Toro

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Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
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La mini-astronave invirtió la dirección de sus dos motores iónicos y los hizo actuar como retro-propulsores frenando así su aproximación a aquel planeta antes de exponerse a contactar con su desconocida y extraña estructura. Tras la visera de metal cristalizado inmune a la radiación cósmica sobre la que se reflejaba aquel mundo inhóspito, BRN-232 intuyó con sorpresa su singular forma geométrica de toro, desconocida hasta ahora para tan avezado navegante, acostumbrado a contemplar las cosas más extrañas e increíbles del Universo.

Tras diez mil milenios de viajes interestelares en búsqueda de mundos habitables donde hacer germinar las semillas de su extinta raza, el explorador BRN-232 había puesto muchas esperanzas en las débiles señales de radio que emitía ese extraño planeta.

Proyectó al ordenador central la orden de apagar los pequeños motores y le preguntó sobre la conveniencia de mandar hasta la superficie el INT , un minúsculo dron de investigación alojado en la base inferior de la nave:

-No se recomienda, BRN-232; es una simple roca sin alma… Al cabo de muchos milenios y la acción destructora de su primitiva civilización, debió producirse una desastrosa implosión en el interior del núcleo hasta hacerlo desaparecer, dejando sólo la capa exterior de su litosfera… Me temo que  no tiene posibilidad alguna de acoger nuestra semilla con éxito, explorador… Es un mundo muerto… -le transmitió por medio de ondas telepáticas.

Durante unos segundos, el ente cuasi-robótico estudió la proyección de la desolada forma del planeta y después transmitió con tristeza y cierta derrota la orden de dirigir la exploración hacia la galaxia más próxima. La solitaria inteligencia protegida en el interior de aquella minúscula e ingeniosa esfera no fue consciente de haber regresado de nuevo a su primitivo origen.

Al ponerse de nuevo en marcha y recobrar el potente impulso iónico, notó entre los canales de sus circunvoluciones cerebrales cómo temblaban los axones que unían sus viejas neuronas, y partió de nuevo a la velocidad de la luz en búsqueda de una meta ya imposible; la de crear un nuevo binomio: Adán y Eva.


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