Con Leonel y su esposa Parte 3

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Mi esposa Victoria tirada en la cama, desnuda y con las piernas abiertas mostrando su pusa, y los pelos estaban pegados con el líquido reseco que Dinora y ella habían sacado y se habían mezclado en su coño. Y mientras me miraba con ojos de picardía y lujuria y una sonrisa que decía todo lo que había gozado con la esposa de Leonel, con un brazo en alto me mostraba el calzón que colgaba de sus dedos y que por supuesto yo no reconocí como de ella así que la única opción que quedaba era que pertenecía a Dinora. Un calzón muy femenino, rosado y muy manchado con líquido blanco reseco, y manchitas amarillas de donde Dinora había tenido su culo. 

Yo me acerqué a mi mujer y nos dimos un beso, profundo, con mucha lengua y saliva... y eso hizo que yo sintiera el sabor tan fuerte de su saliva; que seguro era por sus jugos de pusa, culo, saliva y sudor. Y la "peste" a sexo que había en nuestro dormitorio confirmaba las más de seis horas que ellas estuvieron cogiendo. Cuando rompimos el beso inmediatamente cogí el calzón de Dinora y empecé a olerlo, aspiraba tan profundo como podía y su olor entró en todo mi sistema e hizo que la verga me diera un fuerte tirón y "rogara" porque la liberara de la prisión de mi ropa. Era un verdadero éxtasis sentir ese nuevo olor a pusa. Olor del coño de otra mujer. De la mujer del hombre que también cogía con nosotros y que ahora mi esposa también sabía lo que era tener sexo con ella. Era el olor de la pusa que recibía la verga y el semen de su esposo, y que también ya habían estado muchas veces metida en la vagina de mi esposa.

Me desnudé rápidamente y me acosté al lado de Victoria. Y mientras que yo olía el calzón apestoso de Dinora, mi mujer me agarró la verga y empezó a pajearme, lento, suave, como nos gusta... y cuando mi precum empezó a salir de mi glande, ella lo esparció por toda la cabeza y la fricción era deliciosa. El precum y la saliva, para nosotros, es mejor lubricante y más excitante que uno artificial. Yo seguí oliendo el calzón y me imaginaba lo delicioso que sería el día que yo también pudiera probar su olor y sus jugos directamente con mi boca. Y fue hasta en ese momento en que Victoria me contó, con todos los detalles, lo que pasó con Dinora.

Desde que llegó a nuestra casa, Dinora se veía nerviosa y tímida. Así que Victoria decidió que sería muy paciente y nada agresiva y dejaría que Dinora fuera la que marcara el ritmo de lo que pasaría. Y fue lo mejor. Primero platicaron de cosas intrascendentales y se notaba que Dinora estaba "rara" pero no incómoda. Victoria le ofreció una copa de vino y las dos tomaron, pero mi mujer notó que Dinora dio tragos grandes y seguidos como buscando que el vino le hiciera efecto y calmara su ansiedad. Victoria estaba vestida con ropa muy femenina pero nada que la hiciera parecer "puta". Y Dinora también usaba un vestido corto y mi esposa pudo "imaginar" su cuerpo. Dinora es chaparrita, más que mi mujer, gordibuena con varias libras más que Victoria; y su piel es blanca con cabello muy negro. Y sus tetas se veían grandes, gordas, un poco colgantes y seguro un poco aguadas si se le comparan con las de mi mujer. Las dos olían a perfume. Se sentaron juntas en un sillón y Victoria se puso un poco de lado de manera que sus muslos se mostraban un poco más arriba de su falda, pero sin llegar a ser agresiva o intimidante. 

Como la plática fluía entre las dos pero el "tema central" no salía, Victoria sí le empezó a hacer preguntas directas a Dinora. Que qué le había contado Leonel de nosotros... que qué pensaba de lo que hacíamos y de nuestra vida sexual... que qué le parecía la posibilidad de que todos tuviéramos sexo juntos, etc. Las respuestas de Dinora fueron escuetas (mientras Victoria me contaba todo eso, yo le metía mano por todos lados y la olía, la chupaba, la besaba... y sin poder contenerme me puse de cucharita -mi posición favorita porque me deja las manos libres para seguir tocando o pajeando- y levantando una de sus piernas le metí la verga y empecé con un ritmo suave y lento pero muy satisfactorio... lo hacemos así cuando queremos prolongar el placer sin dejar de hablarnos).

Entonces Victoria directamente le dijo a Dinora que su esposo nos había contado que ella quería tener sexo con mi mujer, como primer paso... y que era porque en el colegio había tenido sexo con una compañera. Dinora se puso colorada y titubeó un poco, pero empezó a contarle a Victoria cómo había sido su relación... el comienzo... el "enamoramiento" con su amiga... y los primeros contactos y sobadas... y cómo al final terminaron metiéndose mano y masturbándose la una a la otra... para inmediatamente desnudarse y empezar a coger formalmente. Le contó sobre el sexo oral que tenían, las pajas, las mamadas, las "tijeras" de pusa contra pusa... Victoria le hacía más preguntas no tanto por curiosidad sino para que Dinora se excitara mucho con sus recuerdos y se facilitara mucho lo que pasaría a continuación. Dinora le contó sobre el cuerpo de su amiga, de sus pechos y pusa (de allí tenía el gusto por pusas rasuradas ya que su amiga siempre la tenía así), del olor y el sabor... y de los orgasmos maravillosos que su amiga le hacía tener con su lengua, sus dedos... y con cosas que se metían en la pusa (más que nada mangos de cepillos de pelo y algunas veces probaron con pepinos y zanahorias pequeñas. Por lo que fue esa amiga la que desvirgó a Dinora).

Para ese momento ya se notaba que había mucha tensión sexual entre las dos, y mientras Dinora le seguía contando a Victoria, esta empezó a poner una mano encima de la rodilla de Dinora... y a subirla poco a poco en su muslo y meterla bajo la falda. Cuando la mano de Victoria acariciaba lentamente el muslo de Dinora, la respiración de ambas fue más profunda y rápida. Y Victoria viendo directamente a los ojos a la esposa de nuestro amante y sin decir nada, llevó su mano a la entrepierna de Dinora... y le tocó primero el pubis (Victoria sintió extraño no sentir un colchoncito de pelos bajo la tela) y poco a poco movió sus dedos para empezar a sobar el calzón justo en el lugar en que estaba la pusa de Dinora. En ese momento ya ninguna habló más. Dinora incluso cerró sus ojos y fue como la aprobación a lo que Victoria le hacía. Mi mujer sintió que ya la tela del calzón estaba húmeda pero con cada caricia de sus dedos se mojaba más y más... y el olor a sexo empezó a salir de la entrepierna de Dinora.

Victoria se centró en acariciar el clítoris de Dinora. Allí empezó la verdadera acción...

Continuará...


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