Haz lo que quieras conmigo, soy tu puta. Parte 1

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
18104 visitas

Marcar como relato favorito

Ese día debí quedarme en casa. Había renunciado a mi trabajo y ahorrar dinero era prioridad.

Hace algunos años que me había mudado a una nueva ciudad. Había estudiado, conocido nuevos amigos, conseguido una novia y un trabajo. El tiempo pasó y mi jefe propuso ascenderme poniéndome a cargo de una oficina comercial a 400 km de distancia, en la ciudad donde había crecido y vivido hasta hace unos años atrás. Mi novia no lo tomó bien. Pero, aunque poco convencidos, me mudé y decidimos continuar con nuestra relación a distancia.

¿Por qué decidí renunciar? Pues, la nueva oficina era un desastre. Y, mientras intentaba restructurar, una terrible crisis golpeaba el país. Nos cortaron fondos, me obligaron a despedir personal, nos quitaron beneficios y aumentaron metas.

Además, mi novia había puesto el ultimátum sobre la mesa. O regresas o esto termina aquí. Pues bien, ese sábado debía hacer maletas, aferrarme a los ahorros y volver.

Este era mi último sábado en mi vieja ciudad y un amigo me invitó al cumpleaños de su madre; sin dudarlo acepté ir. Dieron las 8 de la noche y un mensaje apareció en mi pantalla.

- ¿Dónde estás? ¿Paso por ti?

Era un buen amigo de la infancia. Y es que la invitación al cumpleaños de la madre de mi amigo no fue la única que recibí ese día. Mi otro amigo esperaba que lo acompañe a la casa de una amiga que teníamos en común y que también cumplía años. Sin embargo, me sentía un poco incómodo con la cumpleañera y había evitado cruzarme con ella durante mi estancia en la ciudad. Debo aclarar que también recibí un mensaje genérico, impersonal, con la invitación a la fiesta, pero había decidido no asistir.

A pesar de ello, respondí a mi amigo enviando mi ubicación y en 20 minutos ya estábamos en su auto camino a una fiesta que había buscado mantener fuera de la agenda.

La reunión era en casa de nuestra amiga. Y fue ella misma quien salió a recibirnos a nuestra llegada. Al verme bajó su mirada y yo no pude evitar sonreír. Ella y yo nos conocíamos de años.

En el pasado habíamos sido dos grandes amigos. Teníamos bromas internas cuyo significado solo conocíamos los dos. Habíamos bebido en fiestas y cantado en karaokes totalmente ebrios. Nos habíamos contado secretos y aconsejado en momentos complicados. Y un día durante una de mis visitas a la ciudad, después de algunos tragos y de haber llorado en su hombro por la infidelidad de mi novia, terminamos en la misma cama, bajo la misma sábana, desnudos y ebrios. Al amanecer, no recordábamos nada de lo sucedido. Solo continuamos con nuestras vidas.

Era más de un año sin vernos, sin escribirnos, de comportamos como extraños. A pesar, que ninguno recordaba lo que había pasado esa noche de historias tristes y botellas vacías. Bien pudimos haber dormido toda la noche.

Nos invitó a pasar y me dio un abrazo muy cálido. Había olvidado lo bien que nos llevábamos antes del "incidente". Hablamos un buen rato. Volvimos a ser esos amigos del pasado. Le conté que volví con mi novia y que ahora estaba preparándome para volver a su ciudad. Ella sonrió. Llegaron otros invitados y se dirigió de inmediato a la puerta.

Era una buena noche. Había algunas caras conocidas que no veía hace algún tiempo y nos mezclamos con caras desconocidas, pero con gran sentido del humor.

Necesitaba otra cerveza porque el calor, y las otras 5 que me había tomado, así lo exigían. Levanté el pedido de la mesa así que debía traer al menos 6 cervezas conmigo. 

Me encontré a mi amiga en la cocina, y ya había tomado lo suficiente para olvidarme de lo incómodo que me sentía con ella y volvimos a bromear como años atrás había sido la costumbre. Tomé mi camino de regreso a la terraza, pero me pareció escuchar que ella dijo algo. No lo escuché bien. Regresé hacia ella y le pedí que lo repita. Ella se acercó a mí mientras yo sonreía esperando escuchar lo que había dicho.

Quedé paralizado. No solo que no repitió palabra alguna. Sino que se apegó a mi y me besó. Tardé unos segundos en reaccionar y alejarme de ella. Si embargo, no hubo escándalo ni reclamo. Solo sonreí y volví con las cervezas a cuesta.

La noche pasó. Así como pasaron miradas y sonrisas con la chica del cumpleaños. La fiesta llegó a su fin y mi amigo hizo la señal que me dejó claro que él se encargaría de llevarme a casa.

Fuimos los últimos en salir por que dejamos pasar a todos quienes querían despedirse de nuestra amiga. Ya en la puerta, mi amigo dijo "adiós, gracias por todo." y salió.

Era mi turno de despedirme; ella tomó mi mano y nos vimos fijamente durante eternos segundos. Creo que no hacía falta hablar. Mi amigo siguió, encendió su auto y se marchó. Ella cerró la puerta y sin soltar mi mano pegó su cuerpo con el mío, se paró sobre la punta de sus pies y nos besamos.

Su forma de besar se compara al efecto de un acelerante en un incendio. Su función es darle intensidad al fuego y lograr que se propague a una velocidad impresionante. Sus labios carnosos eran un deleite. Sus pequeñas mordidas a mis labios me prendían por dentro. Bastó un solo beso para poner mi pene totalmente duro. Y ella lo sabía.

Lo que pasaba detrás de la puerta de su casa estaba mal, no era correcto. Mi conciencia hizo un último intento de sobreponerse al instinto y de mostrarme el camino a seguir. Debía marcharme en ese momento. Estaba en el punto de no retorno.

Continúa parte 2…


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed