Otras experiencias swinger, buenas y malas Parte 8

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Las siguientes experiencias swinger que vivimos mi esposa Victoria y yo, no fueron nada agradables. Así que las contaré rápidamente; pero creo que es necesario para aclarar que este estilo de vida tiene sus riesgos y que así como hemos vivido experiencias muy gratas también hay regulares y malas... y hasta pésimas y que son errores que pueden y deben evitarse. A mayor información sobre las otras parejas, mejor. A más tiempo para decidir si son las personas adecuadas, mejor. El deseo y la excitación pueden anular el mejor de los juicios y llevar a malas consecuencias o arrepentimientos. Un orgasmo de apenas unos segundos puede desencadenar muchos malos momentos y consecuencias indeseadas. Por eso mi esposa y yo, con la experiencia, hicimos una "lista" de "requisitos" para "aceptar" a alguien en nuestra cama. Compartir nuestros cuerpos es algo muy serio. Y dejarse llevar por la calentura del momento no justifica si algo negativo sucede. La seguridad, la higiene, la salud está en juego; pero también los sentimientos... y nada, nada compensa por las cosas malas que pueden suceder por no hacerlo "bien". Victoria y yo amamos esta vida swinger y por eso estamos comprometidos a que siempre funcione adecuadamente.

1) Conocimos por Internet a otra pareja. Decidimos reunirnos a tomar un café y a conocernos. Debimos haber detectado desde el inicio que "algo" no estaba bien... pero no lo hicimos. El hombre desconocido aceptó la reunión pero anticipó que llegaría él sólo; que con su esposa preferían que él nos conociera primero y después decidirían. Yo le dije que entonces yo haría lo mismo. Nos reunimos y resultó bastante educado y agradable. Las "alarmas" no se me encendieron (y después en retrospectiva me di cuenta que yo me había dejado llevar por nuestra plática y no por lo que "sentía"). Aunque tengo que reconocer que al final no fue tan "grave" lo que pasó, pero sí muy desagradable; y en todo caso "agradecer" a esa situación para no cometer el mismo error en el futuro.

Él era un hombre bajo de estatura (más o menos como Victoria), delgado, joven. Me enseñó fotos de su esposa (vestida) y yo de la mía (también vestida y con el rostro oculto). Su mujer era "normal", agradable, pelo castaño largo, cuerpo "aceptable". Hablamos de lo que buscaban en un intercambio (resultó que era su primera vez... gran error por nuestra parte seguir... así que decidimos que no más "primerizos" sino sólo parejas con experiencia y muy seguras de sí mismas y de lo que desean). En realidad no hubo nada que me hiciera sospechar que no todo saldría bien (quizá nos dejamos llevar por todas las experiencias con nuestros amigos, y que nos encantaban). Hablamos por unas 2 horas y no concretamos nada... él le "informaría" a su esposa acerca de la reunión y después se pondrían en contacto con nosotros. Así lo dejamos. Cuando le conté a mi mujer, con su buen sexto sentido me dijo que no se sentía "cómoda" con esa pareja... pero allí lo dejamos. 

Pasó un poco más de una semana cuando recibí un mensaje del "hombre". Ya con su esposa se habían decidido y nos invitaban a su casa para el intercambio. Otro error de nuestra parte. No debimos asistir sin antes conocer personalmente a la esposa y platicar profundamente con ella. Pero... aceptamos. 

Esa noche, Victoria estaba extremadamente bella, sensual. La ropa interior que escogió y el vestido realzaban sus pechos. Estaba deliciosa (no podíamos negar que en cierta forma el que fuéramos a "desvirgar" a una pareja y a introducirla a este estilo de vida, nos excitaba). Cuando llegamos a su casa, muy normal y en una colonia respetable, platicamos de cosas intrascendentales; pero ellos se miraban muy nerviosos y de repente el marido nos pidió que empezáramos... que rompiéramos el hielo... e inmediatamente fue con Victoria y agarrándole una mano hizo que se levantara (era algo gracioso, porque mi mujer era unos centímetros más alta que él. Aunque el físico nunca nos ha importado) y empezó a tocarla por encima de la ropa y a desvestirla rápidamente. Victoria le decía que fuera despacio, que no había prisa, que se gozara el momento... pero él seguía batallando para quitarle la ropa, y en menos de un minuto mi mujer quedó desnuda a media sala. Yo estaba listo para "entrar en acción" si fuera necesario. 

El marido veía con ojos incrédulos el cuerpo desnudo de mi mujer... y como loco se quitó la ropa. Ahora él también estaba desnudo... con la verga muy dura y parada... pero una verga incluso más chiquita que la de nuestro amante Gustavo. Y yo hasta veía cómo le goteaban hilos de precum de su glande. Cuerpo moreno, lampiño, circuncidado (y no pude dejar de sentir "lástima" por mi esposa, porque otra vez le tocaba una verga micra... aunque con la de Gustavo goza bastante, especialmente mamándola y por el culo, así que imaginé que esas serían sus técnicas para compensar con lo que no sentiría por su pusa). 

Cuando vi que todo iba relativamente bien, llegué junto a la mujer... y la sentí temblar de nervios... quise acariciarla para bajar su inquietud pero se levantó como con un resorte y en un segundo también se desnudó. Y me dijo que me desnudara de una vez. Así lo hice y cuando ella vio mi verga, abrió la boca con sorpresa. Por supuesto que mi verga es "normal" (6 pulgadas) pero en comparación con la de su marido tenía como el doble de largo y grueso.

Ya los cuatro nos morreábamos y metíamos mano. Y cuando vi a mi esposa, ya el hombre le había metido la verga y se movía frenéticamente. Conociendo a mi mujer, sabía que no estaba sintiendo placer. Y fue cuando sentí la mano de la otra agarrando mi verga y dirigiéndola a su pusa... abrió las piernas y estaba tan mojada que entré hasta el fondo y ella pegó un gran suspiro y un grito. El marido la vio conmigo metiéndole la verga. Le di unos cuantos puyones y tengo que reconocer que ella tenía una pusa muy rica y sus tetas eran como a mí me gusta. Pero allí comenzó la pesadilla.

No habían pasado más de 5 minutos desde que él le metió la pija minúscula a mi mujer. Entonces dio un grito y era más que evidente que se estaba viniendo dentro de la pusa de mi mujer. Temblaba, casi convulsionaba con la magnitud de su orgasmo. Con su grito, la esposa lo miró y cuando se dio cuenta que se estaba chorreando en la pusa de mi esposa, me empujó y se sacó mi verga... y fue directamente con su marido. Y le empezó a gritar y a insultar, y se puso como loca y le decía que habían acordado que él no tendría un orgasmo antes que ella. Que él rompió su palabra. Que ella era la que debería haber tenido placer antes que él. 

Victoria y yo nos vestimos rápidamente, los dejamos gritándose y salimos "huyendo" lo más rápido que pudimos. Nunca supimos de ellos. Fue patético. Una mujer y un hombre totalmente disfuncionales. Aprendimos mucho.

Continuará...

 

 


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