La esperanza de uno, es la vida de otro (1-1)

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Era  la  hija  de  un  empresario  millonario  de  Dublín (Republica  de  Irlanda). Se  llamaba  Eva. Creció  fuera  del  núcleo  familiar. Nunca  conoció  a  su  padre. Su  madre  murió  en  el parto, dejándola  al  cuidado  de  sus  abuelos. Los  cuales, nunca  habían  oído  hablar  del  hombre, que  dejo  a  su  hija  embarazada, ni  nunca  lo  vieron. Todo  fue  llevado, en  el  máximo  secreto  y  con  el  conocimiento, solo  de  la  pareja. No  pudiendo  dar  aviso  al  padre  de  la  criatura, en  el  momento  de  su  nacimiento.

Paul, que  así  se  llama  el  empresario, en  sus  tiempos  de  juventud, era  un  muchacho  un  poco, promiscuo. Le  gustaban  las  jovencitas. Sus  preferidas  eran  castañas  y  ojos  azules, pelo  rizado. Era  ver  una  joven  con  estas  características  y  automáticamente  su  vista,  se  encontraba  persiguiendo  a  la  joven. Ya  no  había  nada  mas, en  ese  momento  para  que  se  distanciara  de  la  mujer  que  veía. Solía  estar  tres  meses  con  ella  y  terminaba  enfriándose, desanimándose  de  la  relación, poco  a  poco  hasta  dejar  de  tener  interés  en  ella, dejándola, al  poco  tiempo   sin  volver  a  verla  jamás.

Sus  abuelos  eran  de  un  poblado  de  la  india. Muy  pobres, decidieron  ir  a  Dublín  para  poder  darle  a  su  hija  un  futuro. Unos  estudios  y  una  oportunidad  de  ser  alguien  en  la  vida, respetada  y  aceptada, cosa  que  de  donde  venían, eran  unos  de  tantos  ciudadanos  olvidados  por  los  gobernantes  de  aquel  país. Vendieron  todo  lo  que  tenían, poniendo  una  pequeña  tienda  a  las  afueras  de  Dublín. Con  la  suerte  de  que  terminaron  agradando  el  negocio  y  llegando  a  tener,  algunos  ahorros  guardados  para  una  urgencia.

Con  el  paso  del  tiempo  Paul  termino  los  estudios. Su  padre  murió, dejándole  el  negocio, ya  que  era  hijo  único. Su  padre  antes  de  morir  le  hizo  prometer  que  tendría  descendencia  para  que  siguiera  todos  los  negocios  en  la  rama  familiar. No  le  pidió  que  se  casara, tan solo  que  tuviera  hijos. Pero  lo  que  nadie  en  su  familia  sabia, era  que  como  había  estado  con  tantas  mujeres, termino  cogiendo  una  enfermedad  de  trasmisión  sexual, causándole  la   infertilidad  para poder  tener  descendencia.

Las  jóvenes, les  perseguían, lo  buscaban  y  incluso  más  de  una, intento  cazarlo  para  unirse  en  una  vida  matrimonial. En  su  círculo, era  un  muchacho  muy  cotizado. Yo  diría  una  presa  forjada  de  oro, por  los  bienes  que  su  familia  disponían  en  ese  momento, llegando  a  ser  suyos  con  el  tiempo, como  único  heredero.

Su  pelo  era  negro  azabache, con  unos  pequeños  rizos  ondulados, que  le  deba  un  toque  de  masculinidad. Donde  era  muy  difícil, pasar  por  su  lado  y  no  quedarse  fijamente  mirándolo. Sus  ojos  era  color  caramelo. Un  marrón  muy  peculiar  y  muy  difícil  de  ver  en  los  ojos   de  los humanos. Su  figura  era  de  una atleta. Le  gustaba  mucho  el  deporte, sobre  todo, corre, la  jabalina  y  su  tiempo  libre  lo  dedicaba  a  jugar  a  la  ajedrez  con  los  más  ancianos. Decía  que  era  una  forma  de  intelectual  con  los  más  sabios  y  aprender  de  los  más  mayores.

 


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