Desaparecido (1-1)

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                     El ser humano ni perdona, ni olvida.

               Tan solo lo guarda en un rincón de la memoria.

            

                                               (1-1)

 

Era joven, Se llamaba Marta, tendría 25 años. En aquellos tiempos, estudiaba psicología en la universidad complutense de salamanca (filosofía clásica). Decidió esa carrera, porque tenía una mente muy inquieta, le gustaba pensar mucho. Buscar todas las respuestas posibles, aunque no tuvieran, ningún fundamento. Quedándose siempre con la mejor, por disparatosa que fuera y sin poder encontrar el modo de comprobarlo.

Decía que algunas respuestas, eran más certeras y con mayor credibilidad, aunque fueran imposibles de creer. Pero terminaba siempre diciéndose a sí misma, que los grandes pensantes, que los grandes inventores, siempre empezaban por un pensamiento sin fundamento, ni forma de comprobarse en ese preciso momento.

La primera vez que lo vio. Entraba a clase, llegando unos minutos tarde, el con un plante de majestuosidad, paro de hablar, dejándola entrar y con un silencio, como si hubiera interrumpido una conversación, de mucho interés para todos los presentes de la aura.

Era alto, de unos 50 años, aunque con un rostro de misterio. Atractivo donde era muy difícil, pasar de largo y no detenerse a recrearse la vista con su presencia. Delgado, con una figura esbelta, siempre muy bien vestido. Pelo castaño y un toque de barba donde no pasaba desapercibido a los ojos de ningún joven que estuviera a su alrededor. Capar de atrapar la atención de todos los presentes en ese momento.

Tenía un tono de voz, muy placentero para los oídos de cualquier ser humano. Las facciones de su rostro, reflejaba en ese momento un gran peso de confusión y culpabilidad, cuando se dirigía a los docentes, sobre todo en según qué temas. Donde se le notaba, que le daba un poco de vergüenza hablar en público.

Las estudiantes de su clase, nunca faltaban a ninguna. Entre los estudiantes varones había de todo, algunos lo alababan, otros sentían recelo por como lo miraban las mujeres y otros lo encontraban atractivo. Se llamaba Marc (Marcos). Siempre tenía una sonrisa para todo aquel que se paraba hablar con él.

El era de  un pueblecito de Salamanca. Pero sus raíces eran Francesas. Cuando tuvieron que salir a escondidas de ese país su madre, se puso de parto en un pueblecito entre Francia  y España. Dando a luz, un niño muy sano, pero en unos tiempos que le traería a su vida, tristezas, muerte y odio. Sus antepasados, tuvieron que salir corriendo de sus casas, sus tierras y emigrar con lo puesto, porque eran aliados en la segunda guerra mundial en el bando de Hitler.

Al asentarse en España,  pensaron que todo estaba olvidado. Que el dolor causado a tantas y tantas personas, seria olvidado con el paso de los tiempos. Se compraron una vivienda en Galicia. Abriendo un negocio para pasar desapercibidos.

 Un día su tío junto con su abuelo, se quemaron, cuando se inicio un incendio en el negocio que abrieron para poder ser confundidos con los demás ciudadanos de la capital, pasando como uno más de tantos empresarios.


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