. Aún no me recuperaba del orgasmo, pero no les importó. El que no me había cogido se acostó en la cama y me subí sobre su pene. "Tenías razón, que vagina tan apretada" le dijo al que ya me había penetrado.

Me agarró por la cintura y me subía y bajaba sobre su pene, mi rostro se desdibujaba del placer, besaba su boca, su cuello y el pasaba sus manos desde mis tetas a mis nalgas. El otro dijo "voy a volver a entrar por detrás" a lo que respondí "sabes que pueden usarme como quieran".

Me hice la fuerte, pero fue mi primera doble penetración. Entre dolor y placer, dos hombres grandes, con vergas divinas estaban dentro de mi. Arqueaba mi espalda, los gemidos no paraban de salir. El que estaba en mi culo comenzó a dar estocadas, lentas pero fuertes, cada vez más duro hasta que lo sentí acabar ahí dentro. 

El otro también acabó en mi vagina. Se me puso la piel de gallina, cuatro manos recorrían mi cuerpo y dos penes llenaban de leche mis orificios. Me vine de nuevo ante esa rica explosión de sensaciones.

Cuando sacaron sus penes su leche caliente comenzó a escurrir por mis piernas. Saber que los dejé satisfechos y que me usaron como una perra, me hacía sentir toda una mujer. Se las volví a chupar alternativamente, les pasé la lengua por todos lados hasta dejarlos limpios y así despedirnos definitivamente.


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