Con Leonel y su esposa Parte 14

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Los sentones que se estaba dando Dinora en mi verga eran fuertes, rápidos y por momentos descontrolados. Yo sentía algo tan diferente y nuevo al coger con ella (y entendí inmediatamente por qué mi esposa quedó prendada de Dinora y su forma de coger. Victoria me dijo que le gustaba más coger con Dinora, que con las otras amantes. Que la inexperiencia de Dinora era compensada por la pasión que ponía. Con las otras era un sexo más "mecánico" y sin sentimientos, pero que Dinora ponía el alma al coger, se entregaba, daba y recibía por igual. Y nos dimos cuenta que en realidad el sexo con Dinora y Leonel era más "íntimo". A partir de ese día, Dinora y Leonel fueron nuestros mejores amigos y principales amantes, y esa amistad ha crecido día con día aún más. Y cuando salimos juntos no somos dos parejas sino un cuarteto en igualdad de condiciones.

Siempre he tenido la capacidad de aguantar mucho antes de venirme (sabiendo que generalmente me vengo una o dos veces en un par de horas) pero con Dinora me estaba costando mucho aguantarme. No era la mujer más bella o la de mejor cuerpo que me había cogido, pero sí era la más caliente, ardiente, sensual, apasionada... igual que Victoria.

Pero antes de sacar mi semen (muy cerca estuve de hacerlo) Dinora empezó a literalmente convulsionar. Y tuvo un orgasmo enorme. Y cuando su placer empezó a disminuir volvió a retomar el ritmo sobre mi verga y al poco tiempo tuvo dos orgasmos más, un poco más suaves pero fueron tan seguidos que creí que eran uno solo. Sentía deliciosas las contracciones de su pusa en mi verga, el sudor caía por sus pechos, axilas y cara. Chorreaba por su cuerpo y yo lo sobaba y puse mi cabeza para que gotas cayeran en mi cara y en mi boca. Un sudor delicioso. Y sus pezones parecía que estallarían de lo grandes y duros, tanto que ya no eran color rosa sino casi cafés de la congestión de sangre que los llenaba.

Terminando sus orgasmos ella se quedó sentada sobre mí, con su pusa aprisionando y apretando mi verga. Ya no eran espasmos del orgasmo sino "mordidas" intencionales que ella le daba a mi pija. Ni siquiera Victoria podía contraer así sus paredes vaginales. Dinora abrió la boca frente a la mía y volví a sentir su delicioso aliento, con fuerte olor a su saliva y eso me volvió loco por ella. Me besó suave, tiernamente... en un cambio radical de actitud. Su pasión había cambiado a "amor-agradecimiento". En un momento pasó de ser una mujer que coge bestialmente con un hombre, a una que lo acaricia y besa con amor. De "puta" a "esposa" en un segundo. Dinora cada vez me fascinaba más.

Entonces yo sin sacarle la verga de la pusa, la agarré de las nalgas y le di vuelta en la cama. Me puse encima de ella y mi verga estaba tan dura que no se salió ni un segundo de su vagina. Con mis rodillas abrí más sus muslos y empecé a meter y sacar mi pija. Primero despacio pero como ya no aguantaba agarré un ritmo rápido. En ese momento yo buscaba mi orgasmo... pero sin olvidarme de ella.

Coloqué mi cara frente a la de ella... y después de unos besos con lengua y saliva la miré directamente a los ojos y le ordené que abriera los ojos y me viera. Yo le decía que quería que ella viera y se diera cuenta que era yo el que la follaba. Que viera mi placer y mi deseo por ella y lo que me hacía sentir. Que supiera que la deseaba y me encantaba. Y que también yo quería ver su placer y que gozaba con lo que hacíamos. En ese momento yo ya tenía el papel de "macho dominante" que se folla a su mujer y que además de seducirla, yo gozaba con ella y para ella.

Oíamos perfectamente el ruido de nuestras caderas chocando y veía sus tetas ir de un lado a otro en cada puyón de verga. Ella entrecerró sus ojos, pero no por timidez sino porque el placer era demasiado. Sus manos sobaban mi espalda y también agarraba mis nalgas y las empujaba contra ella para que mi verga entrara más y más duro. Yo sentía cuando topaba con su útero. Y el ruido del líquido de su pusa era enorme, como lo era la peste más deliciosa a sexo que ya inundaba el cuarto.

Le dije que ya me iba a venir y que pronto le llenaría la pusa con mi semen. Ella me respondió que le diera lo más duro y rápido que pudiera, que ansiaba sentir mi semen caliente dentro de ella. Ella quería que nos viniéramos juntos. Necesitaba sentir mi semen y saber que otro hombre que no era su marido la estaba poseyendo e inseminando. Que quería sentirse puta, mi puta. Y me empecé a venir. Sentí varios chorros de semen salir de mi verga. Y ella gritó que lo sentía, que la "quemaba", que era delicioso sentir eso. Y también tuvo otro orgasmo, junto al mío... y sentí sus uñas clavarse en mi espalda y mis nalgas (a Victoria le encantó ver las marcas que me dejó, señal del placer que yo le había dado).

Cuando nuestros orgasmos bajaron la intensidad, nos besamos. Dulcemente. Sintiendo que ella era "mi" mujer y yo "su" hombre. Y así era en ese momento. Y nuestra "unión" acababa de ser sellada por todo el semen que le metí en la pusa. Dinora me agarró fuertemente y no dejó que le sacara mi pija ni me quitara de encima de ella. Nos quedamos así unos 15 minutos. Abrazados como una "pareja" que acaba de hacer el amor y está en total intimidad y comunión. Ninguno queríamos romper el contacto de nuestra piel. Ella acariciaba mi espalda y mis nalgas, con romanticismo y verdadero cariño. Y me confesó que ni siquiera con Leonel había cogido así, tenido tanto placer o sido tan "agresiva" en la cama. Que se sentía rara y extrañada, pero aliviada de haber sido así conmigo. Que esperaba que esa magia no se rompiera nunca y que todos pudiéramos ser grandes amantes. Y que deseaba que Leonel estuviera gozando tanto con Victoria en ese momento, como ella lo había hecho conmigo. 

Fue cuando me pidió que me quitara de encima de ella, que ya pesaba mucho y ambos nos reímos casi a carcajadas. Nunca lo había pasado tan bien con otra mujer (sólo con Victoria) y no me había sentido tan identificado y agradecido por haber tenido esta oportunidad tan bella. Nos quedamos acostados muy juntos, agarrados de las manos y dándonos caricias, mimos, besos... Y fue cuando ella me dijo que necesitaba orinar... y le dije que yo también... me vio con cara pícara y una sonrisa que me mostró sus dientes blancos... y me sacó la lengua en tono burlón... ambos sabíamos lo que seguiría en el baño. Se levantó y me quedé viendo y admirando su cuerpo desnudo... y vi chorritos de mi semen resbalando por sus muslos...

Continuará...


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