GIMNASIO - La desapercibida

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En mis viajes o desplazamiento largos localizo primero un gimnasio y luego contrato un alojamiento cercano. En Canarias es fácil y siempre encuentro el adecuado.

El de aquí es amplio y tiene todo lo necesario, le falta spa y piscina, pero el resto nada tiene que envidiar al mío.

En seguida me hago a mis rutinas y me familiarizo con su entorno. Me siento cómodo, soy poco dialogante y como siempre, ando en los descansos entre cada ejercicio, lo que supone que lo tengo todo muy contralado visualmente.

Enseguida descubro a los guaperas de ambos sexos (aquí los hay destacables), a los que nunca pongo en mi punto de mira y esto hace que ellos si me pongan en el suyo, me observan como a un extraño por poco convencional, mi conducta es educada, pero en modo alguno es abierta o comunicativa.

Me llama la atención una joven bajita y de aspecto físico poco agraciado, le sobran kilos y los tiene mal repartidos, pero su perseverancia y dedicación son realmente encomiable. Trabaja duro y realiza una actividad amplia y bien determinada.

Coincido con ella al final de mis ejercicios en la sala de estiramiento y allí va provista de útiles y mancuernas para realizar ejercicios muy concretos.

El primer día ella terminó antes y se despidió cortés (es una sala grande, somos pocos y ambos elegimos una zona con dos ventiladores grandes). A partir de ahí, como me cae bien soy amable, le sonrío, elogio su capacidad de esfuerzo, me intereso en ella y como sabe de mi aislamiento en sala le gratifica mi atención.

Los dos somos muy aplicados, en este espacio último, realizamos nuestros ejercicios de forma ritual y sin concesiones. Ahora, cuando termina antes, se sienta en un cajón y espera a que yo finalice para conversar. Comenzó hablándome de sus cosas, de su pequeño negocio y ahora su interés es saber de mí. Percibo que le gusto a pesar de la diferencia de edad. Tengo la sonrisa sugerente y la empleo con ella, es algo que hago sólo cuando huelo presa, pero en este caso es casual o espontaneo (así lo creo yo).

Sus esperas y despedidas se condicionan a mí, no solo si tardo me espera, sino que alarga la conversación todo lo que le permito. En sala me busca la mirada y no la encuentra, presumo que le encantaría que me mostrase ante todos con cercanía, pero está fuera de mis usos.

Ya ríe mis gracietas y me muestra un interés muy especial, es dulce, amable y además inteligente, tiene ocurrencias de mucha viveza y la conversación es amena e interesante.    

Vamos todos los días y en los quince que ya llevo aquí hemos alcanzado confianza e incluso en sala ya nos sonreímos (no llegamos a más porque soy muy estricto, es mi forma de aprovechar el tiempo porque no voy al gym a hacer amigos).

Me pide salir juntos para seguir charlando y accedo, como ambos nos duchamos en casa vamos con el atuendo deportivo. En la calle me dice de enseñarme su negocio que está cerca, y no tengo inconveniente. Lo tiene en un primero sobre zona comercial. Como ya me explicó hace figuras especiales que vende por Internet. Su taller es moderno y con una decoración avanzada, pero sin estridencia. Debe tener a alguien que le ayuda o colabora con ella porque hay dos zonas de trabajo definidos, pero no me da detalles y yo no suelo preguntar. En este espacio se siente más a sus anchas, me muestra sus últimas figuras en ordenador y son geniales. Le complace que me fije en cada detalle, pero la siento deseosa de algo más, esta alterada y presumo que no es casual el traerme a un habitáculo que ella controla. Su conversación comienza a tener giros mucho más directos en lo personal, se interesa por mis apetencias sexuales. Le sonrío ampliamente y la desarmo, se apercibe entonces de que tengo algunos kilómetros recorridos. Le digo que necesitamos asearnos y nos despedimos cordialmente.

Al llegar al día siguiente la localizo rápido, su mirada me busca con curiosidad y un simple gesto mío le hace mostrar su mejor sonrisa, no tenía muy clara cuál sería mi actitud.

Detecto mucha curiosidad en el ambiente, percibo el interés que despierto, es algo que siempre ocurre, pero ahora tiene un punto de perplejidad que entiendo bien, se preguntan que nos hace compatible, sin duda no saben que en eso todo es posible y curiosamente me lo planteo incluso yo.

El reencuentro al final del proceso diario tiene otra definición, estamos más atentos al otro de lo que suele ser habitual. Soy conscientes de que ambos hemos madurado nuestra propia perspectiva, al menos a mí ahora me produce interés un acercamiento sexual. Nos miramos de otra forma, estoy más atento a su manifestación no verbal, su ropa, gestos, y en suma la siento dispuesta.

Termino y le digo si quiere ver mi apartamento, no lo esperaba y le cuesta cambiar el gesto de sorpresa al de aceptación. En minutos ya estamos en casa y soy muy directo, - presumo que sabrás que no venimos a dialogar, le suelto tan pronto traspasamos el umbral. Ella se queda parada muy cerca y me hace un mohín de niña mala, tiene gracia. Se empina ofreciéndose y nos besamos, lo hace ardorosa y disfrutando con el juego, está muy predispuesta, nos vamos directamente a la cama sin ponernos estricto con el aseo.

En seguida nos quedamos en pelotas, sus tetas pequeñas y cintura amplia me excitan. No la dejo jugar, tiempo tendrá luego, la posiciono con cierta dificultad (su fuerte no es la flexibilidad) y busco la penetración, en la posición adecuada se la froto en la entrada y enseguida siento sus flujos, la llevo a la ansiedad y luego se la introduzco de sopetón y empieza a percibir que esto va en serio. Comienzo un vaivén vivo, siento su estrechez y disfruto su presión húmeda y deliciosa. Esta entregada y se abandona, le doy fuerte y de seguido gime de placer, la sujeto bien y sigo dándole hasta sentir como sus diques desaparecen y siento su humedad caliente bajarme por las piernas. Grita con cada espasmo y sé que, a partir de este momento, es mía como nunca lo fue de otro. Se la dejo toda dentro en quietud y sigo sintiendo sus fuertes contracciones. La beso y me lo agradece con sonidos guturales. Pasados unos minutos le pido de irnos a duchar y le cuesta, está remolona, sigue en estado de éxtasis. La enjabono con delicadeza y se deja hacer como una niña pequeña, le pido que se incline y la penetro, entro y salgo de ella con suavidad, pero llevándola cada vez hasta el fondo, no deja de gemir, está como en trace.

Acelero y aúlla como una loba. La termino de enjuagar y la escondo en un albornoz mío en la que parece un fantasmita. Volvemos a la cama y se acurruca en un lado de la cama

Se la meto en la boca, me lame agradecida, la posiciono de nuevo y busco su esfínter, lo traspaso y la llevo a un mundo del que no tenía verdadera conciencia.


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