Cuando el corazón habla y la mente escucha (1-3)

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Un día decidieron ir al cine. Estando los dos sentados, uno al lado del otro. Rafael sin notarlo, inconscientemente, sus dedos empezaron a deslizarse por el brazo descubierto de Anaïs, cuando quiso darse cuenta, su mano estaba entre lazada con los dedos de la muchacha. Los dos se miraron fijamente. Sus ojos brillaban. Volviendo en pocos segundos depositando su mirada en la película que estaban viendo en el momento. Sin soltarse ninguno de los dos, las manos.

Al salir, se miraron, Rafael levanto su mano, con la palma de la mano hacia arriba y los dedos abiertos, mirando a su amiga. Anaïs, lo miro, lo sonrió y acercando su mano hacia la suya, volvieron a unirse, mientras sus corazones bobeaban con gran velocidad. La mente de Rafael solo decía;

--Agárrala, no la sueltes, agárrala, agárrala

Otro día fueron de compras a unos grandes almacenes, sentándose a tomar algo en un bar por los alrededores. Anaïs se mancho los labios con un bocadillo que se había pedido. Rafael, alargo su mano y con un dedo, deslizándolo sobre el labio, se lo limpio. Ese mismo día a dejarla cerca de su casa, la beso por primera vez, siendo correspondido por la joven.

Anaïs había cambiado, su familia la veían feliz. Su madre sentía que se estaba convirtiendo en otra persona. Donde no se veía triste. Donde al llegar de la universidad, no se volcaba en los libros a estudiar. Que cuando entraba de la calle, empezaba hablar con sus padres, dejando a un lado el culparlos, sobre todo a su padre de lo que, un día, años atrás ocurrió.

Un fin de semana, después de un trimestre de exámenes, decidieron un grupo de amigos, marcharse a las montañas a un hotel. Rafael, invito a Anaïs a que fuera con ellos, aceptando la joven.

La madre del muchacho no le hizo mucha gracia, pues era la primera vez que Rafael salía dos días solo sin ellos y fuera del núcleo familiar. Todos cogieron habitaciones en pareja. Ellos se miraron. Rafael volvió a cogerle la mano y pidió una habitación doble para ellos. Todos los amigos se quedaron contestos, pues conocían a Rafael desde el instituto y sabían de su enfermedad. Por primera vez lo sintieron completamente lleno de vida. Antes siempre lo veían feliz, pero esta vez, junto a Anaïs, era como si una luz, los envolvieran a los dos, al mismo tiempo que todo lo demás, desaparecía para ellos.

Al subir a las habitaciones era ya tarde, pues era viernes, todos decidieron bajar a cenar y como se encontraban cansados llegaron a la conclusión de que se acostarían, para mañana salir todos temprano de senderismo por las montañas.

Rafael y Anaïs, se encontraban nerviosos, parecía que era su primera vez durmiendo con alguien. Se ducharon, se pusieron los pijamas y se acostaron. Esta vez fue Anaïs quien lo abrazo, pues hacia viento y los arboles chirriaban como si se movieran y bailaran las ramas, viéndolo por la ventana. Rafael la miro, le acaricio el pelo y como si no pudiera contenerse se besaron. En un beso, donde los dos se fundieron en uno, Terminando por hacer el amor, donde sus manos se unieron y la mirada de Anaïs fue directa a la cicatriz de su corazón.


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