Primer intercambio de esposas Parte 6

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Ver a mi esposa Victoria mamando la verga de Miguel fue maravilloso, y al mismo tiempo Sandra mamaba la mía. Las manos de Miguel seguían agarrando y sobando las tetas de mi mujer y vi cómo se las estrujaba y pellizcaba los pezones, que ya no eran rosados sino casi rojos, de la excitación y de la fuerza de los dedos de él... pero mi mujer no se quejaba, al contrario estaba más caliente cada minuto que pasaba; y casi que brincó y gritó cuando Miguel le empezó a tocar y a jalar los pelos rubios de la pusa y a meter sus dedos dentro de la vagina. Era un contraste lindo, dedos morenos y pelos rubios y labios vaginales rojos y mojados. Y hasta donde estábamos Sandra y yo se oía el ruido a líquido que hacían los dedos de Miguel al pajear la pusa de mi esposa.

Yo también ya tenía a Sandra completamente desnuda y le mamé las grandes tetas, y mordía sus pezones negros y enormes y me sabían a gloria. Y pasaba mis manos por todo su cuerpo, sintiendo su piel suave y morena, cubierta por un suave vello oscuro. Incluso sus pechos, estómago y piernas tenían esa suavidad que le daba la pelusa que la cubría. Definitivamente era una mujer muy velluda, así que si se dejaba crecer los pelos de las axilas, como me lo ofreció, sería delicioso olerle y mamarle las axilas (Victoria sí había probado no rasurarse algunos meses las axilas, pero el pelo que le crecía no sólo era rubio sino muy escaso, así que sería una delicia la diferencia entre las axilas de mi mujer y las de Sandra). 

El pelo de la pusa de Sandra era muy abundante, espeso, largo, grueso y muy negro. Cuando tenía cerradas las piernas sólo se veía el pelo púbico y no su pusa... pero cuando las abría y se le apartaba un poco el pelo había unos labios grandes, gruesos, negros, salientes, casi colgando... muy brillantes por sus jugos, y apestosos a sexo y mujer caliente y puta. Y su clítoris era bastante más grande y salido y abultado que el de mi mujer, como una pequeña verguita con el glande expuesto, entre rosado oscuro y moreno. Una delicia para mamar y sentirlo con la lengua. Y su vagina cambiaba del color moreno oscuro del exterior a un rojo oscuro muy intenso... y al abrirle los labios vaginales pude ver con claridad el fondo de su vagina y el pequeño orificio del útero y de su uretra... lo que me hizo desear que después de coger ella me orinara en la cara y boca y yo chupar esa pusa mientras su orina sale.

Yo fui bajando con mi lengua por el cuerpo de Sandra... su cara, su cuello, sus pechos (como son grandes, la parte inferior de cada teta se llena de sudor y es delicioso chuparlo y olerlo), su abdomen y su estómago... para finalmente mamar y chupar y jalar con mis labios los pelos enormes de su pubis... y meterme entre sus piernas y mamar directamente su pusa. Sus labios y su clítoris. 

Mientras tanto mi esposa seguía mamando con gusto la verga y huevos de Miguel... yo no sabía si ella estaba decidida a chuparle la verga hasta que le llenara la boca con su semen... o si quería que los primeros chorros de semen se los echara dentro de la pusa... esas dos cosas le fascinan a mi mujer, y el orden de hacerlo depende del gusto especial de cada día. Como Miguel también quería mamarle la pusa (especialmente porque sería la primera rubia que cogería) hizo que se pusieran en el suelo en un delicioso 69. Y cuando Sandra vio que su marido ya tenía la cabeza metida entre las piernas de mi mujer y que se estaban dando una mamada sensacional, ella también sin decir nada, me empujó suavemente al suelo y se acomodó encima de mí, y abriendo sus piernas colocó su pusa encima de mis labios y yo saqué la lengua y seguí mamando... y sentí cuando ella se puso a lamer primero mi verga y después se la metió en la boca... y me mamaba la verga completa... mamaba más profundo que Victoria (aunque se oía que Miguel no tenía nada que quejarse de la chupada de pija que le estaba dando mi esposa).

Seguimos en esa posición por bastante tiempo (tanto Miguel como yo, podemos aguantar mucho tiempo sin venirnos... porque generalmente nos venimos una vez y después necesitamos más tiempo para reponer nuestras vergas) y Sandra y Victoria tuvieron unos 3 o 4 orgasmos cada una. Yo veía como temblaba y se agitaba todo el cuerpo de mi mujer con cada orgasmo que le daba la lengua de Miguel; y lo mismo pasaba con Sandra. Yo tenía empapada la cara por los jugos que ella soltaba y hasta parecía que se orinaba en mi cara cada vez que se venía. El sabor y el olor de su pusa era maravilloso... y yo le metía un par de dedos entre el culo y le agarraba las nalgas... y algunas veces ella se movió para que mi lengua le chupara el ano... fue maravilloso.

Después de los orgasmos de Victoria, ella dijo que ya no aguantaba las ganas de probar esa verga. Se dio la vuelta y se puso encima de las piernas de Miguel, con la pusa justo donde estaba su verga parada y que chorreaba precum. Como con las mamadas se le había bajado el prepucio, Victoria se lo subió con la mano, admiró un momento esa verga con capuchón negro y mojado y puso su pusa encima y sin ningún esfuerzo la verga le entró hasta el fondo en un solo movimiento. Ella gimió muy fuerte, él también. Por primera vez ella tenía una verga negra con prepucio y él una pusa rubia. Primero Victoria se dedicó a sentir que tenía la verga adentro y que le topaba en el útero; y después empezó con el movimiento circular que tanto placer me ha dado a mí... movía sus caderas de un lado al otro y en círculos... y después de un tiempo haciendo eso (y Miguel parecía que sufría del placer) empezó a subir y bajar sobre su verga... y lo hacía con tanta rapidez y fuerza que algunas veces la verga de él salió de su pusa... ella la agarraba y se la volvía a meter... o dejaba que la verga de él, que estaba tan dura y parada, entrara sola... aunque un par de veces su verga no se ponía en la entrada de la vagina de mi esposa sino en su ano.... y sé que Victoria también la quería probar dentro de su culo.

Sandra y yo nos separamos del 69 y empezamos a ver a nuestras parejas disfrutar de ese sexo caliente y sucio que estaban teniendo. Yo me puse atrás de ella y en esa posición, como de cucharita, le metí la verga dentro de la pusa. Sentí cuando entró en esa cueva caliente, resbalosa y muy mojada y sentí delicioso. Era una pusa diferente a la de mi mujer. 

Continará...


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