Los libros de mi vida

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         En estas modestas líneas, escritas para y desde el recuerdo, para y desde el homenaje,  quiero recopilar aquellos libros con los que he crecido.

       No tengo sitio para todos, pero los que aquí están son también, a mi juicio, dignos de estar. 

          El primero no necesita presentación y confieso que es uno que nunca llegué a leer por entero. Aun así ha de estar aquí ya que mi primer, y yo diría que único disfraz, mi primera serie de dibujos y quizás, las primeras palabras literarias que aprendí de memoria, tienen relación con el famoso hidalgo de la Mancha y sus desventuras.

       Recientemente esta obra de Cervantes vino a mi atención al redescubrir en YouTube alguna tertulia y entrevista con Don Fernando Fernan Gómez, que aunque no era Manchego de nacimiento,  dio voz a Don Quijote en la serie de dibujos animados que vi y canté de niño. Un último apunte, si vienen a Madrid y pasan en metro por la estación "Plaza de España" encontrarán párrafos de la novela cubriendo paredes. A veces, leo alguno y disfruto con esa habilidad de Cervantes para jugar con las palabras de forma tan elegante.

         Luego, cronológicamente hablando, vienen a mi memoria las historias de Emilio Salgari con Sandokan y sus aventuras en el mar, mar que también forma parte de varias novelas del visionario Julio Verne. 

         A finales de agosto, cada año, volvía a Madrid dejando la costa murciana. El colegio, la EGB, no empezaba hasta mediados de Septiembre y para olvidar la tristeza de tener que decir adiós al mar y a las vacaciones leía libros. De aquel periodo son "Las aventuras de los Cinco" de "Enid Blyton" que, de alguna manera, siempre estaban pensando en comer y beber cosas con jengibre. Otro año llegó a mis manos "La historia interminable" y que contradiciendo a su nombre, "devoré" en un par de días. 

       Las Navidades, para mí siempre nostálgicas, me regalaron la oportunidad de leer dos libros. Uno "The Wind in the Willows" ("El Viento en los Sauces" o algo así), fue el primer libro que leí en inglés, recomendable. Y otro, quizás uno de mis favoritos, uno que suelo revisar cada año, "Cuento de Navidad" de Charles Dickens, del que he tenido oportunidad de hablar en otra de mis reflexiones.

       Ya queda poco, pero antes de descubrir el regalo con el que mi hermana me sorprendió un cumpleaños, a mi vuelta de Inglaterra. No quiero dejar de mencionar a un escritor bastante popular, "Stephen King" de quién mi novela favorita es "La zona muerta". 

         Pero vayamos al regalo. De nuevo un título muy conocido, de un autor francés en esta ocasión. Mi primera reacción al regalo no fue la mejor. Era un libro muy gordo, escrito en inglés (cuando el autor era francés) y además ya me sabía la historia de películas y series. Estaba equivocado, si bien parte de la historia era conocida, en ese libro había más, mucho más. Era denso en ocasiones, pero en otras, simplemente genial. Su nombre "El Conde de Montecristo".

       Siempre me ha fascinado el dinero y la loca idea de que un tesoro me permitiese emprender las aventuras de Don Quijote desfaciendo entuertos o ayudando a Tiny Tim a curarse en Navidad o recompensando a mis bienhechores y acabando con el mal en el mundo con la ayuda y poder que otorga la riqueza y el conocimiento.

          Pero no, no es eso lo que me atrapaba, lo sé ahora o quizás, siempre lo he sabido. Lo que aprendí con estos libros es la fuerza de la amistad y lo que los cuentos de antes no paraban de decirnos, que el Amor lo puede todo. Desde Don Quijote y Dulcinea del Toboso a Edmond Dantés y su novia Mercedes, desde la prometida de Scrooge hasta la profesora de la que se enamoró el protagonista de la Zona Muerta antes de que llegara la oscuridad a su vida.

Todos fueron felices cuando no tenían nada y lo tenían todo, cuando la tenían a ella.

Nota personal del autor:

         Dedicado a todas las mujeres del mundo, sin ellas, sin su papel fundamental en la literatura, las historias tendrían un hueco enorme imposible de llenar.


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