Del cielo a la tierra, hay un paso y Viceversa (1-2)

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Martina nació en un país hermoso, con variedades de religiones, con personas llenas de vida y sueños con ganas de conseguirlos con el trascurso de los días. Un país gobernado por un extremista, lleno de ambiciones y deseos de conquista. Unas inquietudes que implicaba, no solo a sus súbditos, si no, a otros países cercanos, juntos a sus fronteras.

Siempre atacaba con camicaces, con suicidas a sus países vecinos. No les importaban matar, niños, bebes, mujeres y ancianos. Hasta que un día, decidieron, que no se iban a dejar pisotear más y ocurrió lo que todo el mundo ya sabía. Pero a lo que nadie estaba todavía preparado.

Era de noche, todo el mundo dormía. De pronto se escucha un silbido, una explosión, gritos, llantos, sirenas. Su ciudad estaba siendo atacada, por el país vecino. Mira, entre los escombros estaba su padre muerto, lleno de sangre.

En la calle, todo el mundo corría. Su madre agarro a sus hermanos y a Martina que ya era adolecente, saliendo corriendo sin ningún rumbo fijo. Solo deseaban esconderse del desastre. Sus hermanos siendo ya adultos los llamaron a filas. Ella y su madre escaparon, pudiendo salir en los siguientes días, cruzando la frontera con ayuda y llegando a Europa.

Martina a la edad de 14 años ya tenía conocimiento del dolor infundido por otros, sin causa ninguna. Tan solo por el deseo de ser MÁS, que los demás. Poco a poco, Martina fue recuperando su vida. Con la ayuda de los servicios sociales y las ONG, pudieron empezar a respirar, pero duraría bien poco.

Poco a poco empezaron a recibir noticias de su país y sus hermanos. Primero les notificaron que el mediano murió en el frente, sin poder recuperar el cuerpo. Al cabo de los meses, murió el mayor, explotándole una mina, cuando avanzaban, corriendo hacia las trincheras para resguardarse de los disparos, de los invasores.

Martina no entendía como la vida le golpeaba de ese modo. Tan solo miraba al cielo y decía;

--Llora, llora Martina, ¡pero levántate!, siempre con la mirada al frente, nunca la acaches.

Martina, fue cumpliendo años. Estudio auxiliar de enfermería. Le gustaba ayudar a los enfermos, sobre todo los que estaban en fase terminar. Conoció un medico, cuando trabajaba  en el hospital, empezaron a salir. La relación duro 3 años. Por fin, parecía que Martina empezaba a ser feliz.

Su madre dentro de una normalidad, se podría decir se iba adaptando a su nueva vida. Pero sin marido, sin hijos y sin tierra, ni cultura. Sentía que estaba de emprestada, en un mundo que no era el suyo. No entendía porque la echaron de su casa, de su vida, de sus pertenencias y lo que no soportaba era como la apartaron de sus seres queridos, de una forma tan brutal, sin poder despedirse de ninguno de ellos.

El dolor la consumía. Sentía que el corazón, lo tenia envuelto en espinas. Era tan profundo lo que sentía que a veces olvidaba quien era y donde estaba. Su memoria empezó a defenderse del dolor, desapareciendo recuerdos dolorosos y aun así, sentía que su alma se partía en dos. Un día fue a comprar y un coche la atropello, muriendo en el acto.

Llamaron a Martina al hospital. Cuando se dirigió al sitio, todos le dijeron lo mismo.

-- Su madre empezó a cruzar la calle, viendo que venía un coche, se paro en medio y espero plácidamente, tranquila, a que el coche la atropellara. Quedándose dormida, cayéndole lagrimas por sus mejillas.

Martina se derrumbo, cayendo de rodillas en el asfalto de la carretera. A los pies del cuerpo de su madre. Lloraba, lloraba y miraba al cielo;

--¿Por qué, porqué? Pero me levantare y no sucumbiré a las adversidades que la vida me tiene desina.

Martina se encontraba sola. Ya no tenía hermanos, madre, padre, ni tierra. Su prometido pensó que era el momento de contraer matrimonio. De formar una familia y agarrarse a otra tierra. Sembrar raíces y ser feliz de nuevo.

Se casaron un domingo, el año no importa, el mes tampoco. Pero si la sonrisa de Martina. Era feliz de nuevo. Sus ojos empezaron a brillar, sin olvidar las pérdidas humanas, producidas por alguien que se hacía llamar humano.


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