LOS REYES DE LA SELVA 3 (FINAL)

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Mi familia,al igual que Ramón Ramoneda hacía tiempo que teníamos tres comercios de Confección donde se trabajaba casi sin descanso. Mas hubo quien se creyó que yo era era otro "rey de la selva urbana" cuando en realidad no era así.

En una ocasión un viejo amigo de la escuela me presentó a una joven que era extraordinariamente atractiva y muy sensual llamada Olga que laboraba de  secretaria en una conocida empresa de cosméticos de Barcelona. Poco después de la presentación, la chica rompió con mi amigo de la escuela y se presentó inesperadamente un sábado por la tarde en el comercio en el que trabajaba. Entonces, influido por su atractivo estuvimos saliendo juntos  durante unos meses. Sin embargo, a pesar de nuestros roces eróticos, la relación no termnaba de funcionar, por la sencilla razón de que no había diálogo alguno.

Mas ella todos los sábados por la tarde se presentaba puntual en el comercio, y como si estuviera en su propia casa, con sumo descaro se situaba detrás de la Caja registradora, y miraba lo que había de recaudación.

-¡Por favor Olga, sal de aquí ahora mismo! - la instaba yo molesto.

Hasta que un día, cuando ella volvió de nuevo al comercio, la tomé por un brazo y la llevé a un bar.

- Mira chica. Nosotros no tenemos nada en común y es mejor que cada uno vaya por su lado - le dije yo muy serio.

-¡Oh! ¿Por qué dices esto?

.- Es que somos muy diferentes el uno del otro. Yo te hablo de mis gustos, de mis pensamientos, tú me respondes "sí, sí". Me das la razón como a un loco, pero tal vez yo esté equivocado. Pues yo no sé cómo piensas tú. No sé lo que te gusta y lo que disgusta. A lo mejor ni lo sabes tú misma -añadí-. Vamos a ver un espectáculo, y tú te quedas igual de impávida como si no hubieses visto nada. Es como si todo te importara un rábano. Quieres que yo suba a tu casa, pero yo no puedo comprometerme con alguien que no sé cómo piensa.

-Chico. No te entiendo. No sé lo que quieres decir - expresó Olga con una expresión de asombro.

Esta pretendida ignrante actitud acerca de´la falta de un entendiiento común la he visto en muchas otras féminas

- Pues creo que ha hablado bastante claro - arguí yo extrañado.

Olga me pidió otra oportunidad y yo se la concedí. Pensé que a veces hablando con la gente la cosas se podían arreglar. 

Lo que yo no sabía era que los sábados Olga poco antes de entrar en el comercio, se adentraba en el bar que había enfrente del mismo, y los habituales clientes que había allí, le decían con chanza:

- ¡A ver si por fin cazas al hijo del jefe de esta tienda!

- ¿A ése? Ya lo tengo casi en el bote - repuso ella-. Dentro de nada yo seré la dueña.

Como es de imaginar mi relación con Olga terminó sin más. Un tiempo después me enteré que ella se había liado con un chatarrero quien la había dejado embarazada, y posteriormente la había abandonado.

Tras aquella insólita experiencia, una mujer de edad avanzada que era una familiar de mi prognitor me vaticinó:

-Algunas mujeres querrán ir contigo, pero no porque les intereses, ya que tú hablas de libros, de películas. Irán contigo no por lo que eres, sino por lo que tienes.

Es evidente que hay un grave défit a nivel personal y muy poca gente sabe dialogar, y en cambio se entra en el juego de las apariencias, que es propio de una sociedad  tan fantasmagórica  como agresiva pero que no lleva a ninguna parte

Yo sigo pensando que lo conveniente es relacionarse con aquellas personas con las que mejor nos podamos entender. Pero para ello, hay que ser conecuente con nuestro pálpito interior.

                                                                   FRANCESC MIRALLES.

 


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