Mi casi primera vez Parte 1

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Yo era bastante joven y vivía todavía con mis papás. Y aunque me mataba a pajas viendo todo el porno que en esos tiempos podía conseguir (y mantener oculto en mi cuarto) todavía no había podido tener sexo con una mujer. Sí para ese momento ya estaba teniendo mis encuentros sexuales con Gustavo, mi compañero de colegio. Así que entre el porno, mis pajas y las que nos hacíamos con Gustavo (además de chuparnos todo el cuerpo y mamarnos las vergas hasta terminar dentro de nuestras bocas) yo me moría de las ganas de coger con una mujer de verdad. Y sí, pajearme viendo porno o con Gustavo, era delicioso... pero yo sabía que no se compararía a tocar, oler, chupar, acariciar a una mujer de carne y hueso. Ansiaba sentir el olor a pusa caliente, mamar unos pechos con pezones grandes, meter el dedo en una pusa mojada y en un culo femenino y por supuesto que me moría de ganas de mamar y meter la verga en una pusa real -mejor si era muy peluda, morena y de grandes labios vaginales y un clítoris duro y salido.

Un día yo estaba pajeándome en mi cama y creí haber cerrado la puerta de mi cuarto con llave. Pero... alguien abrió la puerta... y yo totalmente desnudo, con la verga parada, llena de saliva y me pajeaba mientras miraba una revista porno. Era Marta, una señora que trabajaba en nuestra casa haciendo la limpieza y cocinando. Entró en el cuarto y al principio no se dio cuenta que yo estaba allí... ni lo que hacía. Pero cuando dirigió su vista a mi cama se quedó congelada. Sólo abrió muchísimo los ojos y la boca.

Yo traté de taparme pero era muy evidente lo que hacía, además no había dónde ocultar mi verga desnuda y chorreando precum. Se quedó a un metro de mí... y pareció eterno el tiempo que me miró; porque ella no miraba mis ojos sino mi pija parada y que palpitaba... y aunque me asusté cuando ella entró, mi erección no había disminuido en nada... al contrario, parecía que más se me había parado la verga. Y aunque yo no seguía moviendo mis manos sí seguía sosteniendo mi pija y hasta parecía que yo se la estaba ofreciendo. Quizá pasaron unos 15 segundos antes que ella reaccionara... y sin decir nada, salió corriendo de mi cuarto y hasta la puerta dejó abierta.

Yo me levanté, asustado. No sabía si ella me denunciaría con mis papás. Así que lo primero que se me ocurrió fue ir tras ella... y juro que no fue mi intención, pero ni siquiera me vestí y salí desnudo y ella iba unos metros adelante de mí. la seguí hasta la cocina y allí le empecé a hablar... a pedir que por favor no me denunciara, que no dijera nada de lo que vio... me puse como a tratar de explicarle que era muy natural para un adolescente como yo el desear pajearse. Que no fue mi intención que ella me viera así. Yo todavía seguía desnudo y no me daba cuenta de ello. Marta no me miraba... me daba la espalda. Así que me acerqué para poder convencerla y sin querer mi verga (ya bastante aguada pero todavía con cierta firmeza) tocó su falda a la altura de sus muslos... yo no me di cuenta de eso, pero ella sí... y me lo dijo después; que había sentido el movimiento de mi pija en la tela de su falda y que con el rabillo del ojo ella se daba cuenta que yo seguía desnudo... por lo menos del torso, pero seguro que de todo el cuerpo también.

Marta era cuarentona, bastante llenita, del tipo gordibuena. Bastante morena. Pechos grandes pero que se ocultaban en la ropa que usaba. Caderas anchas y abdomen que insinuaba una pancita. Piernas siempre ocultas por sus faldas largas y flojas. Yo nunca había estado tan cerca de ella, pero sí recuerdo haber sentido su olor... una mezcla de sudor y crema de tipo Nivea (que me fascina desde ese momento. Era un olor muy parecido pero al mismo tiempo diferente y más excitante, que el de la piel desnuda de Gustavo). Yo seguía diciendo casi que incoherencias y ella seguía callada... pero sí recuerdo que su respiración se oía y era más rápida y profunda... yo pensé que ella estaba asustada... nunca pensé que fuera "otra" cosa.

Sin decir palabra, Marta se hizo para atrás... y yo me asusté cuando su cuerpo "topó" con el mío. Pensé que todo sería aún peor... y traté de apartarme... y cuando moví mi cuerpo para alejarme, sus manos se hicieron para atrás y sin darse vuelta las puso sobre mis caderas... y las empezó a bajar por la parte desnuda de mis muslos... y sentí que empezó a acariciarme y a tocar los pelos que cubren mis piernas. Fueron apenas unos segundos pero sus manos hicieron que mi verga saltara como con un resorte... y al sentir eso, Marta todavía se pegó más a mí y empezó a rotar sus nalgas contra mi pubis... mi verga contra la tela de su falda... y pude ver cómo mi precum empezó a dejar una mancha húmeda en la tela. Y las manos de Marta pasaron de tocar mis muslos a agarrar directamente mi verga... fue un estallido de placer sentir sus dedos agarrando duro, como con desesperación, mi pija. Sentí que sus dedos se llenaban de mi precum y ella los frotaba contra mi glande... y sí, con una mujer era millones de veces mejor que con Gustavo. 

Marta seguía sin decir nada, pegada de espaldas a mi cuerpo desnudo y frotándose y moviendo su cuerpo para restregar aún más mi pija contra sus nalgas y piernas... era delicioso aunque ella estuviera aun totalmente vestida. Allí ya no me pude aguantar y acerqué mi cara a su cuello, metiendo mi nariz entre el cabello que cubría su nuca... y cuando llegué a su piel, fue maravilloso sentir esa suavidad y el olor que tenía, incluso los vellos morenos que tenía en el cuello me fascinaron. Y mis manos tomaron vida propia. No sé ni cómo ni cuándo pero en un segundo ya le estaba tocando los pechos por encima de su ropa. Sentí claramente la tela rígida del brasier... y casi me "espanté" al sentir lo duro y parados y grandes que eran sus pezones... y los agarré, los estrujé, los pellizqué.

Marta me siguió sobando la verga con una mano mientras que con la otra se abría los botones de su blusa y eso me dio acceso directo a sus pechos. Sentí la piel de su cuello y le agarré los pechos y los pezones por encima del brasier... pero poco a poco llevé mis manos a la orilla de la tela y la levanté... y por primera vez toqué las tetas de una mujer real. Ya me fascinaba tocar y pellizcar y chupar los pezones de Gustavo, pero no se comparaban con los de esta mujer... Nunca había sentido pezones tan grandes, rugosos y duros como los de Marta; y al verlos eran casi negros...

Continuará...


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