Primer intercambio de esposas Parte 11 FINAL

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Ninguno de los cuatro hablábamos, sólo tratábamos de recuperar el aliento. Los orgasmos habían sido como explosiones.

Miguel sacó la verga del culo de mi esposa, y Sandra se quitó de la boca de Victoria. Ambos se acostaron a nuestro lado. Eso permitió que mi mujer se levantara y se sacara mi verga aguada y ambos chorreábamos semen... ella de su culo (el semen de Miguel) y de su pusa (mi semen) ... y mi verga estaba brillante y apestosa al jugo de la pusa de Victoria y el poco semen que todavía me salía, en gotitas que resbalaban por mi verga chiquita. Victoria se acostó a mi lado y entonces -aunque la pasión ya había terminado- inmediatamente le abrí las piernas y metí una almohada bajo sus nalgas para elevar su cuerpo... y bajé mi cabeza y saqué mi lengua y empecé a mamarla, alternando entre su pusa y su culo, así saboreé el semen de Miguel y el mío. Y en ese momento sentí que alguien me agarraba la verga y se la metía en la boca. Era Miguel que me daba una suave mamada, y lamía y mordía mi pija. Sandra se puso a besar nuevamente a Victoria y después puso a su marido de culumbrón y abriendo sus nalgas le chupaba y mamaba el culo negro y peludo. No es que estuviéramos buscando más orgasmos, era más bien el acto de intimidad que se da entre personas que acaban de hacer el amor, porque en realidad, aunque el sexo había sido casi degenerado entre los cuatro, sentíamos que habíamos hecho el amor con personas que realmente nos importaban y con las que en unas pocas horas nos habíamos convertido en algo más que amigos íntimos. Era como si los cuatro fuéramos amantes unos de los otros, y que no sólo era físico sino muy emocional. Una relación maravillosa.

Cuando terminamos de chupar y lamer los sabores de nuestras vergas, pusas y culos. Nos acostamos todos juntos, incluso entrelazábamos las piernas con mucho cariño y nos seguíamos dando caricias y nos decíamos las cosas más cariñosas que se pueden dar en este tipo de relación entre hombres y mujeres. Nos sentíamos cómodos. Era como que siempre lo hubiéramos hecho. Fue maravilloso.

Después de unos minutos nuevamente nos dieron ganas de ir a orinar y acordamos que ahora sí, que además de orinar por necesidad física aprovecharíamos para cumplir todos los deseos que nos produce orinarnos. De esa forma, dentro de la ducha, Sandra nos orinó a Victoria y a mí en las bocas, cara, cuello, pecho y genitales. Su orina amarilla y caliente resbalaba por nuestros cuerpos y caía al suelo. Apestaba deliciosamente. Dejaba una sensación pegajosa que nos encanta. Cuando las últimas gotas de orina de Sandra salieron por su pusa, inmediatamente Victoria y yo sentimos el primer chorro de orina de Miguel. Más caliente, más fuerte, en mayor cantidad, muy amarilla y mucho, mucho más apestosa. Mi esposa y yo estábamos empapados de orina y los dos nos restregábamos las manos sobre nuestros cuerpos. Las manos blancas de Victoria "seguían" el chorro de orina y sobaban la piel donde caía... y lo mismo hacía yo; Miguel se movía de un lado a otro para orinarnos a los dos. Alternaba un chorro encima de Victoria y otro encima de mí. Cuando él terminó de orinar, Victoria se prendió de su verga y la chupó y no dejaba de saborear esa delicia de pija negra y apestosa a semen, culo y orina. Lo mismo hice yo en la pusa de Sandra. Le chupé los grandes labios muy oscuros y le metí la lengua hasta donde pude, y el sabor y el olor a pusa de puta recién cogida y llena de su líquido seminal y saliva y pipí eran deliciosos.

Después fue el turno de Sandra y de Miguel de que los orináramos. Y la necesidad de orinar era tanta que no nos turnamos con mi esposa. Los orinamos los dos, a los dos, al mismo tiempo. Eran dos chorros de orina caliente cayendo simultáneamente en los cuerpos de nuestros amantes. El chorro de orina de Victoria no era tan fluido y salía desordenadamente y les caía por todos lados, en cambio el mío caía en donde yo les "apuntaba"... esa es la ventaja de tener una verga. Sandra y Miguel quedaron empapados de nuestra orina y algo que nos encantó es que cuando los orinábamos sobre sus caras y bocas ellos se besaban con mucha lengua, de forma que la orina les entraba en sus bocas y se mezclaba con su saliva.

Cuando todos ya nos habíamos orinado, los cuatro nos paramos en la ducha y nos abrazamos y restregábamos nuestros cuerpos contra los de los otros. Se sentían completamente mojados, calientes y pegajosos. Era delicioso. Y empezamos a besarnos, y de una forma u otra las cuatro bocas se mezclaban y había cuatro lenguas salidas lamiendo nuestros rostros. El sabor era delicioso. Eso hacíamos casi siempre con Victoria al terminar de coger, y lo hicimos tanto con Gustavo, Paty y Alicia; pero esto fue sensacional, muy diferente y especial.

Al terminar nos secamos y nos fuimos de nuevo a la cama Ya eran las tres de la madrugada. Teníamos casi cuatro horas de estar cogiendo. Estábamos rendidos y el tanque sexual completamente vacío. Nos acostamos y nos metimos en la cama... la madrugada se sentía un poco fría. Quizá platicamos unos tres minutos y después el silencio fue haciendo presencia en el cuarto. Casi al mismo tiempo todos nos quedamos dormidos. Sandra y Victoria juntas, en el medio de la cama. Miguel al lado de Victoria y yo junto a su esposa. Lo que sí hicimos fue acariciarnos un poco y Miguel se quedó dormido con su mano encima de las tetas de mi mujer y yo con las mías encima de esos pechos enormes y muy morenos de Sandra.

Nos despertamos como a las 10 de la mañana siguiente. El cuarto apestaba a sexo. Y la visión de los cuatro cuerpos desnudos en la cama fue maravillosa. Conocer a Sandra y a Miguel fue como sacarnos la lotería. Nos levantamos y fuimos a orinar pero ya cada uno después del otro... el sexo de la noche anterior había sido agotador. Desnudos fuimos a la cocina y entre los cuatro preparamos el desayuno. Necesitábamos urgentemente reponer fuerzas y energía. Después de comer, Miguel y Sandra se empezaron a vestir y Victoria y yo nos quedamos desnudos. Nos besamos los cuatro con mucha amistad y amor, hablamos un poco de todo lo que pasó y lo que nos había encantado y nos aseguramos que querríamos más y más y más. Así que repetir estaba asegurado. Y sabíamos que sería muy pronto. Intercambiamos las fotos y videos (yo le envié a Miguel más tarde lo que tenía en mi computadora) y al despedirnos nos quedó como un "vacío". Había sido lo mejor en la vida de Victoria y la mía y queríamos más, con ellos y con otras personas.

Así fue nuestro primer intercambio de parejas. Pero no ha sido el único. Hemos repetido con ellos los pasados 15 años.


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