¿Cómo mi esposa y yo nos volvimos swingers?

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Sí, mi esposa Victoria y yo somos swingers desde hace más de 20 años. Hemos hecho casi de todo y lo hemos disfrutado mucho. Los dos somos bi y nos encantan los tríos, los intercambios y las orgías ¿Cómo llegamos a eso?

Desde el inicio de nuestro noviazgo, el sexo fue fundamental. No sólo fue muy bueno sino excepcional. Y es que después de correr por muchos caminos y relaciones frustradas, yo decidí que siempre sería transparente con mi pareja... EN TODO. EN TODO. Nunca escondería nada, ni mis pensamientos ni mis deseos, por más "oscuros" o "secretos" o tabú que pudieran ser. La vida me enseñó que mentir, ocultar, engañar, manipular, esconder lo que pienso, siento y deseo sólo trae más problemas... antes o después. Y que quien más resultaba dañado era yo. Así que tiré a la basura mis "mascaras" y "disfraces" y decidí mostrarme tal y como soy ante quien amo. Si ella no era igual a mí y no deseaba lo que yo y no me aceptaba como soy en realidad con todas mis cualidades y mis defectos... la relación no valdría la pena y tarde o temprano se terminaría. 

Cuando vi que la relación podría ir en serio, yo le conté a Victoria cómo soy en realidad. Mis experiencias en relaciones pasadas y lo que fue bueno y lo malo. Lo que para mí funcionó y lo que no... y también lo que le gustó a mis parejas y lo que no. Así que desde el principio Victoria supo qué clase de hombre soy y mis gustos sexuales. Por supuesto que no se lo esperaba y se sorprendió... pero no se asustó ni salió huyendo. Al contrario, me hizo preguntas serias y yo le respondí con la transparencia y la verdad que ella merecía. 

Le conté sobre cómo llegué a gustar del sexo y las razones por las que lo deseo intenso, ardiente, diferente. De mis fantasías y fetiches. Y que con mis pasadas parejas había tenido algunos tríos e intercambios. Le conté qué funcionó y qué no. Fui claro con mis sentimientos por ella... y el papel que para mí debe tener el sexo en una relación seria. Y lo que pretendía y esperaba de ella, pero más que nada de nuestra relación si acaso llegaba a desarrollarse y crecer. Fui claro en que no creo en los paradigmas o dogmas sociales y sexuales convencionales, y que no vivo por ellos. Vivo por y para mí y no para la sociedad. Le conté que soy ateo y que por lo tanto los dogmas religiosos ni me importan ni me esclavizan. Le conté sobre mi bisexualidad y cómo comenzó en mi primer contacto sexual en la adolescencia... con un compañero de colegio. Y le dije que le contaba todo eso porque ella me importaba y que si acaso habría una relación amorosa entre nosotros, no quería que comenzara con mentiras o máscaras, sino con transparencia total por parte de los dos. Porque lo que yo ofrecía también lo pedía. Que debía ser una relación de dar y recibir en la misma calidad y cantidad, por parte de los dos. Y que si eso no se podía, yo lo aceptaba. Y que sería mejor terminar antes de que algo serio pudiera empezar y dañarnos al final. 

Hablamos más de cinco horas de este tema. No oculté nada. Respondí a todas sus inquietudes y le di todos los detalles que ella me requirió. En ese lapso de tiempo, Victoria tuvo mi vida como un libro abierto. Le pedí que lo pensara, que reflexionara y que no se dejara "manipular" o "influir" por mí... que su decisión de si podíamos tener una relación como la que yo deseaba también la quería ella, fuera libre y sin presiones por parte de ninguno. Por supuesto que yo sabía que lo que le pedía era "enorme" y muy importante... pero era mejor así a que en el futuro surgieran los "problemas" de incompatibilidad emocional o sexual. 

Victoria me dijo que por supuesto que ella sí quería una relación seria conmigo... y que analizaría todo lo que le conté. Pero que antes de darme su respuesta, ella quería la misma oportunidad de contarme toda su vida y relaciones pasadas... y que así yo también podría analizar si ella era el tipo de mujer que yo quería en mi vida. Fue el inicio de nuestro "sistema" de comunicación asertiva y honesta, y la hemos mantenido todos estos años y en todos los temas.

Al día siguiente ella me contó sobre su vida sexual hasta ese momento y de los novios que había tenido. Fueron tres horas con detalles, preguntas y respuestas. Al final ella me dijo que si lo quería pensar... e inmediatamente le dije que no, que no había nada en su vida que me "asustara" o me hiciera desear "salir corriendo" y alejarme de ella. Que al contrario, a cada momento mi amor y mi deseo por ella aumentaba. Y que por mí, valdría la pena que "probáramos" y ambos nos comprometiéramos a construir una relación sólida. Entonces le pregunté que qué había pensado de todo lo que le conté sobre mí... y que qué decidía. Victoria no me dijo nada... simplemente me besó, pero no con "amor" sino con deseo... y allí comenzó todo. Me quedé en su casa esa tarde... y esa noche... y el día siguiente... desnudos, cogiendo como locos... Ella empezó a descubrir el placer de que ambos nos contáramos nuestras experiencias sexuales pasadas. Por supuesto que lo que yo tenía para contar era mucho más, pero hasta el día de hoy no falla el que se me pare la verga al momento de recordar o pensar o que ella me cuente cómo cogía con sus novios. Y lo mismo le pasa a ella. 

Los siguientes cuatro meses los pasamos cogiendo todo el tiempo y hablando y explorando todo nuestro pasado sexual. Practicamos las fantasías que ella tenía y las que yo ya había realizado, así como los fetiches que los dos tenemos; especialmente de los olores y sabores sexuales, de las axilas y pusas peludas, del porno, nudismo, exhibicionismo y fotografía desnudos,  la masturbación, lluvias doradas, etc... y el sexo vaginal, oral y anal fueron prácticas constantes y habituales de nuestras relaciones. Cada día subía más el calor de lo que pensábamos y deseábamos y nos lo compartíamos todo. Ella se dedicó a cumplir todos mis deseos sexuales y yo los de ella... y nunca nos olvidamos del placer propio. Y todo fue voluntario. Consensuado. Sin presiones ni chantajes de ninguna clase.  Aceptamos que no era no y solo sí era sí. 

Y al quinto mes de ser novios ella me dijo que ya se sentía segura para hacer "algo más". Así que empezamos a planear qué y cómo y cuándo y dónde. Iniciamos con que ella se "mostrara" a otros hombres... y mujeres. Dejó de usar brasier (tiene pechos enormes y pezones siempre duros) y calzón y se ponía blusas muy pegadas y faldas muy cortas y que mostraban muy fácilmente su pusa peluda. Se exhibía en el gimnasio o en la calle. Y en la noche cogíamos como locos. Después siguió todo lo demás...


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