Hombres 4: Manuela

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En el fondo de ese cenicero... tu esperanza muerta, ocultas tu cara con las manos trémulas; y, en la mesa, dos fotos de tiempos pasados, dos pequeños marcos de ajados momentos robados al marchito antaño, suspiros de amor fielmente apresados en jaulas cerradas de negros y blancos, de grises muy rancios, cristal continente de hiel y de amores mezclados en bucles de sabores raros: del amargo al dulce, del dulce al amargo, en grandes o menores gramos, de mezclas de ambos, nadando entre lágrimas que entonces llenaron aquellos dedales hoy avejentados…

¿Recuerdas, verdad? 

Y te hace daño…

Sí... Y te hace daño.

Tú, tras la cámara, captor de sus labios, casi emocionado, sostienes aliento, la observas, la admiras, la encuadras y…

¡Clic… Clic…!

¡Por fin la has guardado en un marco exacto!

 Ahora la observas en tiempo pasado…

Ella, como congelada en la playa, estática, plétora sílfide de todas sus gracias, con ese bañador de rabiosa moda, demodé en esta hora de las doce en punto, pero acorde a su grácil cuerpo de aquellos sesenta…

¿Te das cuenta ahora…?

Pasaron los años sufriendo esa espera.

Y ella que no viene...

Ella no regresa…

Le diste el teléfono, si mal no recuerdas.

¡Despierta ya, iluso…! La mujer aquella -aquella que añoras y aún la deseas- se quedó en la playa riendo tus gracias, usando sus tretas de amor de verano, de sus labios prieta, de sus curvas dueña...Y aquí, en esta tu mesa, yacen sus recuerdos, sus retazos sepia de joven muñeca, sonriente, aviesa, para siempre presa en un marco de simple conserva de un tiempo pasado…

¡Y tú, más que loco, después de tus años, atado sin tregua a aquel viejo tiempo, anclado en esos recuerdos tan grises y opacos, ya casi al tiempo cerrados, añada de un vino de añeja reserva…!

Amores pasados, con remordimientos de ardor deseado, sin medicamentos que aplaquen las penas…

Excepto el revólver de tu sobaquera.

Apunta si quieres la curvada ánima del frío cañón, mira tu reloj marcando las doce; y, si así te place, si tanto la añoras, con las balas puestas, llórale a Manuela volviendo a su tiempo… si quieres tenerla.

Porque ya no está…

Porque ya está muerta.

Porque sólo es un recuerdo de un simple poeta.

Manuela…

Manuela…

Manuela...


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