Con Leonel y su esposa Parte 5

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El orgasmo que mi esposa Victoria le dio a Dinora no bajó en nada su deseo. Las dos estaban en el sillón de mi casa, morreándose con mucha lengua y saliva, sobándose los pechos y Dinora ya le había bajado el calzón a mi mujer y le tenía dos dedos entrando y saliendo de su pusa. La tentación de Victoria por tener un rápido orgasmo con los dedos de Dinora era muy grande... pero decidió que era mejor "separarse". Dinora la vio con ojos de "qué pasa" cuando Victoria se levantó y rompió así el contacto con sus dedos. Y por supuesto, las dos tenían los pezones durísimos y marcándose en sus blusas…y el olor a pusa era muy fuerte.

Mi mujer se paró frente a Dinora y con mucho cariño y suavidad le agarró la mano y la jaló para que también se parara. Victoria le dijo que ya era "hora"... y empezaron a caminar muy juntas a nuestro dormitorio, abrazadas por la cintura, como dos novias que se aman y se dirigen a la recámara nupcial a concretar su amor.

Al llegar al lado de nuestra cama se quedaron paradas y una frente a la otra. Y Victoria viendo directamente a los ojos de Dinora le dijo que podía hacerle lo que quisiera. Lo que se le ocurriera. Lo que deseara. Lo que ansiaba hacer con otra mujer. Que se sintiera completamente libre y con acceso total a su cuerpo. Que desahogara las ganas que tenía desde hacía tantos años, que cumpliera todas sus fantasías lesbianas. E inmediatamente Victoria volvió a besar los labios de Dinora.

Mi esposa siempre ha sido muy activa y participativa y no se queda con ganas de hacer lo que quiere. Pero en ese momento decidió que fuera Dinora la que llevara la batuta. Que Dinora decidiera qué, cómo, cuándo, cuánto, etc. Y que ella respondería, pero "pasivamente". Esto para no "espantar" a Dinora sino que se sintiera muy cómoda y que fuera a su propio ritmo. Sin imposiciones ni presiones. Era el momento de Dinora. Y de cómo pasara todo, podría depender el que le gustara esta vida sexual... y que muy pronto estuviéramos todos en nuestra cama... o donde fuera. Realmente deseábamos tener un cuarteto con Dinora y Leonel.

Como que si se hubiera activado algo en Dinora, cambio de ser una mujer un poco pasiva y sumisa a usar todo el poder que Victoria le había dado. Se notó inmediatamente que Dinora estaba encendida y que el fuego del deseo sexual la consumía. Deseo por mi mujer. Deseo por follar con otra mujer. Así de impactada había quedado con el sexo con su amiga de juventud... y Victoria deseaba no sólo que Dinora recordara esos momentos deliciosos que tuvo cogiendo con su amiga, sino que también aprendiera que no es lo mismo follar con una jovencita sin experiencia que con una mujer completa, madura... y muy puta, como lo es mi esposa.

Las manos de Dinora volaban por todo el cuerpo de Victoria. Un segundo estaba agarrando las tetas y en el otro las nalgas, las piernas o la pusa de mi mujer. Y empezó a desnudarla, al principio poco a poco y muy despacio, gozando cada parte de la piel de Victoria que quedaba a su disposición... pero en un segundo pasó a una pasión y un deseo desenfrenados. Parecía que tenía urgencia de ver totalmente desnuda a mi esposa y que todo su cuerpo estuviera a merced de sus manos y de su boca y lengua. Victoria por su parte acariciaba la cara, el cuello, los brazos de Dinora, tratando de no interrumpir sus caricias, chupones y besos.

Dinora le bajó el vestido y mi esposa quedó sólo en brasier, ya que el calzón estaba tirado a media sala. Dinora le estrujó los pechos por encima de la tela del brasier y se los amasaba y apretaba... caricias suaves seguidas de pellizcos a los pezones duros. Y no se aguantó y liberó esas tetas maravillosas de mi mujer. Dinora abrió enormemente los ojos como no creyendo lo que veía. Tetas blancas, gordas y de enormes pezones rosados y muy rugosos y duros. Los sobó y retorció los pezones (con fuerza, aunque eso excitó aún más a mi mujer) y acercando su cabeza se puso a dar besos a esos globos de carne... y a llenarlos de saliva. Y cuando se prendió a chupar sus pezones se miraba cómo los jalaba con sus labios y se estiraban. Y pasaba de un pecho al otro. Se metía un pezón por unos momentos y después cambiaba al otro. Y las manos de Dinora no se estaban quietas. Recorrían la espalda, el abdomen y las nalgas de mi mujer (incluso sobaba entre las nalgas y hasta tocando su ano, pero todavía no le metió un dedo entre el culo. Eso sería después). Y regresó a sobar el pelo púbico de mi mujer, y a jalar los pelos de sus labios vaginales... y volvió a meter dos dedos dentro de la pusa.

Estuvieron así algunos minutos. Dinora chupando el cuerpo de mi esposa, y esta con las piernas temblando y tratando de no perder el balance... el placer que sentía con los dedos de Dinora metidos en la pusa era enorme. Pero Victoria quería un poco más... así que con suavidad y mucho cariño acarició la cabeza de Dinora... y la fue empujando hacia abajo. El mensaje era claro. Victoria quería que Dinora ya le oliera y chupara la pusa. Dinora empezó a bajar su cabeza en dirección al pubis de mi mujer y subiendo la mirada la vio a los ojos cuando empezó a oler y chupar los pelos de su pubis y a llenarlos de saliva. Eran pelos rubio-castaños, largos, que ya brillaban con la saliva de la nueva amante lesbiana de mi mujer. Victoria empujó un poco más la cabeza de Dinora e hizo que se hincara y que metiera la cara en su pusa. Victoria se dobló un poco más y se apoyó en la pared y abrió mucho las piernas, y eso hizo que el acceso a su vagina fuera muy fácil.

Inmediatamente sintió el aliento de Dinora acariciando sus labios vaginales y vio que ella miraba sus pelos del pubis (después Dinora le contó que le habían fascinado sus pelos rubios, y que el olor de su pusa y el sabor eran millones de veces mejores que los que recordaba de su amiga. Que definitivamente era mejor mamar el coño de una mujer que el de una jovencita, y que era delicioso tocar y chupar una pusa peluda que una rasurada).

Y sin más palabras Dinora empujó a Victoria hacia la cama y la hizo acostarse, pero dejando sus piernas caer a un lado de la cama, muy abiertas y mostrando su pusa abierta, roja, empapada. Y Dinora sacó la lengua y empezó a mamar la vagina de Victoria. Era muy diferente a las mamadas con Alicia, Paty y Sandra; ellas tenían más experiencia. Pero coger con Dinora era como desvirgarla y eso enloqueció de placer a mi esposa. Dejó que Dinora la chupara como ella quisiera. Todo era delicioso en ese momento.


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