Mi primera experiencia lésbica

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Se avecinaba una fuerte tormenta, estaba preparando todo en mi casa para encerrarme en mi habitación hasta el día siguiente. Alguien tocó la puerta y era mi mejor amiga, me dijo “Sé que odias el mal clima y quise pasar a acompañarte.” Le dije “No era necesario que te tomaras la molestia de manejar hasta acá.” Me respondió “Claro que si, para eso somos las amigas, además tampoco quiero estar sola con este clima.”

La abracé fuerte. Estaba fría, sentí sus pezones duros tras la blusa. Le ofrecí una bebida caliente, pero ella me dijo que mejor buscara algo de alcohol. Solo tenía una botella de vodka, le serví un vaso y comenzamos a hablar. Cuando tomó el primer trago humedeció sus provocativos labios. 

- "¿Qué tal el vodka?"

- "Mmm, delicioso. ¿Quieres probar?"

- "Por supuesto"

Me acerqué a ella y ella hacia mí. Sus suaves labios tocaron los míos y pude saborear el alcohol. Sus brazos se enredaron en mi cintura, nuestras manos se deslizaban bajo nuestra ropa, nos abrazamos y un gemido salió de mi boca cuando mi lengua sintió la suya. Ella detuvo el beso para mirarme a los ojos y decirme "Te deseo".

Había esperado tanto tiempo por escuchar eso, pero no hice otra cosa más que sonreír. Ella me volvió a halar, esta vez más fuerte. Volvimos a besarnos y más gemidos se manifestaron. ¡Oh dios, amé esos sonidos! Sostuve su cuello con una mano mientras la otra exploraba su lujurioso trasero. Nuestra respiración se aceleró mientras cada pieza de ropa iba cayendo al piso, exponiendo nuestros calientes y desnudos cuerpos.

"Acuéstate", le ordené. Me obedeció y me acosté frente a ella. Mis manos alcanzaron sus redondos senos, los amasé con suavidad, ella cerró los ojos y volvió a gemir. No hay mejor sonido que sus gemidos. Ella estiró sus manos y me estremecí de placer al sentir mis pezones entre sus dedos.

Me miró directo a los ojos y dijo "Eres hermosa", hizo una pausa, sonrió, se acercó a mi oído y susurró "Quiero sentir tu lengua dentro de mí". Puse mis manos en sus hombros y guie su cuerpo hacia atrás. Lamí su cuello y fui dejando un rastro de besos hasta en medio de sus piernas. "Oh por favor" me rogaba. Me acerqué más a su sexo y puse mi lengua entre sus labios. De nuevo gimió y no pude resistir. Mi boca encontró su clítoris y lo lamí. Lento al principio, pero aumentando el ritmo. Ella movía sus caderas y agarró mi cabeza, sosteniéndome justo dónde más le gustaba.

"No pares" decía con lágrimas en sus ojos. Lamí más rápido y llegó, gritando, arqueando su espalda, en éxtasis. Llenó mi boca de sus jugos. Agarró mi cabello fuertemente y me llevó hacia su boca, nos besamos profundamente. "Mmmm, que rico sentir mi sabor en tu boca" dijo entre gemidos para luego afirmar "es mi turno de probarte".

Me recosté al espaldar del sofá levantando mis nalgas. Ella comenzó a acariciarme. Sus delicadas manos tocaban y apretaban mi trasero en todo su esplendor. "Por favor, pon ya esa cara bonita en mi vagina" le rogué. Luego de una risita traviesa y una fuerte nalgada, atacó mi clítoris con su caliente lengua. Oh dios mío, se sentía increíble, abrí mis piernas para permitirle llegar a donde quisiera.

"Ahhhhh" se me escapó un gran gemido al sentir dos de sus dedos entrar mientras aún me lamía. Me preguntó "¿Te gusta?", a lo que respondí "Siiiiiiii" en voz alta. Solo alcancé a decir "Que bien lo haces, no te detengas" cuando el orgasmo llegó y repetí SI gritando una y otra vez. Su lengua llena de mi fue subiendo por mi espalda hasta su cuello para volver a sentarnos frente a frente y besarnos románticamente.

El romance no duró mucho. Nos subimos una encima de la otra. Mojadas, goteando, con nuestras vaginas tocándose, tijereando. Nos metimos los dedos con ganas, nos volvimos a lamer, a besar, a morder, una y otra vez, un orgasmo tras otro. Hasta terminar exhaustas, abrazadas, desnudas en el sofá.

Nunca había estado con otra mujer y estoy muy feliz de que mi primera vez haya sido con ella. Éramos cercanas y desde ese día nuestra amistad se fortaleció aún más.


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