La esperanza de uno, es la vida de otro (1-2)

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Era  un  gran  partido, para  cualquier  mujer. Si  no  fuera  por  lo  desentendido  de  la  vida, vivía, sin  importarle  nada. Tenía  un  lema  que  repetía  mucho;

---La  vida  vive  por  mí, yo  me  subo  y  me  dejo  llevar. ¿Lo  demás? Estoy  cubierto.

 No  le  importaba  el  amor, ni  la  pareja. No  respetaba  a  la  mujer, ni  siquiera  aceptaba  tener  como  amiga  a  una  del  sexo  opuesto. A  su  madre  siempre  la  vio  a  las  ordenes  de  su  padre. El  padre  mandaba  y  ella  obedecía. El  padre  daba  órdenes  y  su  madre  bajaba  la  mirada. Nunca  pudo  sentir  una  palabra  cariñosa  de  su  madre, ni  una  caricia. Aprendiendo  que  la  mujer,  era  un  objeto   del  ser  más  poderoso. Y  que  había  que  utilizarla, para  el  beneficio  de  uno. Sacándole  el  máximo  provecho  cuando  se  necesitara, para  después  abandonarla.

Cuando  veía  o  tenía  que  hacer  un  trato  con  una  dama, siempre  intentaba  quedar  bien  si  lo  que  estaba  en  juego  era  dinero. Pero  a  despedirse  y  irse  cada  uno  por  su  lado, intentaba  tener  el  mínimo  roce  con  ellas  a  no  ser  que  le  conviniera  o  quería  conseguir  algo. Paul  era  como  su  padre, rudo, egoísta  y  muy  machista  con  las  mujeres.

Un  día, un  amigo  suyo  y  de  entera  confianza, le  pregunto  si  sabía  algo  de  Julia (que  así  se  llamaba, la  madre  de  Eva). Paul  contesto  que  no  sabía  nada, ni  le  interesaba  indagar  nada  de  ninguna  relación  antigua. Quedando  todo  por  zanjado.

Paul, no  sabía  qué  hacer  referente  a  la  herencia. Su  padre  lo  dejo  todo  bien  explicado  en  un  testamento  antes  de  morir. Si  no  tenía  hijos, solo  obtendría  la  vivienda  familiar. El  dinero, los  negocios  y  los  bienes, pasaría  todo  a  una  ONG.

Estando  en  una  fiesta  como  de  costumbre, se  encontró  con  una  amiga  de  Julia. Se  le  acerco, sin  acordarse  Paul  en  ese  momento  de  ella, con  la  intención  de  quitársela  de  encima  lo  antes  posible. Pues  era  una  chica  que  no  entraba  dentro  de  sus  gustos. Pero  de  pronto  escucho:

--Hola  Paul, ¿Cómo  está  tu  hija?

Automáticamente  se  volvió  por  instinto, contestándole;

--¿perdona? Yo  no  tengo  hijos

--¿y la  niña  de  Juana? tubo  un  bebe  y  es  tuyo,¡ bueno! Eso  me  dijo.

En  ese  momento  Paul  vio  el  cielo  abierto, si  era  verdad  que  tenía  un  hijo, todos  sus  problemas  estarían  resueltos. Aunque  hubiera  preferido  que  fuera  un  varón. Pero  no  importaba. Lo  importante  en  ese  momento, era  averiguar  donde  estaban.

--Yo  no  supe  más  de  ella, ¿Dónde  viven?

--Sus  padres  volvieron  a  la  India

--¿sabes  dónde?

--No, la  verdad, nunca  me  dijo  de  donde  era  exactamente,  y  si  lo  hizo  no  me  acuerdo. Aparte, deje  de  saber  de  ella  de  la  noche  a  la  mañana. Solo  sabía, que  volvería  a  su  país, una  vez, naciera  el  bebe.


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