Otras experiencias swinger, buenas y malas Parte 4

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Por supuesto que cuando Diego empezó a besarse con su esposa, Victoria y yo también nos besamos, chupándonos los labios y lenguas, como desesperados compartiendo el olor y el sabor de esas nuevas personas en nuestra vida sexual. Al principio mi esposa sintió claramente el olor y el sabor del semen de Diego mezclados con el mío; y yo sentí esa deliciosa peste y sabor a pusa... el sabor de las pusas de Carla y mi mujer estaban tan integrados... y seguro eran tan parecidos, que no pude diferenciar cuál era cuál. Simplemente el olor y el sabor a coño era maravilloso y doblemente fuerte (muy parecido a lo que siento cuando mi esposa coge con otra mujer, pero mejor en ese momento porque era de una pusa "nueva" y que yo probaría directamente en pocos minutos).

El beso entre Carla y Diego duró una eternidad. Parecían no saciarse de sentir sus lenguas y saliva, aunque en realidad lo que los tenía fascinado era que pertenecían a otra pusa y a otra verga... y que su bisexualidad estaba muy activa... la de los dos. Y así era. Carla y Diego deseaban sexualmente a Victoria... pero también yo sentía el deseo de ambos por mí. Y no sabía que me producía más placer, que Carla me deseara tanto o que fuera Diego el que sintiera eso por mí. Me encantaba porque yo también los deseaba enormemente, a los dos... quizá más de lo que deseara a alguien. Y es que hasta ese momento lo que más excitación me producía era que otros se cogieran a mi mujer. Pero ahora realmente yo tenía tantas de ganas de poseer a esa mujer y a ese hombre, que no me hubiera importado que ellos no se cogieran a Victoria. Con que yo pudiera gozar libremente de sus cuerpos... y ellos del mío, me hubiera bastado. Así que cuando también se follaron como locos a mi mujer... y a mí, la noche no pudo ser mejor.

Después de ese primer capítulo de mamadas, los hombres necesitábamos tiempo para recuperarnos (aunque por supuesto ellas hubieran estado listas para seguir inmediatamente después de sus orgasmos). Así que por un buen rato tomamos más vino (lo que sirvió para mantenernos "calientes" en todo sentido) y comimos jamones y quesos.

Parecíamos dos parejas de amigos "normales" que comparten alrededor de una chimenea, platicando y tomando vino. La diferencia era que todos estábamos desnudos y muy juntos... y hablábamos de lo que acababa de pasar, de qué nos había parecido, etc. Y con la plática tan íntima, honesta y demostrando una nueva amistad que estaba naciendo, las caricias empezaron a darse. Las manos de todos pasaban de un cuerpo al otro, no importaba si era la piel de un hombre o una mujer... de la propia pareja o de la otra... una libertad deliciosa. Tanto Carla como Diego se sintieron en libertad de dejarse tocar cómo y dónde fuera, y también tocarnos a nosotros sin ridículamente "pedir" permiso. Simplemente cada uno hacía lo que deseaba... y en todo caso después lo comentábamos. Rápidamente se estaban estableciendo las "reglas" que habría en nuestra relación. Y era fabuloso. Y sin duda, para Victoria y para mí, este intercambio y Carla y Rodrigo eran millones de veces mejores -en todo- que Carlos o Irene (y muy parecidos a Sandra y a Miguel).

Después de una media hora de "plática" el fuego se empezó a apagar en la chimenea; pero las llamas en nuestras vergas, pusas y culos se encendían más y más. Y es que "platicábamos" pero todos nos metíamos mano por todos lados y no quedó parte de los cuerpos a las que no tuviéramos libre acceso. Tetas, nalgas, huevos, axilas, pechos, vergas, pusas y culos. Todo lo exploramos a conciencia con nuestros dedos... y nos matábamos de la risa cuando después de tocar "algo" nos poníamos los dedos en la nariz y degustábamos el olor... Carla y Diego eran igual de olfactofílicos como nosotros (y así Carla juró que cuando cogiéramos tendría su olor "natural" sin nada artificial... y que incluso podría experimentar con no rasurarse las axilas, ya que vio el placer que eso me causaba a mí... y a Diego, que no mantenía alejada su nariz y lengua de las axilas de mi mujer).

Decidimos irnos a nuestra cama. Y comenzó el verdadero intercambio. Victoria con Diego y yo con Carla. Y cogimos y nos mamamos, y nos olimos y chupamos, y nos metimos mano y nos besamos todo el tiempo. Parecía que mi esposa era la pareja real de Diego y Carla la mía. Cada uno estábamos absortos con la persona con la que cogíamos... y me sorprendí cuando me di cuenta que por algunos minutos ni me fijé ni pensé en Victoria. Eso nunca me había sucedido. Era nuevo para mí. Me involucré tanto sexualmente con Carla, que mis fantasías voyeristas (y las exhibicionistas de Victoria) casi que "desaparecieron" y parecía que la "otra" pareja no estaba cogiendo justo a nuestro lado (incluso nuestros cuerpos topaban unos contra los otros, así que no había forma de no saber que ellos estaban cogiendo también). Con Carla (y después Victoria me contó que ella había sentido igual y que con Diego hicieron lo mismo que Carla y yo) nos mamamos todo, hicimos 69s, nos olimos y tocamos y chupamos los culos. Y comenzamos cogiendo en misionero, y cambiamos a "perrito" y ella era un espectáculo cogiendo en cuatro patas. y terminamos haciendo una "cucharita" fabulosa... y allí fue cuando tomé conciencia de que Victoria era follada a mi lado. Y como yo se la metía a Carla desde atrás, eso no sólo dejaba mis manos para que agarraran todo lo que podían de su cuerpo (especialmente sus tetas y pelos de la pusa, y su clítoris para pajearla al mismo tiempo que le metía y sacaba la verga) sino también permitía que Carla y yo miráramos directamente lo que hacían nuestros cónyuges. Y cuando Victoria y Diego se dieron cuenta que nosotros seguíamos cogiendo delicioso pero que no quitábamos la vista de lo que hacían ellos (estaba Victoria en cuatro y con el culo arriba y muy abierto y Diego le metía la verga en la pusa y un par de dedos entre el ano) también se pusieron en cucharita y los cuatro nos mirábamos, nos tirábamos besos, hacíamos gestos de placer y ni una sola palabra. Sólo gemidos de los cuatro.

En una "cucharita" como en espejo, nos empezamos a venir. El primero fue Diego y soltó chorros de semen caliente dentro de la pusa de mi esposa... lo que hizo que ella se sobara más duro y rápido el clítoris (como le gusta y hace siempre que cogemos, los dos... o con otros) y pegando gritos de placer y siendo muy verbal en lo que sentía (eran prácticamente vulgaridades y soecidades lo que gritaba... como lo hace siempre que tiene un gran orgasmo) y le pedía a Diego que le diera "más duro... más rápido... que le echara más semen caliente hasta el fondo de su pusa... que le metiera más los dedos entre el culo... y Carla abría los ojos con sorpresa... y se vino.

Continuará...


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